Movilizaci¨®n en Grecia y Turqu¨ªa para suplir la respuesta p¨²blica
Ciudadanos organizan la ayuda al margen de las autoridades
¡°Hemos quedado aqu¨ª¡±, en un parque de Bodrum, ¡°para distribuir algo de comida. Debemos actuar r¨¢pido antes de que los vecinos empiecen a quejarse¡±, dice Katie, una brit¨¢nica residente en la ciudad turca. La oleada de refugiados llegada en los ¨²ltimos meses a la costa turca de Bodrum y a las islas griegas ha desbordado la capacidad de respuesta de las autoridades a ambos lados de la frontera, y es vista por parte de la poblaci¨®n como perniciosa para sus intereses ya que muchos viven todo el a?o gracias a los ingresos del turismo durante el verano. Pero muchos ciudadanos griegos y turcos se han organizado para dar cobijo, alimentos, ropa e incluso l¨¢pices de colores para los ni?os.
Katie decidi¨® montar en agosto, a trav¨¦s de las redes sociales, un grupo de apoyo para el que puso en contacto a 2.000 expatriados y turcos de Bodrum. ¡°Los refugiados no necesitan pena y mucho menos odio, lo que requieren es apoyo y compasi¨®n¡±, explica.
Hay algunas raciones de comida, leche y pa?ales, adem¨¢s de una veintena de cuadernos y l¨¢pices de colores sobre los que se abalanzan los m¨¢s peque?os. Despu¨¦s de las bombas y la guerra, de las noches al raso, los dibujos y la pintura son para los ni?os un ef¨ªmero regreso a una vida normal.
Al otro lado de la franja que separa Bodrum de la isla griega de Kos, la situaci¨®n es, si cabe, peor, pues buena parte de los refugiados ya no se puede permitir un hotel o pensi¨®n tras pagar a los traficantes por la traves¨ªa, por lo que malviven en tiendas.
De ah¨ª que en la primavera, un grupo de activistas locales crease la red Kos Solidarity e identificase un hotel abandonado, el Captain Elias, para acoger a los refugiados. Pero tambi¨¦n este lugar ha sido sobrepasado por la situaci¨®n. En sus habitaciones sin ventanas los colchones se suceden uno tras otro hasta llegar al vest¨ªbulo.
¡°En mi vida he visto un lugar tan horrible como este hotel¡±, lamenta, Hans (nombre ficticio), un joven alem¨¢n que ha llegado para echar una mano a los griegos de Kos Solidarity.
A las cinco de la tarde, los voluntarios de Kos Solidarity llegan al hotel para repartir unos 500 bocadillos que llevan todo el d¨ªa preparando. Es un magro bocado, pero para algunos ser¨¢ la ¨²nica comida del d¨ªa. ¡°Los verdaderos h¨¦roes son los aut¨®ctonos, que tras su trabajo habitual, dedican el resto de la jornada a ayudar¡±, subraya Hans.
Voluntarios holandeses de la Boat Refugee Foundation est¨¢n presentes en Kos desde abril. ¡°Repartimos 1.500 botellas de agua al d¨ªa, y tambi¨¦n ropa y chancletas¡±, explica Jeroem, l¨ªder del grupo. Varios activistas aseguran que ha habido ataques verbales y amenazas a los voluntarios, ya que parte de la poblaci¨®n cree que la ayuda alienta un supuesto efecto llamada. Por esa raz¨®n, la alcald¨ªa ha impedido un campo de refugiados decente.
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