Una verdad histri¨®nica
La matanza en Iguala no es un problema de verosimilitud, sino de credibilidad. Las autoridades no han ocultado su deseo de minimizar el asunto y dejarlo atr¨¢s
No es un asunto de verosimilitud, sino de credibilidad. No es que no pueda ser cierto, es que cuesta creerles. Que el crimen desorganizado haya confundido a los estudiantes de Ayotzinapa con miembros de un cartel rival y los haya asesinado no es algo imposible. Salvajismo les sobra, estupidez tambi¨¦n; el cartel Los Guerreros Unidos no son precisamente el profesor Moriarty, ni les caracteriza una talentosa mente criminal.
El problema es que la autoridad responsable no ha ocultado a lo largo de 120 d¨ªas su deseo de minimizar el asunto y dejarlo atr¨¢s. Muchas ganas de darle vuelta a la hoja y muy pocas de resolverlo. Desde el 27 de septiembre la opini¨®n p¨²blica ha podido dar cuenta de la manera en que el ejecutivo federal intent¨® abordar la matanza como un incidente m¨¢s de la larga sangr¨ªa que impone la inseguridad en M¨¦xico. Como si invocar al hoyo negro c¨®smico que ya se ha tragado a 22.000 desaparecidos los eximiera, tambi¨¦n en esta ocasi¨®n, del trabajo de investigar. S¨®lo cuando la prensa mundial y los organismos internacionales mostraron que la indignaci¨®n no ced¨ªa, el Gobierno entendi¨® que la muerte de 43 estudiantes disidentes no pod¨ªa colgarse en el limbo de las cosas perdidas.
De hecho la primera menci¨®n que hace el presidente sobre el tema fue una declaraci¨®n absolutamente desafortunada. Trat¨® de sacudirse toda responsabilidad se?alando que se trataba de un asunto que involucraba a las autoridades locales, tanto municipales como estatales. Casi como si aprovechara el esc¨¢ndalo para desgastar a la oposici¨®n, toda vez que Iguala y Guerrero est¨¢n encabezadas por miembros del PRD. Se dio cuenta que la estrategia hab¨ªa sido equivocada cuando advirti¨® que la opini¨®n p¨²blica internacional no hac¨ªa diferencia entre gobiernos locales y federales. Para el resto del mundo, la atrocidad era imputable al orden de cosas que prevalec¨ªa en el M¨¦xico gobernado por Pe?a Nieto.
El 29 de octubre el presidente finalmente acept¨® intervenir y recibi¨® en Los Pinos a los padres de los j¨®venes desaparecidos. Prefiri¨® que vinieran a visitarlo que acudir a Iguala, como se lo hab¨ªa pedido, entre otros, un editorial del Financial Times, argumentando que el Gobierno ten¨ªa que cambiar su estrategia. S¨®lo la casa presidencial no ve¨ªa lo que el resto del mundo. Lo dej¨® claro un incidente d¨ªas m¨¢s tarde en Espa?a. El s¨¢bado 8 de noviembre un autob¨²s de pasajeros se accident¨® en Murcia y murieron 14 personas. Dos d¨ªas m¨¢s tarde los reyes de Espa?a acudieron al pueblo de Bullas para presidir el funeral y presentar sus condolencias a los familiares. Una medida de respeto y solidaridad con las v¨ªctimas. Pe?a Nieto esper¨® 33 d¨ªas para aceptar que los padres lo visitaran en su casa.
Harto de las marchas ciudadanas de protesta, el 4 de diciembre en Acapulco, a 191 kil¨®metros de Iguala (lo m¨¢s cerca que ha llegado del lugar de la tragedia), hizo un llamado a la opini¨®n p¨²blica y a los padres de familia: ¡°Pido un esfuerzo colectivo para que vayamos hac¨ªa delante y podamos realmente superar este momento de dolor¡±. Las palabras del presidente provocaron furor en las redes sociales en cuesti¨®n de minutos y colocaron el hashtag #YaSup¨¦renlo como tendencia nacional en Twitter. Memes de una y otra ¨ªndole preguntaban al mandatario si ¨¦l podr¨ªa superar el asesinato de un hijo en materia de semanas. Peor a¨²n, la declaraci¨®n presidencial fue asumida, otra vez, como muestra de que el Gobierno no estaba comprometido con su responsabilidad de esclarecer la verdad sino en dejar atr¨¢s los hechos. Tres semanas antes, el procurador Murillo Karam hab¨ªa soltado un desafortunado "ya me cans¨¦" en relaci¨®n a la investigaci¨®n de la que era responsable.
Ciertamente hay confesiones de los presuntos culpables materiales del asesinato. Pero tambi¨¦n es cierto que la justicia mexicana se ha caracterizado por su habilidad para producir revelaciones incriminadoras a golpes. Peor a¨²n, los fiscales y ministerios p¨²blicos tienen un largo historial de investigaciones y fallos arbitrarios para acomodarse a las necesidades pol¨ªticas del soberano. Y Pe?a Nieto y su Gobierno han dejado muy pocas dudas de cu¨¢les eran sus necesidades pol¨ªticas en este caso.
La autoridad enfrenta una terrible paradoja. Podr¨ªa estar documentando una verdad ("una verdad hist¨®rica", dijo Murillo Karam) para vender una enorme mentira: pretender que se ha hecho justicia. No s¨¦ si sean verdades hist¨®ricas, pero s¨ª que son verdades histri¨®nicas. Con el dictamen del procurador Murillo la tragedia de Ayotzinapa queda "zanjada" judicialmente. Para desgracia del Gobierno y de M¨¦xico, el tema hace rato que dej¨® de ser judicial para hacerse pol¨ªtico. Y pol¨ªticamente esto est¨¢ muy lejos de haberse resuelto.
Twitter: @jorgezepedap
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