Un bar donde las mujeres no se esconden
En un barrio cristiano de Beirut sobrevive un peque?o oasis de libertad: el ¨²nico local del pa¨ªs para lesbianas
A fuerza de repetirse durante m¨¢s de a?o y medio, los rumores se hicieron realidad. Tres j¨®venes libanesas, dos lesbianas y una heterosexual, han logrado finalmente abrir las puertas de Rumors, mucho m¨¢s que un simple bar, y darle continuidad. Un mazazo para los que se ofuscaron en torpedear un proyecto contrario a la moral de una sociedad por defecto hom¨®foba. Y un peque?o oasis de libertad para un pu?ado de mujeres cada d¨ªa m¨¢s visibles fuera del mundo del lesbianismo ¨¢rabe, que tradicionalmente sobrevive en la privacidad dom¨¦stica.
En una sociedad machista, una crece oyendo ¡®las mujeres no pueden¡¯. Pues a ellos les decimos ?que s¨ª podemos!¡±
Es en el Beirut de 2015, en pleno barrio cristiano de Ashrafie, donde una treintena de escalones de cemento transportan un pedazo del L¨ªbano a este rec¨®ndito subsuelo. ¡°Tantos asumen y tan pocos saben¡±, reza una de las pintadas garabateadas en las paredes de Rumors como poniendo t¨ªtulo al inusual cuadro que protagonizan dos mujeres bes¨¢ndose abrazadas contra una columna. Detr¨¢s de ellas, una joven en minifalda intenta flirtear con otra, cuyas nerviosas sonrisas alientan a la primera a invitarle a una copa. El barullo de las conversaciones del centenar de f¨¦minas, y todo sea dicho, la docena de hombres, se corta en seco cuando un inesperado musculoso gigol¨® en calzoncillos negros y con una m¨¢scara blanca por toda vestimenta comienza un suntuoso baile para el deleite de las all¨ª presentes.
Mariela, de 28 a?os, su novia, Rhea, de 27, y su amiga Stephanie, de 25, se dividen el trabajo de marketing, contabilidad y gesti¨®n del bar. Las tres ejercen entre semana esas mismas profesiones en otras empresas. Stephanie rompe la ecuaci¨®n de aquellos que consideran a Rumors un bar de lesbianas gestionado por lesbianas. Es heterosexual y apoya a una comunidad que ha conocido a trav¨¦s de Mariela, su mejor amiga desde la infancia. Las tres disponen de formaci¨®n, idiomas y econom¨ªa como para emigrar a Europa. Pero se niegan. ¡°Yo nac¨ª aqu¨ª y quiero quedarme en mi pa¨ªs y hacer algo por ¨¦l¡±, apunta Mariela al tiempo que sirve un par de copas. ¡°Quer¨ªamos abrir un espacio donde las mujeres pudieran sentirse como ellas mismas, sin esconderse, al tiempo que disfrutar de un establecimiento con servicios de calidad. Nunca pensamos que ser¨ªa lucrativo, casi lo vimos como algo social¡±, admite gesticulando desde detr¨¢s de la barra.
La mayor¨ªa de las clientes no han salido del armario. En Rumors encuentran una zona de confort, de ilusi¨®n de normalidad, donde ni son escudri?adas ni juzgadas, donde se pueden sentir como en casa pero en p¨²blico, y donde pueden recobrar esa autoestima que da la aceptaci¨®n social. ¡°En una sociedad machista, una crece oyendo ¡®las mujeres no pueden¡¯. Pues a ellos les decimos ?que s¨ª podemos!¡±, grita Mariela. ¡°Hasta la comunidad gay en L¨ªbano est¨¢ jodida. Qu¨¦ se puede esperar si los propios homosexuales hombres son machistas¡±, se lamenta ya entrada la noche.
La masiva clientela de Rumors, el ¨²nico bar liban¨¦s para lesbianas desde que cerrara el Ob La Di, deja claro que las homosexuales libanesas necesitaban una arena p¨²blica. Y que estas tres j¨®venes emprendedoras han dado en el clavo para copar un nicho de mercado local. Hace ya cuatro a?os, cuando empez¨® la guerra siria, que se fueron los turistas que manten¨ªan viva la amplia red de bares libaneses, hoy dependientes del consumo nacional. ¡°El 18 de noviembre abrimos las puertas. A las ocho de la tarde, las sillas a¨²n ol¨ªan a pintura. Esper¨¢bamos a 60 o 70 personas, pero llegaron casi 400¡±, concluye sonriente Mariela, quien relata aquella noche como un infierno log¨ªstico del que lograron salir m¨¢s que airosas.
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