La violencia electoral en Colombia se niega a desaparecer
Distintas organizaciones apuntan a un descenso en las muertes durante la campa?a pero advierten del crecimiento de las amenazas
Ignacio Nacho Londo?o era el abogado de algunos de los capos m¨¢s poderosos del pa¨ªs hasta el pasado 20 de julio cuando fue asesinado. El penalista era el favorito para llevarse la alcald¨ªa de Cartago, en el oeste colombiano, pero cinco d¨ªas antes de que comenzara la campa?a electoral, durante la jornada de descanso de su nutrido s¨¦quito de guardaespaldas, un sicario acab¨® con su vida. Con Londo?o, otras 20 personas vinculadas a la pol¨ªtica o a la administraci¨®n han muerto justo antes de las elecciones regionales que se celebran este domingo, seg¨²n datos de la Misi¨®n de Observaci¨®n Electoral (MOE). En 2011, anterior a?o electoral, se produjeron 41 homicidios.
¡°El riesgo ha descendido levemente¡±, opina Camilo Vargas, coordinador del Observatorio Pol¨ªtico Electoral de la MOE, una ONG independiente que monitoriza estos procesos desde 2006. ¡°La violencia contra candidatos, contra periodistas y el desplazamiento forzado baja menos de lo esperado en un contexto de negociaci¨®n del proceso de paz¡±. La investigaci¨®n realizada por esta organizaci¨®n concluye que hay 206 municipios en riesgo por violencia y fraude, de los 1.121 del pa¨ªs, una cifra a¨²n elevada. Si se desglosan los datos, 438 localidades no solo afrontan un cambio de gobierno, tambi¨¦n viven la violencia de forma directa, nueve menos que en 2011.
Con las FARC sentadas desde hace casi tres a?os a la mesa de negociaci¨®n en La Habana, el ¨²ltimo cese el fuego que comenz¨® el pasado julio, y restos del paramilitarismo convertidos en bandas criminales (bacrim), seg¨²n la denominaci¨®n del Gobierno de Juan Manuel Santos, el terror tiene nuevos apellidos. ¡°Buena parte de la violencia viene de otras formaciones pol¨ªticas y grupos de inter¨¦s¡±, plantea Vargas, que reconoce que no se puede identificar a un solo partido, sino que se trata de un nuevo tipo de confrontaci¨®n. De la persecuci¨®n directa contra la izquierda, hoy se ejerce contra cualquier partido con independencia de su ideolog¨ªa o regi¨®n. ¡°No se concentra en la oposici¨®n, por tanto no se tratar¨ªa de un ejercicio de represi¨®n pol¨ªtica¡±, plantean desde el Centro de Recursos para el An¨¢lisis de Conflictos (CERAC). Esta instituci¨®n tambi¨¦n ha identificado que los departamentos donde se concentra la mayor cantidad de actos de violencia electoral no coinciden con zonas de alta presencia guerrillera, ¡°lo que no quiere decir que las FARC hayan dejado de ejercerla como demuestran varias denuncias de la Defensor¨ªa del Pueblo¡±.
La violencia no solo la ejercen ahora una nueva variedad de autores, tambi¨¦n tiene caracter¨ªsticas propias de este per¨ªodo de transici¨®n. ¡°Es m¨¢s selectiva, m¨¢s urbana que rural y parece tener ahora mayor relaci¨®n con el crimen organizado¡±, concluyen desde CERAC.
Aunque el atentado directo pervive, la amenaza es la modalidad que m¨¢s fuerza adquiere para reprimir al adversario pol¨ªtico. Hasta el pasado 20 de octubre, la MOE hab¨ªa contabilizado 174 hechos violentos desde el inicio de la campa?a el 25 de julio: 80 contra candidatos y funcionarios, de los que 54 han sido coacciones de este tipo. ¡°El n¨²mero de v¨ªctimas de violencia electoral super¨® en m¨¢s del doble lo alcanzado en las elecciones locales de 2011, de 49 a 107. Seg¨²n nuestros registros, este notable aumento tuvo que ver sobre todo con el n¨²mero de amenazados, que pas¨® de 31 a 83¡±, dicen en CERAC.
La sociedad civil despierta
En el lento camino que recorre Colombia hacia una sociedad democr¨¢ticamente limpia no solo desempe?an un papel determinante el proceso de paz y el final del paramilitarismo. MOE pone sobre el escenario a otros dos actores: ¡°La sociedad civil cada vez m¨¢s se preocupa por controlar a su administraci¨®n y denuncia ilegalidades a trav¨¦s de nuestros canales¡±. Por otra parte, est¨¢ el Estado y su capacidad de renovaci¨®n para hacer frente a un pa¨ªs que despu¨¦s de 60 a?os podr¨ªa conseguir la paz. ¡°La Fiscal¨ªa General de la Naci¨®n ha estado muy activa este a?o y se ha enfocado mucho en los delitos electorales¡±, opinan. ¡°Aqu¨ª radica la esperanza de que las cifras mejoren¡±.
La Uni¨®n Patri¨®tica (UP), que regresa a unas elecciones despu¨¦s del exterminio que sufrieron sus militantes las ¨²ltimas d¨¦cadas, reconoce cierta evoluci¨®n en los ¨®rganos del Estado, pero al mismo tiempo siente que ¡°la estructura electoral sigue siendo profundamente excluyente¡±. Desde la formaci¨®n denuncian, entre otros factores, que ¡°subsiste un sistema pol¨ªtico que beneficia a sectores tradicionales¡±. El partido ha denunciado ataques directos a sus candidatos en zonas como Sucre, el Cauca o en el norte de Santander, lugares donde tradicionalmente reg¨ªan las FARC. ¡°En la zona del Pac¨ªfico, nuestro candidato Marino Grueso, un joven afro, ha sido detenido y no creemos que haya garant¨ªas judiciales¡±, especifica Gabriel Becerra, miembro de la direcci¨®n nacional del partido.
En lo que coinciden, apoyados en los datos, es en que la campa?a no ha supuesto un punto de inflexi¨®n para Colombia. El verdadero reto comienza al d¨ªa siguiente. ¡°Estas elecciones no marcan un nuevo comienzo para la historia del pa¨ªs¡±, opina Vargas. ¡°Los nuevos gobiernos tendr¨¢n que asumir un papel muy importante en la refrendaci¨®n y sobre todo en el desarrollo de los acuerdos de paz¡±, apostilla Becerra.
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