Singular la Espa?ola, poco plurales algunos juicios
El desarrollo de Hait¨ª es responsabilidad compartida de la comunidad internacional y los haitianos mismos
Respuesta del Embajador de la Rep¨²blica Dominicana ante el Reino de Espa?a, D. An¨ªbal de Castro Rodr¨ªguez, a la pieza La ¡®desdominicanizaci¨®n¡¯ de La Espa?ola, de Pedro Reina P¨¦rez
De singular, la Espa?ola tiene mucho. ?nica isla con dos estados independientes, ha alumbrado realidades nacionales marcadamente diferentes sin las tensiones propias de pa¨ªses devenidos parad¨®jicamente ant¨ªpodas por la vecindad y la historia aneja. Ambos han asumido la b¨²squeda incesante de la libertad como causa irrenunciable, y opuesto a la intromisi¨®n extranjera la vocaci¨®n soberana de pueblos que han sufrido en carne propia la tragedia de las ambiciones imperiales. No nos apartan la raza ni pretensi¨®n alguna de superioridad, sino ¨ªndices de desarrollo relativo que est¨¢n ah¨ª, prueba cierta de que los dominicanos hacemos la tarea y trabajamos con ah¨ªnco para alcanzar lo mucho o poco que con orgullo colocamos en el rengl¨®n de logros.
Sin frontera efectiva, la poblaci¨®n m¨¢s pobre ha fluido descontrolada al espacio m¨¢s pr¨®spero. En el pasado de autoritarismo com¨²n, el tr¨¢fico de trabajadores estacionales tuvo visos de esclavitud moderna: la sangre derramada, mucha o poca, se pag¨® a precio vil. Culpa compartida, nunca escarnio solitario.
Nos acusan de pr¨¢cticas racistas quienes muy cerca a nosotros s¨ª son culpables probados
Con pleno apego a nuestras leyes, compatibles con el derecho internacional y los derechos humanos, los dominicanos hemos decidido regular la migraci¨®n. Sin aspavientos nacionalistas, sino compelido por la urgencia com¨²n a todo Estado de controlar su territorio y extender el cobijo de la ley a todos los residentes.
Hemos ido m¨¢s lejos que Estados Unidos al que Puerto Rico pertenece (como ejemplo de pa¨ªs industrializado), y acordado facilidades y ventajas para que los extranjeros en situaci¨®n migratoria irregular adquieran gratuitamente un estatus legal. Hemos corregido con legislaci¨®n ad-hoc las asperezas de la sentencia hist¨®rica del Tribunal Constitucional del 2013 sobre qui¨¦n tiene derecho a la nacionalidad dominicana, en verdad la reafirmaci¨®n de un continuum hist¨®rico-legal identificable desde 1929.
Nuestra regla, m¨¢s liberal que la haitiana y la de tres cuartas partes de todos los pa¨ªses, concede la nacionalidad a todo aquel nacido de padres extranjeros en el territorio nacional con estatus migratorio. En todo caso, la nacionalidad haitiana les est¨¢ acordada por su Constituci¨®n a los hijos de haitianos cuando el nacimiento se verifica en el exterior.
Acomodar la historia para perge?ar historietas apunta a inversi¨®n de renta corta. En el caso de la Espa?ola, ese acomodo ha girado siempre alrededor de falacias, medias verdades e imputaciones mendaces. Nos acusan de pr¨¢cticas racistas quienes muy cerca a nosotros s¨ª son culpables probados. Trascender el atavismo de la historia es asignatura que se estudia ya con dedicaci¨®n en la Espa?ola, y para aprobarla con nota sobresaliente sobran los juicios aventureros incluso si vertidos con prosa elegante que enmascara la falencia de contenido.
El desarrollo de Hait¨ª es responsabilidad compartida de la comunidad internacional y los haitianos mismos, no un lastre con cargo a los dominicanos. Muchos menos causa de un inri que con abundancia de raz¨®n rehusamos aceptar. Porque a otros corresponden en grado superlativo las desgracias, tantas como apabullantes, del pa¨ªs m¨¢s pobre de nuestro hemisferio.
An¨ªbal de Castro Rodr¨ªguez es Embajador de la Rep¨²blica Dominicana ante el Reino de Espa?a
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