Estudiantes venezolanos a la deriva
Un grupo de j¨®venes malvive en Espa?a por el impedimento de acceder a divisas
¡°Todo lo hicimos bien, pero todo nos est¨¢ saliendo mal¡±. Jindy Morales, periodista venezolana de 29 a?os, trabaj¨® y ahorr¨® para poder estudiar Artes Audiovisuales en Madrid. Lleg¨® a la capital espa?ola hace seis meses y no puede disponer de su dinero, ya que el Gobierno de su pa¨ªs no le permite cambiar a una divisa extranjera los bol¨ªvares que tiene. Como ella, muchos de sus compatriotas emigrados no saben si podr¨¢n comer ma?ana. ¡°Estoy aprendiendo a sobrevivir¡±. ¡°Mi principal preocupaci¨®n es tener comida¡±. Los lamentos aumentan a medida que pasan los d¨ªas y los ahorros de los venezolanos que decidieron estudiar en Espa?a disminuyen.
Morales pidi¨® las divisas antes de abandonar Venezuela. El ¨®rgano encargado de gestionar la demanda es el Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex). Hace cuatro meses, cuando Morales ya llevaba dos en Espa?a, su petici¨®n entr¨® en estado de ¡°an¨¢lisis¡±, una especie de lista de espera de cuya resoluci¨®n depende que Morales pueda pagar el alquiler o tener con qu¨¦ comer. ¡°Es dif¨ªcil saber que trabaj¨¦ y que ahora mi dinero est¨¢ atrapado¡±, lamenta.
La normativa que regula la prestaci¨®n de divisas en Venezuela establece, en una de sus cl¨¢usulas, que su adjudicaci¨®n depender¨¢ de si el Banco Central tiene o no los recursos para otorgarlas. Por eso, los estudiantes no reciben el capital que necesitan, explica Jos¨¦ Vicente Carrasquero, profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Sim¨®n Bol¨ªvar de Venezuela. El pasado viernes, el Ejecutivo venezolano aprob¨® otra normativa que agrega m¨¢s restricciones, entre ellas, limita la cantidad que se puede gastar con tarjeta de cr¨¦dito. En el caso de Espa?a, un m¨¢ximo de 2.000 d¨®lares si se viaja m¨¢s de ocho d¨ªas.
¡°Salimos de nuestro pa¨ªs para estudiar, pero ahora estamos en el borde de quedar en la calle. Aunque hay un l¨ªmite de 1.300 euros mensuales para manutenci¨®n, nos est¨¢n negando las solicitudes. No estamos pidiendo nada regalado. Lo que exigimos es nuestro¡±, dice Henry Sosa, presidente de la Asociaci¨®n de Estudiantes Venezolanos en Espa?a, que surgi¨® para dar voz a quienes no reciben el dinero que tienen en su pa¨ªs.
Las barreras para acceder a su propio dinero comienzan, sin embargo, mucho antes de salir de su pa¨ªs. El Gobierno tiene definidas unas carreras que considera ¡°prioritarias¡±. Es decir, si un venezolano elige una profesi¨®n que no est¨¢ en esa lista, no tiene derecho a pedir sus divisas. Si la vocaci¨®n del estudiante est¨¢ dentro de esas ¨¢reas, el m¨¢ximo que puede solicitar ¡ªaunque disponga de mucho m¨¢s dinero¡ª ronda los mil d¨®lares mensuales. Despu¨¦s depender¨¢ de que el Cencoex lo apruebe. En palabras del profesor Carrasquero, ¡°el Gobierno le est¨¢ diciendo a los estudiantes: ¡®te vas, pero a tu propio riesgo¡±. Un riesgo que se ha convertido en drama: las universidades ya han dado de baja a varios por no tener dinero para pagar la matr¨ªcula; otros han llegado a dormir en la calle; y, de no ser por los centros de acopio que se han abierto para ayudarlos, la mayor¨ªa no tendr¨ªan con qu¨¦ alimentarse.
Salimos de nuestro pa¨ªs para estudiar, pero ahora estamos en el borde de quedar en la calle" Henry Sosa, uno de los estudiantes afectados
Ricardo ?lvarez, presidente en Madrid del Centro Cristiano para las Naciones, es una de las personas que ayuda a estos j¨®venes. Cuando ley¨® en la prensa la situaci¨®n que atraviesan, ¨¦l y el resto de su congregaci¨®n ¡ªunas 30 personas¡ª reunieron alimentos no perecederos, ropa y productos de higiene personal. Despu¨¦s, contactaron con los estudiantes a trav¨¦s de Twitter y Facebook y les informaron de que hab¨ªan instalado un centro de provisiones cerca de la madrile?a glorieta de Marqu¨¦s de Vadillo, en la casa de la pastora evang¨¦lica Martha Mart¨ªnez, para que pudieran recoger el material.
En casa de Mart¨ªnez, platos de queso y jam¨®n esperan a los estudiantes, que saben que tienen las puertas abiertas los martes y los jueves a partir de las cuatro de la tarde. ¡°Llegan unos 10 a la semana¡±, afirma ?lvarez. Hay de todo: desde j¨®venes que rondan la veintena a familias con hijos. ¡°Es gente que en su pa¨ªs no ha necesitado nunca un plato de comida¡±, explica ?lvarez. La necesidad es lo ¨²nico que lleva a los estudiantes a vencer el pudor para acudir a algunos de los nueve centros de almacenamiento que hay ya en Madrid. ¡°No es f¨¢cil encontrar la manera de sobrevivir, por eso estos lugares son una gran ayuda¡±, dice Andrea Parra, una abogada de 24 a?os que cursa un m¨¢ster en la Universidad de Alcal¨¢ y que lidera el movimiento.
Los estudiantes, con la ayuda del abogado Williams C¨¢rdenas, han recurrido al consulado de Venezuela en Madrid y han enviado comunicados a la Uni¨®n Europea y al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos relatando su situaci¨®n. ¡°Algunos rayan en la indigencia. Es necesario que la comunidad internacional sepa lo que est¨¢ pasando¡±, dice el abogado.
Iv¨¢n Simonovis-Perti?ez, uno de los j¨®venes afectados residente Barcelona, dirigi¨® un v¨ªdeo de 12 minutos, A la deriva, en el que relata c¨®mo viven con la angustia de no poder recibir su dinero. Seg¨²n ¨¦l, las palabras de ese t¨ªtulo son las que mejor describen sus d¨ªas.
El v¨ªdeo A la deriva?del venezolano?Iv¨¢n Simonovis-Perti?ez.
El v¨ªdeo A la deriva?del venezolano?Iv¨¢n Simonovis-Perti?ez.
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