?Necesitamos tantos cient¨ªficos?

Facebook nos hizo replantearnos nuestra noci¨®n sobre la privacidad. Gracias a Google nos preguntamos si tenemos derecho al olvido. Ahora llega la tecnolog¨ªa m¨®vil a nuestras mu?ecas, un reloj puede analizar nuestra ¨²ltima carrera o las calor¨ªas que acabamos de quemar y Estados Unidos se pregunta si las humanidades se han convertido en un estudio irrelevante o son m¨¢s necesarias que nunca.

La tecnolog¨ªa nos ha impuesto todo tipo de ¡°m¨¦tricas¡± para asuntos que en realidad no se pueden medir, argumenta Leon Wieseltier, editor cultural de la revista The Atlantic. Wieseltier ha sido una de las ¨²ltimas voces en desatar la pol¨¦mica al hacer un llamamiento en defensa de la educaci¨®n en humanidades frente a la oleada de campa?as para educar y reclutar cient¨ªficos en EE UU. Sin fil¨®sofos, pol¨ªticos ni pensadores, alega, ?qui¨¦n va a redefinir los l¨ªmites morales y ¨¦ticos que sigue rompiendo el avance de la tecnolog¨ªa?

¡°Se asignan valores num¨¦ricos a cosas que no pueden capturar los n¨²meros. Conceptos econ¨®micos inundan ¨¢mbitos no econ¨®micos. ?Los economistas son nuestros expertos en felicidad! Donde antes quedaba la sabidur¨ªa, ahora reina la cuantificaci¨®n¡±. El ensayo de Wieseltier, Among the Disrupted, publicado por The New York Times y en el que comentaba una obra del escritor Mark Greif, ha sido interpretado tambi¨¦n como una cr¨ªtica a la tecnolog¨ªa. Las palabras del intelectual vibran con intensidad en un momento de debate en EE UU sobre lo que muchos consideran como un ¨¦nfasis excesivo en la educaci¨®n cient¨ªfica frente a las artes y las humanidades.

El car¨¢cter de nuestra sociedad no puede quedar determinado por ingenieros¡± Leon Wieseltier

¡°Para aquellos que piensan que todo lo que necesitamos son programas de ciencias, les recomiendo que miren a los lugares donde se ha hecho as¨ª anteriormente¡±, afirma Deborah Fitzgerald, decana de la Facultad de Historia y Ciencias Sociales del Massachusetts Institute of Technology (MIT). ¡°En esos pa¨ªses ahora hay generaciones de licenciados sin preparaci¨®n para ser pol¨ªticos ni jueces, que no conf¨ªan en el pensamiento cr¨ªtico para resolver problemas humanos¡±.

El MIT de Boston, donde el 100% de sus alumnos estudian grados cient¨ªficos, obliga a los estudiantes a tomar un cuarto de sus asignaturas en el ¨¢mbito de las ciencias sociales o el arte. Fitzgerald, profesora de Historia de la Tecnolog¨ªa en el MIT, asegura que el ¨²ltimo empuje de los estudios de humanidades surgi¨® a principios del siglo XX ¡°en reacci¨®n al enorme abrazo que se hab¨ªa dado justo antes a las ciencias¡±. La decana lo describe como un ¡°p¨¦ndulo¡± que va y viene a lo largo de la historia.

El estallido intelectual y rom¨¢ntico en la Inglaterra del siglo XVIII, dice Fitzgerald, fue una respuesta a la oleada de migrantes rurales al Londres de la revoluci¨®n industrial, cuando la poblaci¨®n de la capital se multiplic¨® dos veces y media en solo 100 a?os. La reubicaci¨®n de la poblaci¨®n, explica Clay Shirky en su obra ¡®Cognitive Surplus¡¯ sobre la creaci¨®n de conocimiento colaborativo, donde tambi¨¦n hace una par¨¢bola entre aquel momento y el actual, que provoc¨® tanto la destrucci¨®n de los modos de vida antiguos como la creaci¨®n de un nuevo modelo urbano.

El MIT, donde el 100% de los alumnos estudian grados cient¨ªficos, obliga a los estudiantes a tomar un cuarto de sus asignaturas en el ¨¢mbito de las ciencias sociales o el arte

Si lee este texto en una pantalla digital, est¨¢ viendo un ejemplo de c¨®mo la ¨²ltima revoluci¨®n tecnol¨®gica es la que ya ha introducido dispositivos electr¨®nicos y m¨®viles en casi todas nuestras actividades diarias. Los institutos ense?an a los alumnos a escribir el lenguaje de los ordenadores y el c¨®digo HTML, PHP o JavaScript se suma a las asignaturas de idiomas. En EE UU, la tendencia ha cobrado tintes pol¨ªticos.

El senador republicano y candidato a la presidencia en 2016 Marco Rubio brome¨® recientemente si ¡°merece la pena tomar un pr¨¦stamo de 40.000 d¨®lares para licenciarse en Filosof¨ªa Griega, ya que el mercado para contratar a fil¨®sofos griegos es muy competitivo¡±. Rubio no es el ¨²nico que ha rechazado la importancia de subvencionar la educaci¨®n en humanidades. Su compa?ero de partido y gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory, declar¨® en 2013 que no quiere ¡°subvencionar una licenciatura que no vaya a garantizar un empleo¡±.

Los defensores de la importancia de las humanidades se muestran preocupados tambi¨¦n por el ¨¦nfasis que ha realizado la Administraci¨®n Obama en programas conocidos como STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) y cuyo objetivo es aumentar el n¨²mero de estudiantes de ciencia y tecnolog¨ªa en los institutos, pero no incluye m¨¢s recursos ni m¨¢s horas para las clases de humanidades.

Obama ha vinculado estas iniciativas con la demanda de ingenieros e inform¨¢ticos que ejerce el sector tecnol¨®gico, siguiendo las l¨ªneas de l¨ªderes como Steve Jobs o Bill Gates. El fundador de Microsoft declar¨® ante el Congreso que EE UU sufre ¡°la escasez de cient¨ªficos e ingenieros con experiencia para desarrollar la pr¨®xima generaci¨®n de inventos revolucionarios¡±. Sin embargo, voces como el columnista de The New York Times Nicholas Kristof alertan de que por cada licenciado en filolog¨ªa inglesa en EE UU, ya hay siete en una rama de negocios.

Wieselter lidera las voces que recuerdan que toda tecnolog¨ªa ¡°ha sido utilizada antes que comprendida completamente¡± y que esa comprensi¨®n llega desde el conocimiento de las humanidades y el arte, no s¨®lo la tecnolog¨ªa. ¡°Siempre hay un hueco entre la innovaci¨®n y el entendimiento de sus consecuencias. Ahora vivimos en ese par¨¦ntesis y es el momento adecuado para reflexionar¡±.

Puedes juntar a todos los Zuckerberg del mundo pero si los a¨ªslas y no los combinas con el por qu¨¦ de lo que est¨¢n haciendo, tendr¨ªamos un mundo muy dif¨ªcil de manejar¡±?

En la actualidad, 1.5 millones de estudiantes de primaria en EE UU no reciben clases de m¨²sica y otros 4 millones tampoco participan en lecciones de artes visuales, seg¨²n datos del Centro Nacional de Estad¨ªsticas de Educaci¨®n. El 100% de los estudiantes de escuelas p¨²blicas, un total de 23 millones, nunca tienen una clase de danza ni de teatro.

Zakaria denuncia que el estudio de las artes y las humanidades es percibido como ¡°un lujo costoso¡± y que el ¨¦nfasis en las asignaturas de ciencias se debe a una ¡°malinterpretaci¨®n¡± de los datos que pone a EE UU ¡°en una v¨ªa muy peligrosa¡±. El autor de ¡®En defensa de la educaci¨®n progresista¡¯ pide la creaci¨®n de un sistema educativo que promueva la creatividad y el pensamiento cr¨ªtico. Y cita a Steve Jobs, fundador de Apple, quien asegur¨® en la presentaci¨®n del iPad en 2007 que en ¡°el ADN de Apple no es la tecnolog¨ªa, sino su combinaci¨®n con las artes y con las humanidades, lo que nos aporta el resultado¡±.

¡°Puedes juntar a todos los Zuckerberg del mundo pero si los a¨ªslas y no los combinas con las razones, el por qu¨¦ de lo que est¨¢n haciendo, tendr¨ªamos un mundo muy dif¨ªcil de manejar¡±, dice Dave Csyntian, presidente de la organizaci¨®n See The Change, que aboga por la inmersi¨®n en programas de ciencias a edades m¨¢s tempranas. ¡°El pensamiento cr¨ªtico es imprescindible¡±.

Csyntian reconoce que la idealizaci¨®n de creadores como el fundador de Facebook puede atraer a muchos adolescentes hacia la tecnolog¨ªa, pero puede ser un arma de doble filo. ¡°La tecnolog¨ªa nos ayuda a responder el qu¨¦ con aparatos en nuestra mu?eca, nuestro reloj, nuestro tel¨¦fono¡­ pero nos estamos perdiendo el por qu¨¦¡±. Esa cuesti¨®n, afirma, depende del pensamiento cr¨ªtico de los alumnos como de los ciudadanos, y ¡°si sacamos esa parte de la ecuaci¨®n, nos estamos perdiendo algo fundamental¡±.

¡°La industria demanda cualificaciones cient¨ªficas e inform¨¢ticas, pero son el arte y las humanidades las que lo unifican todo¡±, dice Edward Abeyta, asesor del decanato de la Universidad de California en San Diego. Abeyta argumenta que no se puede obviar c¨®mo un estudiante de m¨²sica aprende a trabajar en equipo en una orquesta, adquiriendo cualidades que va a necesitar en el futuro. ¡°Somos una naci¨®n de creadores e innovadores. Sin el arte, sin el dise?o, lo perder¨ªamos¡±.

En la actualidad, 1.5 millones de estudiantes de primaria en EE UU no reciben clases de m¨²sica y otros 4 millones tampoco participan en lecciones de artes visuales

El ¨²ltimo presupuesto de Obama destin¨® 3.100 millones de d¨®lares a programas de educaci¨®n p¨²blica, sin que la tendencia haya mejorado significativamente el nivel de los estudiantes ni resolver la falta de profesionales especializados que demanda el mercado. EE UU sigue atascado en el puesto 29 del informe PISA en matem¨¢ticas y el 22 en ciencias, por detr¨¢s de pa¨ªses como Estonia, Taiwan, Singapur, Suiza y Holanda.

Seg¨²n Csyntian, una de las razones es que los estudiantes no reciben clases de f¨ªsica o matem¨¢ticas hasta una edad m¨¢s tard¨ªa que en Europa o Asia. ¡°Lo entendemos como un catalizador para que los alumnos puedan tomar mejores decisiones de cara al futuro¡±. Esas decisiones dependen para Csyntian de que los adolescentes entren en contacto con el conocimiento cient¨ªfico desde una edad temprana. ¡°Sea en el campo que sea, les ayuda entender c¨®mo funciona el mundo que nos rodea¡±.

Para Wieseltier, ¡°el procesamiento de informaci¨®n no es el m¨¢ximo al que puede aspirar el esp¨ªritu humano, como tampoco lo es la competitividad en una econom¨ªa global¡±, dice en respuesta a la filosof¨ªa de compa?¨ªas como Google. ¡°El car¨¢cter de nuestra sociedad no puede quedar determinado por ingenieros¡±.

Diversas campa?as como la impulsada por el presidente Obama han ayudado a concienciar a la poblaci¨®n de que EE UU necesita m¨¢s profesionales en el ¨¢mbito de las ciencias y la tecnolog¨ªa. Sin embargo, asegura Csyntian, todav¨ªa no se ha comprendido del todo que lo m¨¢s importante es el contacto de los alumnos con esos contenidos a una edad m¨¢s temprana para que puedan elegir mejor.

¡°La innovaci¨®n no es solo un asunto t¨¦cnico sino de comprensi¨®n de c¨®mo funcionan las personas y las sociedades, lo que quieren y lo que necesita¡±, escribe Zakaria. ¡°Am¨¦rica no va a dominar el siglo XXI haciendo chips sino reimaginando c¨®mo interact¨²an los ordenadores y otras tecnolog¨ªas con los seres humanos¡±.