¡°Los Juegos de Barcelona son muy inspiradores para R¨ªo de Janeiro¡±
El alcalde, acelerado e impetuoso, est¨¢ decidido a que el evento de 2016 cambie no s¨®lo la cara de la ciudad, sino el alma del pa¨ªs
El vest¨ªbulo que da entrada al despacho del alcalde de R¨ªo de Janeiro, Eduardo da Costa Paes, de 45 a?os, del PMDB, es una suerte de camarote de los hermanos Marx en versi¨®n carioca. Entran y salen constantemente asesores, consejeros, concejales, arquitectos, senadores y diputados federales a una velocidad considerable. Al v¨¦rtigo corriente de una megal¨®polis brasile?a se le une la urgencia ol¨ªmpica que terminar¨¢ en 2016 y la mete¨®rica actividad de un regidor acelerado e impetuoso, decidido a que los Juegos Ol¨ªmpicos cambien no s¨®lo la cara de la ciudad, sino el alma misma del pa¨ªs. Su despacho se encuentra abarrotado de objetos, algunos municipales y otros no tanto: una bicicleta de las que sirven para impulsar las dos ruedas del Ayuntamiento, un contenedor de reciclaje, una tabla de surf en una esquina¡ Paes, de origen espa?ol, habla un castellano desbordante y veloz, radiograf¨ªa de su personalidad algo desaforada. Dice que las obras van bien, que no habr¨¢ retrasos ni sobrecostes y que el posible ¨¦xito de las Olimpiadas no le servir¨¢, en contra de lo que piensan muchos en el pa¨ªs, de trampol¨ªn pol¨ªtico.
Pregunta. El Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional parece moderadamente satisfecho despu¨¦s de su ¨²ltima visita a R¨ªo, la semana pasada.
Respuesta. Siempre est¨¢n por aqu¨ª, en realidad, aunque el ambiente es completamente diferente al de la Copa del Mundo. Tienen preocupaciones, por supuesto, dado que tienen una sensibilidad pol¨ªtica mucho mayor que la FIFA. A la FIFA le importan los estadios, los hoteles y los vuelos. El COI es diferente. Nuestra candidatura gan¨® los Juegos a Madrid, Chicago y Tokio por los cambios que dejar¨ªan en la ciudad. Si no se verifican no se cumple el objetivo. Hacer unas Olimpiadas es muy complicado: hay problemas de movilidad, requisitos dif¨ªciles... Tenemos conflictos permanentes, pero a m¨ª me encanta el COI.
P. ?Cu¨¢l es su principal preocupaci¨®n hoy respecto a las Olimpiadas?
R. Las cosas vienen bien. Estamos en plazo. Presupuestariamente estamos equilibrados, hay mucha financiaci¨®n privada (mucho m¨¢s que Londres 2012, por ejemplo) gracias a nuestros acuerdos de PPPs [parceria p¨²blico-privada]. Pero los cambios que estamos haciendo en la ciudad son una locura. Me recuerda a Barcelona en 1990, cuando estuve por primera vez. Pens¨¦: ¡°Esto es un caos¡±. No me acordaba entonces de que estaban a dos a?os de los juegos ol¨ªmpicos. Las intervenciones son muy complejas. Est¨¢n pasando muchas cosas a la vez, dif¨ªciles de hacer, que no tienen siempre relaci¨®n directa con las Olimpiadas (como el Puerto Maravilla). Barcelona ha sido muy inspiradora, todo el tiempo. Maragall fue muy inspirador. Estamos aprovechando las Olimpiadas para hacer las cosas que hab¨ªa que hacer, como ellos. Cada d¨ªa tiene un problema distinto: es un desaf¨ªo muy complicado.
P. Dos semanas antes del Mundial hab¨ªa fort¨ªsimas cr¨ªticas a la organizaci¨®n y mucho temor. El Mundial sali¨® bien. ?No se siente un poco m¨¢s relajado?
R. La prensa brasile?a y extranjera se ha pasado cuatro a?os diciendo que esto va a ser una tragedia. La Copa fue fant¨¢stica, s¨ª, pero como evento deportivo. Soy de los que piensan que no ha tra¨ªdo el legado tangible e intangible que pod¨ªa haber tra¨ªdo al pa¨ªs. Yo no ten¨ªa duda de que iba a ser un gran evento: somos un pa¨ªs simp¨¢tico, un pa¨ªs maravilloso. Pero las Olimpiadas deben dejar un mensaje m¨¢s simb¨®lico.
P. Las Olimpiadas tambi¨¦n estuvieron en el centro de la diana poco antes del Mundial.
R. En abril tuvimos una crisis. Hab¨ªa un elemento concreto, la construcci¨®n del Parque Deodoro, que ya est¨¢ resuelto... Pero era algo m¨¢s: la desconfianza hacia la Copa afectaba a los Juegos, debido al retraso en los estadios. Fue una crisis de p¨¢nico, artificial, por esta desconfianza hacia Brasil. La relaci¨®n ahora es suave. Con la FIFA hubo choques desde el principio. Yo considero que la Copa y los Juegos Ol¨ªmpicos son eventos geopol¨ªticos. Para m¨ª, solo por los deportes no merece la pena. Creo que Brasil debe mostrar que est¨¢ hoy mucho mejor de lo que estaba. No es un pa¨ªs perfecto, pero est¨¢ mucho mejor que hace 20 ¨® 30 a?os. Las instituciones est¨¢n fuertes, las obras se pueden entregar de acuerdo a los plazos y costes preestablecidos. Ya sabemos que los brasile?os saben organizar una buena fiesta; s¨®lo hay que venir al Carnaval. La Copa fue maravillosa como evento deportivo, pero el mensaje ahora es otro: tenemos mucho problemas, de corto plazo e infraestructurales, y sin embargo esta es la oportunidad de mostrar que las cosas han mejorado.
Tengo una obsesi¨®n con los plazos y los costes. Tengo en realidad tres obsesiones: que sean las Olimpiadas del legado (m¨¢s que Barcelona), que sean las Olimpiadas de la econom¨ªa de los recursos p¨²blicos (aqu¨ª la mayor¨ªa de las inversiones son privadas) y que se cumplan los plazos. Estos son nuestros tres mandamientos; ser¨ªa un legado intangible muy fuerte. El cambio de imagen, el uso geopol¨ªtico de los Juegos, ha de ser este.
P. En Barcelona un legado importante fue volcarse al mar despu¨¦s de estar de espaldas a ¨¦l mucho tiempo. ?Cu¨¢l es el legado tangible para R¨ªo?
R. Nosotros ya estamos muy conectados con el mar. El m¨¢s importante es el legado urban¨ªstico, que deje de ser una ciudad que se escapa de sus problemas: cada veinte a?os, cuando una zona est¨¢ mal, nos vamos a otra. Huimos en direcci¨®n oeste. Hay que volver al centro de la ciudad, que est¨¢ muy abandonado. Es muy bonito, tiene rastros coloniales de la realeza portuguesa, pero nadie vive all¨ª. El otro legado fundamental es la movilidad: 150 kil¨®metros de BRT, renovaci¨®n de los trenes, VLT en e centro. Est¨¢n pasando muchas cosas a la vez. Hay muchos legados f¨ªsicos, y lo mejor es que est¨¢n diseminados por toda la ciudad. El inconveniente, por no estar concentrada, es que es una Olimpiada m¨¢s dif¨ªcil de organizar.
P. ?El Parque Deodoro ha dejado de ser una preocupaci¨®n?
R. Nada deja de ser una preocupaci¨®n... Pero est¨¢ controlado. El COI est¨¢ satisfecho.
P. ?Teme que el esc¨¢ndalo Petrobras, que concierne a las principales constructoras del pa¨ªs, afecte a las obras de R¨ªo?
R. Espero que no. Son empresas muy grandes. Claro que es una preocupaci¨®n, pero no s¨®lo para las Olimpiadas. Para todo el pa¨ªs.
P. ?No teme que genere retrasos?
R. Hasta ahora no hemos tenido ning¨²n problema.
P. R¨ªo se prepara para celebrar su 450 aniversario [el 1 de marzo de 2015] y usted hablar de que la ciudad ¡°debe rescatar su orgullo¡±. ?A qu¨¦ se refiere?
R. Nosotros tenemos una historia muy curiosa: Fuimos capital del Imperio portugu¨¦s (¨²nico caso en que lo ha sido una colonia) y despu¨¦s de la rep¨²blica. Nos quitaron la capital [traspasada a Brasilia en 1965] y sufrimos una crisis de identidad que dur¨® muchos a?os. Nos quedamos sin capacidad de mirar hacia adelante. Nos pas¨¢bamos el d¨ªa reclamando agravios. Y pienso que ahora vamos hacia adelante, damos ejemplo en algunas cosas, tambi¨¦n en pol¨ªticas p¨²blicas, como es el caso de las PPPs.
P. ?Tiene soluci¨®n el tr¨¢fico en esta ciudad?
R. ?Con coches? No¡ Ni en esta ni en ninguna otra ciudad. Lo que estamos haciendo son grandes inversiones p¨²blicas para que los que quieran llegar a tiempo al trabajo puedan. Y los que prefieran estar dos horas en el coche fumando y escuchando m¨²sica, aunque lleguen tarde y no puedan aparcar cerca de su oficina, lo puedan hacer tambi¨¦n. Si usted quiere, tiene un transporte p¨²blico de calidad. El terror de las ciudades es el coche. Hay una cosa nacional de Brasil, los subsidios a la industria automovil¨ªstica, que es t¨ªpica de pa¨ªses en desarrollo. Los pa¨ªses empiezan a luchar por las f¨¢bricas de montaje. Pasa en muchos estados de Brasil. Hay incentivos, subsidios, etc. Es una locura. Si vienen aqu¨ª, ni les recibo. No quiero f¨¢bricas para coches aqu¨ª.
P. Este mes murieron seis polic¨ªas en una sola semana en la ciudad. Las cifras de ciudadanos muertos por violencia son muy altas. Sabiendo que la seguridad de R¨ªo es competencia estatal, ?qu¨¦ opina sobre el estado actual de las cosas, de que 'la ciudad maravillosa' sea sin embargo un lugar tan duro para tanta gente?
R. Es muy preocupante. La situaci¨®n hoy es bastante mejor que hace siete u ocho a?os. Hoy s¨ª se cree, pero es un proceso dif¨ªcil. Dar¨ªa para una discusi¨®n m¨¢s profunda¡ Hay un argumento pol¨ªticamente correcto, muy f¨¢cil, que es echar la culpa a la pobreza de la gente. Yo pienso que este argumento es prejuicioso. No es por la pobreza que hay violencia. Es un problema policial, de sistema judicial, de patrulla de fronteras, m¨¢s que de pobreza... Por supuesto que debemos efectuar grandes inversiones en las ¨¢reas m¨¢s pobres. Crear pol¨ªticas sociales para los m¨¢s j¨®venes. Pero mire Espa?a, por ejemplo: el 50% de los j¨®venes no tienen empleo y no se dan a las armas. En R¨ªo hay un 3% de desempleo. Esta es una disculpa pol¨ªticamente correcta. La peor enfermedad es la que no se diagnostica adecuadamente.
P. ?El principal problema, pues, sigue siendo el narcotr¨¢fico?
R. S¨ª. Es una lucha contra un negocio muy lucrativo. Tenemos una pol¨ªtica de pacificaci¨®n, pero est¨¢ en su momento m¨¢s dif¨ªcil. Se ha establecido aqu¨ª la cultura de que el tr¨¢fico necesita un territorio dominado. Esto es muy extra?o. Coca¨ªna y marihuana hay en todas partes, en cualquier capital del mundo occidental. Pero esta locura del territorio dominado es una particularidad nuestra. Que tiene que ver con esa disculpa pol¨ªticamente correcta de la pobreza. Si en las zonas m¨¢s nobles sufrimos, imagina en otras partes. Los que m¨¢s sufren son los pobres. Pero durante mucho tiempo ha existido esta ficci¨®n de decir ¡°pobrecitos, Brasil es injusto con los pobres y los negros, es normal que se queden con las armas¡±. Es algo muy complejo, esta no es la ¨²nica explicaci¨®n, pero R¨ªo presenta un patr¨®n propio de violencia, especifico, que tiene que ver con esta permanente diagn¨®stico equivocado. Me irrita profundamente. Se ha convertido casi en una buena excusa para la polic¨ªa.
Las favelas hab¨ªan mejorado mucho en los ¨²ltimos a?os, con los dos alcaldes anteriores. Hay escuelas, servicios... Pero el tr¨¢fico no se va. Hay incluso ¨¢reas que ya no son favelas, como Mar¨¦ o Ciudad de Dios, que son barrios populares, con calles m¨¢s anchas, donde no es tan dif¨ªcil perseguir el tr¨¢fico. Pero no se soluciona el problema. Es un desaf¨ªo. Avanzamos, pero nunca ser¨¢ f¨¢cil.
Dicho esto, la seguridad en las Olimpiadas no me preocupa. Ni en el Mundial. Eso nunca fue un problema, Para m¨ª el problema de la seguridad es hoy y el d¨ªa despu¨¦s de los Juegos.
P. ?Tiene alg¨²n sentido que los precios del suelo en algunas zonas de R¨ªo est¨¦n al nivel de Hong Kong?
R. No... Es un fen¨®meno interesante, que se ha dado en Nueva York, Londres, Madrid antes de la crisis. Las ciudades se ¡®gentrifican¡¯. La favela de Vidigal, por ejemplo, se ha convertido en una favela ¡®chic¡¯. Los ¡®¡¯gringos¡¯ alucinan, les encanta a los artistas, a los corresponsales extranjeros. Vik Muniz se ha comprado una casa, hay hoteles¡ Sienten que est¨¢n con el pueblo pobre de Brasil, expian la culpa, luego se olvidan.
En la zona sur de R¨ªo tenemos adem¨¢s el factor de que no se puede construir m¨¢s. Tenemos un problema de oferta. Hay que mudar fronteras, como tratamos de hacer con la rehabilitaci¨®n del centro a medio plazo. La moderaci¨®n de los precios podr¨ªa ser el mayor legado de las Olimpiadas.
P. ?Un posible ¨¦xito de los Juegos servir¨¢ de trampol¨ªn pol¨ªtico hacia la presidencia para usted?
R. No¡ Para m¨ª este es el mejor empleo de Brasil. Si me llama ma?ana Dilma para cambiarme el puesto de presidente, no lo acepto. Lo que me gustar¨ªa es que cambiase la ley para permitirme m¨¢s mandatos aqu¨ª. Un alcalde tiene m¨¢s impacto en la vida de los ciudadanos que un presidente. El mundo es de las ciudades.
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