¡°Esto es una emergencia, hay que ayudar¡±
Centenares de voluntarios asisten a diario a los refugiados en la estaci¨®n central de Viena
¡°?Han llegado m¨¢s ch¨¢ndales!¡±, grita una joven mientras lanza una bolsa a un voluntario que atiende la cola de refugiados que en la fr¨ªa ma?ana de Viena busca ropa para abrigarse en la estaci¨®n central. A pocos pasos esperan Martin y Susanne Zeilinger, un matrimonio que ha tra¨ªdo botellas de agua y comida. ¡°Venimos a ayudar, es lo que toca¡±, afirma la mujer. As¨ª lo sienten tambi¨¦n otros miles de vecinos de la capital austriaca que se han volcado en las ¨²ltimas semanas en la atenci¨®n de los refugiados que pasan por la ciudad, la mayor¨ªa de ellos de camino a Alemania o Suecia. La estaci¨®n central se ha convertido por ello en uno de los puntos cardinales de la asistencia a los migrantes tras cruzar la frontera desde Hungr¨ªa (220.000 personas en septiembre).
Tras atravesar la zona comercial y recorrer pasillos impolutos, las escaleras mec¨¢nicas llevan al visitante a los andenes. Al final del todo, lejos del traj¨ªn de los viajeros, se sit¨²a la entrada trasera de la estaci¨®n, que se ha transformado en un peque?o campo de refugiados dirigido por los voluntarios de Train of Hope.
El grupo, que toma el nombre del tren con servicios m¨¦dicos que recorre desde hace casi dos d¨¦cadas la Sud¨¢frica rural, se form¨® hace cinco semanas. ¡°Se juntaron 10 personas para atender a los primeros trenes de refugiados y enseguida empez¨® a unirse m¨¢s gente¡±, cuenta Dominik Ginzinger, de 24 a?os. ?l se sum¨® como voluntario dos semanas despu¨¦s y ha dejado su trabajo de somelier en un restaurante para centrarse en esta tarea.
Entretanto, Train of Hope tiene inscritos a 3.500 voluntarios que vienen cuando pueden; 1.500 m¨¦dicos y sanitarios que se turnan, al igual que 500 abogados para ayudar en la tramitaci¨®n de peticiones de asilo. Y un batall¨®n muy apreciado de traductores voluntarios de un sinf¨ªn de idiomas.
Alrededor de 400 personas trabajan diariamente en la estaci¨®n para atender a una media de 1.500 refugiados, explica Ginzinger. Cuentan con el apoyo del Ayuntamiento, la polic¨ªa y la empresa p¨²blica de ferrocarril ?BB, as¨ª como de la Uni¨®n de Samaritanos, que se encarga de trasladar sus peticiones a la Administraci¨®n y ayudar con la organizaci¨®n de autobuses para traslados a otros centros de migrantes.
Peor fue la guerra de los Balcanes
El alcalde de Viena, el socialdem¨®crata Michael H?upl, se ha apropiado del eslogan de la canciller alemana, Angela Merkel, ante la incesante llegada de refugiados: ¡°Podemos hacerlo¡±. En medio de una campa?a electoral en la que la crisis de refugiados ha dejado en segundo lugar cualquier debate sobre el futuro de la ciudad, H?upl ha repetido en las ¨²ltimas semanas que la ciudad puede manejar la situaci¨®n. Durante la guerra de los Balcanes, la capital austriaca lleg¨® a dar cobijo a 80.000 refugiados. Ahora la ciudad asiste a unos 12.000 solicitantes de asilo y se ha organizado para que sean atendidos los migrantes que est¨¢n de paso, unos 130.000 desde principios de septiembre. La ciudad se ha ocupado de organizar 113.491 pernoctaciones y ha nombrado a un coordinador para aprovechar los recursos municipales y los de las ONG relacionadas con la migraci¨®n.
El vest¨ªbulo trasero de la estaci¨®n, estrecho y largo, est¨¢ lleno de personas con cara de cansancio, sentadas en el suelo sobre cartones o en tumbonas sanitarias. A sus pies, las bolsas y maletas que guardan lo que queda de su vida en Siria, Afganist¨¢n o Irak. Los ni?os corretean por el pasillo mientras se forman las colas para recoger la comida. Leen, de 18 a?os, se envuelve en una manta y cuenta que ha llegado a Viena este pasado domingo desde Damasco tras dos semanas de viaje para dejar atr¨¢s la guerra. La traves¨ªa desde Turqu¨ªa a Grecia la hizo junto a su madre, dos hermanos y un t¨ªo ¡°en un bote con 15 personas m¨¢s¡±. En Viena no se quedar¨¢ m¨¢s de un d¨ªa, tiene familia y amigos en Berl¨ªn.
¡°El 90% de los que llegan quiere seguir a Alemania¡±, calcula Ginzinger. Un destino final de viaje que se ha complicado con la reintroducci¨®n de los controles fronterizos en el sur de Alemania. Mientras esperan, se les ayuda en lo que se puede. En el exterior de la estaci¨®n se han instalado servicios port¨¢tiles, contenedores reconvertidos en puestos de informaci¨®n, dos cocinas en las que se manipulan diariamente varias toneladas de comida y tiendas de campa?a para entregar ropa y recoger donaciones. El garaje de bicicletas de la estaci¨®n es ahora un centro de registro de voluntarios y otras funciones de coordinaci¨®n. Al lado, en un espacio similar, se ha organizado el servicio m¨¦dico. ¡°Tambi¨¦n tenemos un puesto para que los que han perdido a familiares por el camino puedan dejar sus datos. Se los pasamos a la Cruz Roja para intentar encontrarlos¡±, a?ade Ginzinger. Y est¨¢ previsto abrir una guarder¨ªa. ¡°Todo lo que tenemos y ofrecemos proviene de donaciones¡±, subraya. El Centro Isl¨¢mico de Viena pone 4.000 bocadillos diarios, una se?ora trae tuppers de estofado, una empresa botellas de agua¡ Con el dinero recaudado tambi¨¦n se compran billetes de tren para los que ya no tienen con qu¨¦ continuar viaje.
Laurenz Eypeltauer, de 18 a?os, rellena unos vasos de pl¨¢stico con ensalada de patatas. Ya lleva acumulados 25 turnos de voluntario, algunos de ellos de hasta 31 horas. ¡°Esto es una emergencia, hay que ayudar y yo puedo. A ratos me echo a dormir un poco y sigo¡±, cuenta este estudiante de m¨²sica. Las raciones de comida vuelan y otro voluntario ya se ha puesto a cortar m¨¢s tomates en otra mesa.
Zabeullah, de 45 a?os, come un guiso de arroz rodeado de su familia, con la que ha llegado a Viena desde Afganist¨¢n tras un mes de viaje. ¡°Los talibanes han matado a dos de mis hermanos¡±, explica en un precario ingl¨¦s. Su destino es Suecia, cree que all¨ª vivir¨¢n seguros. ¡°Nos vamos ma?ana, seguimos el viaje¡±, a?ade. Tal vez se detenga en alguna otra estaci¨®n de Austria, o Alemania, donde otros grupos de voluntarios han adoptado tambi¨¦n el nombre de Train of Hope, el tren hacia la esperanza.
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