Roseburg llora a los muertos mientras ignora el debate sobre las armas
El pueblo donde murieron a tiros nueve personas en un campus ejemplifica la dificultad para abordar un problema que el mundo rural no reconoce como tal
Julie Arnold decidi¨® en el ¨²ltimo momento que no quer¨ªa volver a ese lugar. El viernes por la tarde, las autoridades de Roseburg, Oreg¨®n, citaron a los cientos de estudiantes que tuvieron que salir corriendo del campus de la Universidad de Umpqua para llevarlos en autobuses hasta el recinto, acordonado, a recoger sus coches y las pertenencias que dejaron atr¨¢s. Julie, una joven rubia y sonriente de 21 a?os, acudi¨® a la cita, pero de pronto se dio cuenta de que no pod¨ªa controlar sus emociones y decidi¨® no ir. La ma?ana anterior, ¡°vio y oy¨® cosas que no deber¨ªa o¨ªr nadie¡±, dice su madre, Sherry, sentada a su lado. Julie estaba en una de las aulas cercanas a la de la masacre, en la que murieron asesinados nueve inocentes. Recuerda los tiros, las carreras y la sangre.
Uno se pregunta qu¨¦ clase de reflexi¨®n sobre las armas provoca una experiencia como esta en una joven. ¡°El problema no son las armas, sino la gente. Deber¨ªan hacer alg¨²n tipo de examen mental¡±, contesta Julie Arnold. Como todo el pueblo, creci¨® con armas, es propietaria de varias. ¡°Tengo un permiso para llevarlas y estoy orgullosa de ello. Soy una persona normal¡±, a?ade su madre. Explica que su hija ¡°creci¨® con las armas¡± y que toda la familia sale a cazar junta. Igual que est¨¢n impactadas por haber vivido el horror tan cerca, est¨¢n verdaderamente sorprendidas de que alguien se plantee controlar el acceso a las armas. ¡°En Am¨¦rica hay un arma en cada casa. ?Van a requisarlas todas?¡±. La conclusi¨®n de la tragedia para ambas es que tiene que haber alguien armado en el campus para hacer frente a estas situaciones.
El asesino se llamaba Chris Harper Mercer, ten¨ªa 26 a?os y era propietario de 13 armas, todas ellas legales, compradas por ¨¦l mismo o por un familiar. Al mismo tiempo que comunicaba estos datos, el sheriff del condado, John Hanlin, se negaba a decir en alto el nombre del homicida porque, en su opini¨®n, eso es lo verdaderamente peligroso, ya que crea imitadores. Hanlin se opone al control de armas hasta el punto de que envi¨® una carta a la Casa Blanca avisando de que no cumplir¨ªa ninguna norma en ese sentido. Lo hizo en el momento ¨¢lgido del debate tras la matanza de ni?os de p¨¢rvulos en Sandy Hook. El sheriff, un cargo electo, representa la opini¨®n general de su pueblo.
El agresor se suicid¨®, seg¨²n la polic¨ªa
El presunto autor del tiroteo de este pasado jueves en un campus de estudios superiores en la poblaci¨®n de Roseburg, en el Estado de Oreg¨®n (EE UU), se suicid¨® tras acabar con la vida de nueve personas y dejar a otras siete heridas, informaron este s¨¢bado las autoridades.
"El m¨¦dico forense ha determinado que la causa de la muerte del tirador fue suicidio", indic¨® el sheriff del condado de Douglas, John Hanlin, en una conferencia de prensa.
El alguacil del condado tambi¨¦n inform¨® de que el joven era un estudiante del centro de estudios superiores Umpqua Community College, de Roseburg, donde ocurrieron los hechos, y era alumno de la clase en la que abri¨® fuego.
Las investigaciones preliminares, prosigui¨® Hanlin, apuntan a que dos oficiales de polic¨ªa llegaron al aula donde se encontraba el sospechoso y comenz¨® "un intercambio de disparos", por lo que en un principio no pudieron determinar la procedencia de la bala que le caus¨® la muerte.
Hanlin inform¨® adem¨¢s de que, seg¨²n sus registros, los oficiales comenzaron a disparar dos minutos despu¨¦s de llegar al lugar de los hechos y el tirador no falleci¨® hasta dos minutos despu¨¦s.
Asimismo, las autoridades descubrieron que el presunto autor, identificado como Chris Harper Mercer, de 26 a?os, ten¨ªa bajo su posesi¨®n hasta 14 armas de fuego, y no 13, como se hab¨ªa informado en un primer momento.
Roseburg es un pueblo de 21.000 habitantes esparcido por la autopista interestatal 5 (Tijuana-Seattle), en medio de un mar de bosques espectacular. En Roseburg todo el mundo ha estudiado en el mismo instituto generaci¨®n tras generaci¨®n. Si ha querido prosperar, lo ha hecho apoy¨¢ndose en el Umpqua Community College. Es dif¨ªcil entrar en una tienda o un restaurante de este pueblo y que nadie conozca personalmente a alguien, o varios, de los muertos y heridos.
En las 24 horas siguientes a la masacre, el presidente Barack Obama reiter¨® que est¨¢ en manos de los pol¨ªticos poner freno a la violencia y en manos de los ciudadanos echarlos de su puesto si no lo hacen. Ret¨® a la prensa a comparar los muertos por armas y los muertos por terrorismo y la prensa lo hizo: m¨¢s de 11.000 muertos al a?o en la d¨¦cada pasada por tiroteos. Las v¨ªctimas de terrorismo, desde el 11-S, nunca han llegado a 80 al a?o. Los candidatos republicanos a la Casa Blanca y todos los grandes medios se sumaron al debate. Pero la conversaci¨®n mundial sobre las armas en EE UU cada vez que hay un tiroteo masivo es eso, mundial, no de pueblos como Roseburg.
Roseburg es una comunidad tan acogedora y amable como profundamente republicana. Tiene un hospital de veteranos que da servicio a todo el sur de Oreg¨®n y un condado del norte de California. James Brann, especialista en atenci¨®n a veteranos, dec¨ªa el viernes orgulloso en su oficina m¨®vil Vet Center que Roseburg es un ejemplo en la atenci¨®n a los exmilitares. La historia m¨¢s impactante en el pueblo es la de Chris Mintz, que se lanz¨® sobre el atacante, recibi¨® siete tiros y se recupera en un hospital. El viernes pregunt¨® si los dem¨¢s estaban bien. No solo eso, uno de los h¨¦roes que redujeron a un terrorista en un tren de Par¨ªs, Alex Skarlatos, es de Roseburg. ¡°Esta ciudad tiene una desproporci¨®n de h¨¦roes¡±, dice Brann. Tambi¨¦n est¨¢n recibiendo tratamiento de h¨¦roes los dos agentes que llegaron hasta el sospechoso y lo liquidaron apenas siete minutos despu¨¦s de que empezara a disparar. Esa es la clase de historias que reafirman a esta comunidad en que los buenos son capaces de parar a los malos. No tiene que ver con las armas.
Seg¨²n datos del Pew Research Center, un 85% de los norteamericanos apoya, en distinta medida, varias medidas concretas: extender el examen de antecedentes a las ventas entre particulares, leyes que eviten que enfermos mentales compren armas, una base de datos federal que registre las ventas de armas y la prohibici¨®n de las armas de asalto (esta es la que menos apoyo tiene, 57%). Sin embargo, cuando se pregunta a la gente si est¨¢ m¨¢s a favor de controlar las armas o de proteger el derecho a llevarlas, el pa¨ªs est¨¢ dividido exactamente por la mitad al 50%, lo que indica el delicado equilibrio al que se enfrentar¨ªa cualquier propuesta legislativa.
La conversaci¨®n mundial sobre las armas en EE UU cada vez que hay un tiroteo masivo es eso, mundial, no de pueblos como Roseburg
El viernes por la tarde, un hombre de mediana edad que solo acept¨® decir que se llama Jim y es agente del orden pon¨ªa a punto su escopeta en el club de tiro Rod N Gun, fundado en 1910 al otro lado de la carretera del campus. Este fin de semana empieza la temporada del ciervo. La posesi¨®n de armas ¡°es el precio de una sociedad abierta¡±, dice Jim, que es favorable a alg¨²n tipo de control. Considera que el autor de la masacre del jueves encajaba en un prototipo de joven solitario con problemas mentales, pero dice no saber bien c¨®mo se puede prevenir que cometa un crimen si est¨¢ decidido a cometerlo. Dos compa?eros de tarde entran en la conversaci¨®n y explican que la posesi¨®n de armas es ¡°sobre lo que se fund¨® este pa¨ªs¡±. La primera enmienda de la Constituci¨®n es la libertad de expresi¨®n y la segunda el derecho a llevar armas, explican. Ambos derechos fundamentales est¨¢n al mismo nivel como garantes de una sociedad libre y en condiciones de defenderse, si fuera necesario, de los abusos de su propio gobierno. ¡°Este pa¨ªs se fund¨® sobre el principio de que la gente debe mantener al gobierno a raya¡±. Jim pone un ejemplo: ¡°Nadie quiere que haya un r¨¦gimen totalitario. Si no, nos podr¨ªa pasar como a ustedes con Franco¡±.
Unas doscientas personas se juntaron en la noche del viernes para recordar a las v¨ªctimas frente al supermercado Walmart local. Rezaron, lloraron, se abrazaron y se dieron ¨¢nimos como comunidad. Ni una palabra sobre las armas. Dentro del centro comercial, hab¨ªa cola frente a la caja registradora de la secci¨®n de deportes, donde se venden armas de caza y munici¨®n. Empieza la temporada del ciervo.
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