La cara oculta de la exitosa transici¨®n democr¨¢tica tunecina
En la cuna de la revoluci¨®n, cunde el des¨¢nimo entre los j¨®venes por la falta de expectativas
¡±Las cosas van de mal en peor aqu¨ª. No hay futuro. Mi ¨²nica esperanza es conseguir un visado para inmigrar a EE. UU. con mi t¨ªo¡±, comenta resignado Essam Kitly, un ingeniero en Inform¨¢tica desempleado de 24 a?os. Su estado de ¨¢nimo sombr¨ªo contrasta con las entusiastas alabanzas dedicadas a la transici¨®n democr¨¢tica tunecina en medios de comunicaci¨®n y think tanks extranjeros, sobre todo tras la concesi¨®n este a?o del Premio Nobel de la Paz al llamado ¡°Cuarteto del di¨¢logo¡±, integrado por las cuatro instituciones de la sociedad civil que ejercieron de mediadores entre los partidos pol¨ªticos en la fase m¨¢s cr¨ªtica de la transici¨®n.
Essam y su amigo Mohamed est¨¢n sentados en la plaza principal de Sidi Bouzid, a escasos metros del lugar en el que Mohamed Bouazizi, un vendedor de frutas y verduras ambulante, se inmol¨® despu¨¦s de que una agente de polic¨ªa le requisara el carro que trasteaba diariamente por el centro de la ciudad. Era el 17 de diciembre del 2010, y aquel acto de desesperaci¨®n fue la chispa que alumbr¨® la revoluci¨®n tunecina, provocando una reacci¨®n en cadena que puso patas arriba el fosilizado orden pol¨ªtico del mundo ¨¢rabe. Actualmente, un monumento piedra de su carro y un p¨®ster gigante con su fotograf¨ªa presiden la plaza. ¡°No olvidaremos el primer m¨¢rtir de la revoluci¨®n¡±, grita un grafiti.
¡°Mohamed llam¨® a su t¨ªo y le cont¨® su plan de martirio, pero no le hizo mucho caso. Cre¨ªa que quer¨ªa solo llamar la atenci¨®n. Un cuarto de hora despu¨¦s, se enter¨® que estaba en estado muy cr¨ªtico¡±, recuerda Lamine Bouazizi, un familiar lejano. Licenciado en Antropolog¨ªa y buen conocedor de la historia del pa¨ªs, no le extra?¨® que el estallido revolucionario tuviera lugar en su ciudad: ¡°La rebeli¨®n contra Ben Al¨ª deb¨ªa iniciarse en el coraz¨®n de T¨²nez, donde lo han hecho todas las otras revueltas, contra la conquista ¨¢rabe, la ocupaci¨®n francesa, la dictadura de Burguiba, etc.¡±.
Una regi¨®n tradicionalmente marginada
Regi¨®n agr¨ªcola, la provincia de Sidi Bouzid figura entra las m¨¢s pobres y atrasadas del pa¨ªs: su tasa de paro, superior al 25%, dobla la media nacional y la del analfabetismo, del 36%, la triplica. Los responsables locales de la patronal UTICA y del sindicato UGTT -ambas miembros del cuarteto ganador del Nobel- coinciden en su diagn¨®stico el porqu¨¦ del subdesarrollo de la zona.
¡°Existe una discriminaci¨®n hist¨®rica contra esta regi¨®n, el Estado nunca ha invertido aqu¨ª¡±, lamenta el empresario Salah Omry. ¡°No hay un proyecto sobre c¨®mo desarrollar la regi¨®n. Nunca la hubo, y la revoluci¨®n no ha cambiado esta realidad¡±, apostilla el sindicalista Lazhar Gharbi desde la sede de la UGTT, situada en el centro de la ciudad, al lado de la comisar¨ªa y el juzgado. Entre las causas de esta marginaci¨®n, el historial rebelde de la zona y el hecho de que la clase dirigente del pa¨ªs tradicionalmente proviene de las regiones costeras, y all¨ª es donde invierte.
¡°Nosotros pagamos el precio de la revoluci¨®n, y otros han recogido sus frutos ... Los pol¨ªticos todos son iguales, solo buscan sus intereses¡±, espeta Essam, mientras muestra una cicatriz en la mejilla, recuerdo de las batallas callejeras del 2010. Su frustraci¨®n es compartida por buena parte de la juventud de todo el pa¨ªs, que padece una tasa de paro cercana al 50%. Encima, las expectativas no son halag¨¹e?as, pues el golpe al turismo que representaron los ataques yihadistas de los ¨²ltimos meses ha vuelto a situar la econom¨ªa al borde de la recesi¨®n.
En las elecciones presidenciles del a?o pasado, vot¨® poco m¨¢s del 30% del censo, y los j¨®venes fueron el grupo social m¨¢s abstencionista. El hecho de que el presidente actual, el laico Beji Ca?d Essebsi, tenga 88 a?os, y su principal adversario en el campo islamista, Rashid Ganuchi, 74, no ayuda a estimular la participaci¨®n de la generaci¨®n que protagoniz¨® la revuelta.
Karim Miri, un militante del Partido de los Trabajadores, a¨²n cree en la pol¨ªtica. ¡°Nuestro problema es que los dos grandes partidos, el laico Nidaa Tunis, y el islamista Ennahda profesan una misma pol¨ªtica neoliberal¡±, se queja. A pesar de su desencanto posrrevolucionario, s¨ª admite mejoras. ¡°Ahora hay una libertad de expresi¨®n y organizaci¨®n plena. Y ya no nos la podr¨¢n arrebatar¡±. Precisamente, ante un mundo ¨¢rabe que se desangra por los cuatro costados, este es el logro que ha deslumbrado a Occidente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.