De Davos a Cartagena
La cita suiza es un bar¨®metro de humores y pron¨®sticos de gente con mucha influencia; la de la ciudad colombiana, sede del festival Hay, es fantas¨ªa para el alma
No debe de haber dos ciudades m¨¢s diferentes. Davos es un pueblo nevado en los Alpes suizos y Cartagena de Indias es un soleado enclave colonial en la costa caribe?a colombiana. Davos no es muy agraciada. Cartagena, en cambio, es probablemente la ciudad m¨¢s bella de Am¨¦rica.
Hace unas semanas ambas localidades hospedaron reuniones tan diferentes como su historia y su geograf¨ªa. En Davos se reuni¨® el Foro Econ¨®mico Mundial y en Cartagena, el Hay Festival. En el primero predominaron las discusiones sobre negocios, geopol¨ªtica, tecnolog¨ªa y poder. En el segundo, las conversaciones fueron, principalmente, sobre libros y literatura.
Como se sabe, desde hace 45 a?os el Foro Econ¨®mico Mundial re¨²ne en Davos, a finales de enero, a una multitud de l¨ªderes mundiales. Este a?o, el Foro tuvo 2.500 participantes de 100 pa¨ªses, incluyendo 40 jefes de Estado, 300 altos funcionarios gubernamentales y 1.500 ejecutivos de las m¨¢s grandes empresas del mundo. Tambi¨¦n asistieron 14 premios Nobel y numerosos acad¨¦micos, activistas, periodistas y artistas.
El Hay Festival naci¨® hace 27 a?os en Hay-on-Wye, un pueblito de Gales de solo 1.900 habitantes, y re¨²ne anualmente a un buen grupo de escritores y amantes de la literatura. Bill Clinton dijo que el Hay Festival es un ¡°Woodstock para la mente¡±. El encuentro ha sido exportado a otras ciudades (Segovia, Nairobi, Kerala, etc¨¦tera) y, desde hace 10 a?os, tambi¨¦n se lleva a cabo, con creciente ¨¦xito, en Cartagena (Colombia). Este a?o atrajo a 183 conferenciantes (incluyendo dos premios Nobel) as¨ª como a novelistas, ensayistas, poetas, cineastas y periodistas que participaron en 115 sesiones. Y mientras que los asistentes al Foro Econ¨®mico Mundial en Davos se conmovieron con un maravilloso concierto de Andrea Bocelli, los de Hay-Cartagena aplaudieron a rabiar una magistral conversaci¨®n-recital de Juan Luis Guerra.
La reuni¨®n de Davos es un evento ¨²nico y su poder de convocatoria es inigualable. El Foro atrae un gran n¨²mero de participantes conocidos por su peso pol¨ªtico, econ¨®mico o medi¨¢tico, por su activismo social, sus descubrimientos cient¨ªficos o su arte. Por supuesto que es una reuni¨®n de una cierta ¨¦lite mundial y es obvio que en los corredores del centro de congresos de Davos no se va a gestar la rebeli¨®n que pondr¨¢ de cabeza el injusto orden existente en el mundo. Pero es igualmente cierto que en Davos se pueden detectar tempranamente tendencias, temas e ideas que tendr¨¢n un gran impacto internacional. As¨ª, mientras algunos perciben la reuni¨®n de Davos como una conspiraci¨®n, yo la veo como un interesante bar¨®metro de los humores, temores y pron¨®sticos de un grupo de gente con mucha influencia.
Este a?o, por ejemplo, el ambiente contrast¨® con el de reuniones anteriores. Desde la crisis de 2008, las conversaciones en Davos hab¨ªan estado imbuidas de gran ansiedad acerca de los peligros econ¨®micos: ?cu¨¢l es el pr¨®ximo pa¨ªs o gran instituci¨®n financiera que colapsar¨¢?, era la pregunta m¨¢s frecuente. Ya no. La preocupaci¨®n por la econom¨ªa mundial se mantiene y la an¨¦mica situaci¨®n de Europa figura muy arriba en la lista de riesgos. Pero ya no hay la sensaci¨®n de que estamos al borde de un precipicio econ¨®mico global. Este a?o la ansiedad pas¨® de la econom¨ªa a la geopol¨ªtica: ?cu¨¢l ser¨¢ la pr¨®xima guerra, insurrecci¨®n o conflicto no tradicional que descarrilar¨¢ al mundo? No hay consenso sobre la respuesta: algunos ven el riesgo en la beligerancia de Rusia y otros en Oriente Pr¨®ximo o en las fricciones entre China y sus vecinos. Pero un interesante indicador es que si hace unos a?os Vlad¨ªmir Putin se present¨® en Davos y su estilo y discurso llevaron a muchos a concluir que era el hombre m¨¢s poderoso del planeta, este a?o su imagen es m¨¢s la de un l¨ªder debilitado, aislado y peligroso que la de un estadista mundial.
En Hay-Cartagena, tanto la audiencia como las angustias fueron de otro tipo. Mientras que el 67% de los asistentes a Davos vinieron de Norteam¨¦rica y Europa, en Cartagena el p¨²blico era casi todo latinoamericano, principalmente colombiano. Y para muchos, la preocupaci¨®n era c¨®mo llegar a las sesiones antes de que se llenara la sala, lo cual ocurr¨ªa casi siempre. Vi largas colas de gente esperando bajo el inclemente sol caribe?o para¡ o¨ªr hablar de libros. Cuando muchos pronostican el fin de los libros y la degradaci¨®n de la literatura y su reemplazo por breves mensajes digitales, en Cartagena hab¨ªa revendedores callejeros ofreciendo entradas un poco m¨¢s caras que el precio oficial (8 d¨®lares) para entrar a sesiones sobre novelas o poes¨ªa como si fuesen un partido de f¨²tbol o un concierto de rock. Y las vend¨ªan todas. En la cuna del realismo m¨¢gico se da este muy real milagro.
As¨ª, mientras que la reuni¨®n de Davos es buena para el cerebro, la de Cartagena es fant¨¢stica para el alma.
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