Puro Netanyahu
El primer ministro israel¨ª repite con Ir¨¢n la jugada de hace 20 a?os con los acuerdos de Oslo
Prefiere dejar las cosas como est¨¢n. Le conviene m¨¢s la amenaza que el camino para la desaparici¨®n de la amenaza. Dice que el acuerdo con Ir¨¢n no es bueno y que hay que mejorarlo. Pero todos sabemos que no quiere que haya acuerdo alguno. De ah¨ª que pida la luna: incluir el reconocimiento de Israel por Teher¨¢n, un argumento de una debilidad extrema, que el exnegociador iran¨ª Seyed Hussein Mousavian desmontaba ayer en estas mismas p¨¢ginas: de acuerdo, y que Israel reconozca en justa correspondencia al Estado palestino.
Estamos ante la repetici¨®n de la misma jugada dos d¨¦cadas despu¨¦s. Los halcones, con Netanyahu en cabeza, tampoco quer¨ªan los acuerdos de Oslo (1993 y 1995), que deb¨ªan conducir a un tratado de paz y a la autodeterminaci¨®n palestina. Primero los rechazaron y luego decidieron aceptarlos de boquilla y boicotearlos en los hechos, especialmente sobre el territorio palestino, mediante la colonizaci¨®n.
Los acuerdos de Oslo ten¨ªan muchos defectos, como los tienen los de Lausana sobre el programa nuclear iran¨ª. Recibieron cr¨ªticas de los radicales de ambas partes, israel¨ªes y palestinos. Eso s¨ª, abr¨ªan las puertas a un proceso. Pero de futuro incierto, que hab¨ªa que ir ganando d¨ªa a d¨ªa. Eran, como los de ahora, la alternativa al mal mayor. En frase famosa de Churchill, mejor jaw-jaw que war-war, es decir, mejor darle a la lengua que al gatillo. Eso es todo.
Lo peor que le ha pasado a Netanyahu es que se ha quedado solo con su war-war. Nada entusiasmaba tanto a los halcones como la frase amenazante de que todas las opciones estaban encima de la mesa. La eventualidad de un bombardeo era lo ¨²nico que les permit¨ªa justificar la continuaci¨®n de la negociaci¨®n. A Netanyahu no le interesa un Ir¨¢n que deje de ser amenazante, se integre en la econom¨ªa global (est¨¢n salivando ya las grandes firmas mundiales de la energ¨ªa y del consumo) y proyecte todo su peso geopol¨ªtico. Un Ir¨¢n as¨ª, ahora dif¨ªcil de entrever, obliga tambi¨¦n a Israel a cambiar, ante los palestinos y en relaci¨®n con su oculta y potente arma nuclear.
Netanyahu, a 20 a?os vista, ha vencido a Oslo. El precio es inmenso (en vidas humanas, con la de Rabin en primer lugar), pero puede crecer todav¨ªa si termina haci¨¦ndose incompatible la democracia israel¨ª con la identidad jud¨ªa de Israel. La jugada de Obama con Ir¨¢n es envolvente y conduce a superar la derrota de Oslo con esta apuesta mayor, cuyo desenlace deber¨¢ tropezar necesariamente con los palestinos. El conflicto palestino no es la causa universal de todos los conflictos, como pretende una cierta visi¨®n ingenua de la regi¨®n, pero no habr¨¢ paz, estabilidad e integraci¨®n regional, Israel incluida, sin la resoluci¨®n del contencioso palestino.
Washington ha virado definitivamente con Obama. La democracia no llegar¨¢ por los cambios de r¨¦gimen promovidos por la fuerza sino por las reformas que facilitan la diplomacia, la cooperaci¨®n y la apertura econ¨®mica.
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