¡°Aunque Tsipras logre s¨®lo el 5% de lo que prometi¨®, ya ser¨¢ mucho¡±

¡°Se hace campa?a con la poes¨ªa, pero se gobierna con la prosa¡±. La frase atribuida al antiguo gobernador de Nueva York Mario Cuomo podr¨ªa aplicarse al pie de la letra a la tesitura en que se halla, apenas un mes despu¨¦s de llegar al poder, el Gobierno de Alexis Tsipras: de las promesas a la realidad hay un trecho, y el acuerdo firmado el viernes con el Eurogrupo ha puesto de relieve lo abrupto que puede llegar a ser. Pero a las voces cr¨ªticas que se han alzado en los ¨²ltimos d¨ªas en el seno de Syriza, el partido de Tsipras, por considerar que el pacto contradice, e incluso niega, su programa electoral, se contrapone la confianza total, casi fe ciega, de la ciudadan¨ªa en el Ejecutivo griego: el 81% le apoya en las negociaciones con Europa, seg¨²n la ¨²ltima encuesta, previa a la reuni¨®n del viernes de los ministros de la eurozona. El 73% cree tambi¨¦n que Tsipras es el hombre adecuado para sacar a Grecia del pozo de cinco a?os de recesi¨®n, mientras que el 90% rechaza la troika y el 83%, el programa de rescate.

El acuerdo de m¨ªnimos pactado con el Eurogrupo bien podr¨ªa erosionar ese apoyo. O la modesta propuesta de reformas por parte del Ejecutivo, tibio reflejo del ambicioso programa electoral. O ninguna de las dos cosas, a juzgar por las opiniones o¨ªdas durante este d¨ªa desabrido y festivo (Lunes de Cuaresma), v¨ªspera del aterrizaje en una realidad preocupante, la de, tal vez, tener que tragarse un nuevo sapo europeo. ¡°No importa si tenemos que ir m¨¢s despacio, pasito a pasito. Claro que nos habr¨ªa gustado que todas las promesas se cumplieran de golpe, pero enfrente tenemos enemigos temibles, como Alemania, dispuesta a darnos duro para que no levantemos cabeza, y por eso lo que consiga [Tsipras], aunque sea poco, ser¨¢ mejor que lo que hemos tenido estos cinco a?os¡±, afirmaba este lunes Evanguelia Alexaki, una de las ¡°Limpiadoras en Lucha¡± acampadas en el centro de Atenas desde hace 10 meses, junto a la tienda de campa?a en la que a¨²n pernoctan pese al anuncio del Gobierno de su inminente recontrataci¨®n (un mensaje anterior al acuerdo, que estipula el coste cero de las reformas).

La actitud de Alexaki y otras dos compa?eras, que degustan junto a un brasero los dulces t¨ªpicos del d¨ªa ¡ª¡°nos los han tra¨ªdo tenderos del barrio, nos cuidan mucho¡±¡ª, es casi un acto de fe: este martes se celebra un juicio en Atenas por la irregularidad de sus despidos ¡ªsancionada por el Constitucional griego¡ª, pero conf¨ªan en regresar a sus puestos de trabajo ¡°en un mes o mes y medio¡±. ¡°Nos lo ha prometido Tsipras, y tambi¨¦n Katrougalos [viceministro de la Reforma Administrativa], que vino a vernos y nos dijo que si no volvemos a ser contratadas dimitir¨¢, y que tambi¨¦n deber¨ªa dimitir el Gobierno en pleno¡±, esgrime Alexaki como salvaguarda, o como si las promesas a veces no las cargara el diablo.

Sobre las cr¨ªticas lideradas por el h¨¦roe de la resistencia Manolis Glezos?¡ªal que se han sumado en las ¨²ltimas horas Mikis Theodorakis, hist¨®rico compa?ero de viaje de la izquierda; el prestigioso economista y diputado de Syriza Kostas Lapavitsas y una eurodiputada del partido¡ª, Alexaki recurre a los pa?os calientes: ¡°Veneramos a Glezos, para los griegos es un s¨ªmbolo, y sin duda su intenci¨®n es que las cosas se hagan mejor y m¨¢s deprisa, pero no se puede criticar a un Gobierno que lleva menos de un mes en el poder. Un Gobierno se juzga en cuatro a?os, no en tres semanas¡±. Le da la raz¨®n, en un barrio bien de Atenas, Mar¨ªa Dimitrakis, economista y votante de Syriza. ¡°No es de recibo ese bofet¨®n [de Glezos]. Aunque Tsipras s¨®lo logre ahora el 5% de lo que prometi¨®, ya ser¨¢ mucho. Las reformas que Grecia necesita no son tanto contables como de ra¨ªz, una transformaci¨®n profunda y sustancial del Estado, y eso no cuesta dinero, s¨®lo voluntad pol¨ªtica. Y Tsipras la tiene. Con ¨¦l y con Varoufakis, Grecia va a salir adelante, estoy segura, aunque ahora nos lo pongan tan dif¨ªcil¡±.

En una estaci¨®n de autobuses atiborrada de viajeros que apuran el puente de tres d¨ªas, Anthoula, universitaria, clase media y profundo escepticismo, se encoge de hombros al pregunt¨¢rsele su opini¨®n sobre el pacto. ¡°No sabr¨ªa qu¨¦ decirle, porque negociar en Bruselas invocando la crisis humanitaria del pa¨ªs mientras la ocupaci¨®n hotelera ha sido [este puente] del 100%, parece un contrasentido, ?no? Tambi¨¦n es verdad que mi familia no ha sufrido mucho la crisis, por suerte, por eso entiendo que los m¨¢s desfavorecidos se agarren a un clavo ardiendo, aunque sea la esperanza en el cambio¡­ pero es tan poca cosa, y tan vol¨¢til¡­¡±. El aterrizaje en la realidad, o el despertar del sue?o, se impone d¨ªa a d¨ªa en Grecia.