El pasado se desploma
De Suiza a Panam¨¢, el pasado se desploma. Ocurre cuando EE UU decide tratar con sus enemigos, implicarse con los hasta hace poco miembros de un eje del mal que a su vez respond¨ªan demonizando al Gran Sat¨¢n imperialista yanqui. El pragmatismo desplegado por Obama, convencido de que es mejor un regular acuerdo que una mala guerra, sirve para cortar nudos gordianos en Oriente Pr¨®ximo o en el Caribe. El presidente, que lleg¨® a la Casa Blanca ofreciendo mano tendida a los adversarios m¨¢s recalcitrantes, ha tardado m¨¢s de seis a?os en convertir su discurso en hechos. Porque busca un lugar para su presidencia en la historia, porque el discurrir de las dos guerras, Afganist¨¢n e Irak, que ha cerrado a medias le ha mostrado la inutilidad de la fuerza militar para resolver conflictos.
Y en tercer lugar, porque ha comprendido la ineficacia de viejas pol¨ªticas de aislamiento. La repetici¨®n de lo que no ha funcionado, m¨¢s de medio siglo con Cuba, y 34 a?os con Ir¨¢n, no pod¨ªa producir resultados distintos. El arma mejor de la que dispone Obama es la implicaci¨®n con los m¨¢s opuestos a los valores de la democracia liberal. Y el reflejo de su poder blando sobre cubanos e iran¨ªes. Ya no tiene que afrontar elecci¨®n alguna y su relativa audacia tiene sentido, aunque descarrile el d¨¦bil preacuerdo con Ir¨¢n o se haga esperar el deshielo definitivo con La Habana.
Washington ha entendido la ineficacia de viejas pol¨ªticas de aislamiento
Los largos a?os de descuido de EE UU hacia Latinoam¨¦rica son un error may¨²sculo. La cumbre de las Am¨¦ricas en Panam¨¢, por fin con Cuba, expulsada de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) por presiones de EE UU en 1962, se?ala el inicio de una era nueva en las relaciones interamericanas, en la que cabe esperar que el pragmatismo triunfe sobre la ideolog¨ªa.
La Cuba castrista, sin renunciar a su r¨¦gimen comunista, regresa al hemisferio americano. Washington admite que se ha equivocado con el embargo y reconoce la dignidad de los cubanos y su soberan¨ªa nacional, como respeta a Ir¨¢n como potencia regional con intereses leg¨ªtimos. Esta nueva normalidad, cogida con alfileres, es factible porque no est¨¢ condicionada al cambio del r¨¦gimen castrista o a la salida de los cl¨¦rigos isl¨¢micos. Washington deber¨¢ convivir con ambos. Y admite tambi¨¦n, abandonando el burladero de la seguridad nacional, que sus intereses vitales no est¨¢n en juego ni en La Habana ni en Teher¨¢n.
Ra¨²l Castro, con habilidad diplom¨¢tica y la ayuda de Venezuela, ha logrado cubanizar la agenda interamericana, donde coexisten m¨²ltiples organizaciones multilaterales sin presencia de Washington: Alba, Celal, Unasur, que afirman la autonom¨ªa frente a EE UU, parapetada tras la OEA. Si por decisi¨®n de Obama el pasado se desploma, tambi¨¦n deber¨ªa hacerlo el viejo y anacr¨®nico antiamericanismo que late a¨²n en gran parte de Latinoam¨¦rica. Porque habr¨ªa ca¨ªdo tambi¨¦n la potencia imperialista. Obama ha pulsado la tecla de reinicio.
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