Grecia, un pa¨ªs cansado
Una cosa es ganar unas elecciones y otra cumplir las promesas o cambiar una sociedad
Esta noche era el turno de la izquierda en los m¨ªtines electorales de final de campa?a. En el trecho que va de la plaza de Sintagma (Constituci¨®n) a la de Omonia (Consenso), el KKE (comunistas ortodoxos) y Syriza (izquierda radical) hab¨ªan convocado a sus partidarios para dar el pen¨²ltimo empuj¨®n a su causa.
Entre medias, las desoladas casetas vac¨ªas con propaganda sin repartir del Pasok y del nuevo partido de Yorgos Papandreu. Y en el ambiente, el pesar de los griegos, un pueblo cansado y con nervios a flor de piel que pueden provocar que dos taxistas lleguen al borde de los pu?os por disputarse una carrera.
Ese cansancio estaba presente tambi¨¦n entre los miles de partidarios de Alexis Tsipras, el l¨ªder de Syriza, hombres y mujeres de todas las edades y condici¨®n social, mucho menos exaltados que los militantes del Pasok en el pasado, pero mucho menos mortecinos que el desfile de nazarenos pr¨®ximos a la tercera edad reunido por el KKE.
Tsipras, buen orador, habl¨® durante 45 minutos, pero apenas fue interrumpido por aplausos o esl¨®ganes. El ondear de banderas, entre ellas algunas espa?olas, y el momento cumbre llegaron cuando fue presentado Pablo Iglesias, el l¨ªder de Podemos, muy conocido en Atenas, que se solt¨® de un tir¨®n y en griego esta frase: ¡°El viento de la democracia sopla en Europa y en Grecia se llama Syriza y en Espa?a, Podemos. Hasta la victoria. Venceremos¡±. Las palabras de Iglesias, con la ventaja de que el griego y el espa?ol comparten id¨¦ntica fon¨¦tica, desataron el instante de entusiasmo del p¨²blico.
Antes, Tsipras hab¨ªa hecho un discurso situ¨¢ndose en el lunes, cuando, si las encuestas no se equivocan, est¨¦ a un paso de ocupar el sill¨®n de primer ministro. A partir de ese d¨ªa, anunci¨®, vendr¨¢ una gran transformaci¨®n, donde Grecia dejar¨¢ de ser un pa¨ªs paria, se acabar¨¢ con el viejo sistema y desaparecer¨¢n la corrupci¨®n, el clientelismo y la evasi¨®n fiscal y, por supuesto, ni mucho menos se trabajar¨¢ pensando en Berl¨ªn porque ¡°el domingo no hablar¨¢n los prestamistas, hablar¨¢n los griegos¡±. El l¨ªder de Syriza, seguro de s¨ª y de su victoria, tambi¨¦n llamo a terminar con las patolog¨ªas griegas, las peque?as corruptelas y los peque?os sobornos tradicionales como el fakelaki (sobrecito) para acelerar tr¨¢mites en la administraci¨®n o recibir mejor atenci¨®n m¨¦dica en un hospital. Pero una cosa es ganar unas elecciones y otra cumplir las promesas o cambiar una sociedad. A veces, los milagros llevan m¨¢s tiempo.
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