?Bienvenidos a Austria!
Cientos de refugiados llegan exhaustos pero felices a la frontera austriaca tras el ¨¦xodo a pie y autob¨²s desde Budapest
El viejo paso fronterizo de Nickelsdorf (Austria), de poco uso en una frontera interna del espacio Schengen, tiene desde la noche del viernes al s¨¢bado una utilidad hist¨®rica. Cientos de migrantes, m¨¢s de 1.000 probablemente, han cruzado ya la frontera que separa a Hungr¨ªa de Austria a primera hora de la tarde. Los autobuses fletados por el Gobierno h¨²ngaro los dejan justo a la entrada. Ellos hacen los ¨²ltimos tres kil¨®metros a pie y a medida que se acercan al lado austriaco hacen la se?al de la victoria y sonr¨ªen. Un miembro de la Cruz Roja les recibe: ¡°Bienvenidos a Austria. A la derecha, primeros auxilios. A la izquierda los que quieren viajar a Alemania en tren, aunque probablemente tambi¨¦n dispongamos de autobuses directos hasta all¨ª¡±.
La gran zona fronteriza est¨¢ repleta de gente a la espera de culminar el ¨²ltimo tramo de su tr¨¢gico trayecto. M¨¢s de 600 personas se agrupan por aqu¨ª y por all¨¢, sobre el asfalto o el poco c¨¦sped existente. Hay muchos desperdicios de los que ya han partido. Un centenar de polic¨ªas y otros tantos miembros de la Cruz Roja organizan el imponente flujo migratorio. ¡°Los h¨²ngaros nos est¨¢n enviando a todos, incluidos los presos¡±, susurra otro miembro de la Cruz Roja. ¡°Pero aqu¨ª la polic¨ªa ni siquiera les est¨¢ tomando los datos¡±. ¡°No somos pocos¡±, explica el fornido polic¨ªa Markus Haindl. ¡°Son muy disciplinados. Es f¨¢cil gestionar esto¡±. Haindl, como el jefe de la Cruz Roja Andreas Zenker, est¨¢ impresionado por la cantidad de ni?os que llegan a un continente que envejece.
El joven sirio Khalil, de 20 a?os, reconoce a la periodista espa?ola. ?l, como tantos otros, estaba el d¨ªa anterior en Budapest con pocas esperanzas de llegar a Austria. ¡°?Por fin! Lo hemos conseguido¡±, dice emocionado. A su lado, su padre, Ibrahim, y sus hermanos Khala y Khaled, sonr¨ªen y dan gracias al cielo por haber llegado hasta aqu¨ª. Khalil asegura que adora el Real Madrid, pero la familia prefiere ir a Alemania. Son de Damasco y aseguran que m¨¢s adelante sue?an con poder traer a Europa a su madre y sus hermanos peque?os, que se han quedado all¨ª.
Ellos, como tantos otros, echaron a andar ayer desde la estaci¨®n de Keleti, en Budapest. A eso de las tres de la ma?ana les recogi¨® en la autopista uno de los autobuses fletados por el Gobierno h¨²ngaro. Pero la riada no cesa. Siguen llegando refugiados. Zenker espera que pasen este s¨¢bado por aqu¨ª unos 4.000 m¨¢s.
La frontera del diminuto pueblo de Nickelsdorf est¨¢ cortada al tr¨¢fico. Para los migrantes ha sido el sue?o despu¨¦s de la pesadilla vivida en las ¨²ltimas semanas. Han pagado entre 2.000 y 3.000 euros por persona a traficantes y transportistas desde Irak, desde Afganist¨¢n, desde Siria, y han arriesgado sus vidas para lograr su meta. Llegan agotados, exhaustos, con ni?os a hombros, cargados de bolsas y mantas, pero felices. Saludan a todo el mundo sin dejar de sonre¨ªr y los ni?os no paran de jugar. Muchos hacen cola en los sanitarios m¨®viles. Todos disponen de comida (mucha fruta y l¨ªquidos sobre todo) y de atenci¨®n sanitaria en las grandes tiendas de campa?a que ha instalado la Cruz Roja. Los austriacos quieren darles un buen recibimiento y algunos voluntarios acogen a los ni?os regal¨¢ndoles caramelos, peluches y globos.
Zenker asegura que algunos han sido evidentemente golpeados, incluidos los ni?os. Tienen hematomas que no son propios de una ca¨ªda. Algunos incluso han sufrido el fuego de los petardos. La mayor¨ªa tiene problemas de est¨®mago, heridas en los pies, dolor en las rodillas y erupciones en la piel. Han pasado demasiados d¨ªas sin suficiente agua, sin suficiente comida y sin suficiente higiene.
Desde aqu¨ª, los que van llegando apenas tendr¨¢n que andar otros tres kil¨®metros hasta alcanzar la estaci¨®n de tren de Nickelsdorf. En realidad es un apeadero. Las autoridades austriacas prefieren llevarlos en autob¨²s. Quieren acelerar la operaci¨®n porque el tiempo es malo. Fr¨ªo y h¨²medo. De all¨ª est¨¢n siendo enviados a M¨²nich. Los que deseen quedarse en Austria tambi¨¦n pueden pedirlo.
La gente del lugar se est¨¢n volcando. Se han convertido en voluntarios. Aplauden el paso de los autobuses y reciben a los refugiados a pie del autocar agasaj¨¢ndoles. Les ofrecen caramelos, frutos secos, ropa, galletas y comida caliente. Ingrid, 20 a?os, rubia, ojos azules, sonr¨ªe tambi¨¦n. Ofrece comida y la emoci¨®n del lugar le ha electrizado. "Estoy feliz de poder ayudar a la gente", dice.
El afgano Hussein querr¨ªa ir a Suiza. Tiene amigos all¨ª. Su viaje ha durado tres meses. ¡°Lo peor fue la frontera de Ir¨¢n. Nos disparaban. Tambi¨¦n fue horrible el viaje en barco durante m¨¢s de una hora. ?Sabe c¨®mo podr¨ªa ir hasta Suiza desde aqu¨ª? ?Me dejar¨¢n ir?¡±. A su lado, tres familias afganas esperan expectantes alguna informaci¨®n que les facilite el ¨²ltimo tramo de su trayecto. Son mujeres y ni?os en su mayor¨ªa. No hablan m¨¢s que su propio idioma. Otros buscan ahora cobertura de internet. Quieren enviar mensajes de voz por whatsapp a sus familias para darles la buena nueva.
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