El verdadero secreto de Washington
La ¡°fiebre del Potomac¡± afecta a muchos de quienes llegan con el plan de quedarse poco tiempo pero nunca se van
?En qu¨¦ se parecen Donald Trump y el embajador de Francia en Estados Unidos? Ambos detestan ¡°Washington¡±. Entre otras razones, porque est¨¢ llena de gente parecida a Frank Underwood, un ambicioso pol¨ªtico magistralmente interpretado por Kevin Spacey en House of Cards, la popular serie de televisi¨®n ambientada en la capital estadounidense. Cuando una joven periodista descubre sus fechor¨ªas, Underwood la asesina empuj¨¢ndola bajo un tren. Y esta es tan solo una de las barbaridades que comete para lograr el objetivo que todo lo justifica: ser presidente de EE UU. Objetivo que Underwood, por supuesto, logra.
Las historias basadas en la premisa de que en Washington todo vale y todo se hace con tal de obtener y retener el poder est¨¢n de moda. Y esta imagen no solo la nutre Hollywood. Todos los pol¨ªticos estadounidenses rutinariamente denuncian a ¡°Washington¡± por su disfuncionalidad y venalidad. Aun los candidatos m¨¢s profundamente arraigados en esta capital se declaran ¡°anti-Washington¡± y prometen ¡°limpiarla¡± si son electos. Y hay m¨¢s: es normal que los diplom¨¢ticos extranjeros sean discretos al referirse a su lugar de destino. A menos que se trate de Washington. Por ejemplo, Gerard Araud, el embajador de Francia en EE UU, declar¨® hace poco que ¡°Washington es principalmente relaciones p¨²blicas¡±. Y a?adi¨®: ¡°El problema con Washington DC es que es solamente la capital pol¨ªtica¡ Uno aqu¨ª est¨¢ atrapado o prisionero. Por lo tanto hay que viajar mucho¡±. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si el embajador de EE UU en Francia dijese en una entrevista que Par¨ªs es una ciudad fr¨ªvola y ensimismada? Es f¨¢cil imaginar el titular de Le Monde y la reacci¨®n del Gobierno. En cambio, el desd¨¦n p¨²blico del embajador franc¨¦s no tuvo repercusi¨®n alguna. Despu¨¦s de todo, hablar mal de Washington es lo normal.
Es obvio que al embajador Araud lo asfixian los aires de la ciudad, donde se siente prisionero. Su asfixia es sorprendente, ya que Washington es la urbe con m¨¢s parques de EE UU, y una de las cinco mejores para ciclistas, por ejemplo. Pero si la asfixia es intelectual, entonces el embajador podr¨ªa darse una r¨¢pida escapadita a la Biblioteca del Congreso, que es la m¨¢s grande del mundo, o a uno de los 225 museos de la ciudad. Washington tiene el mayor complejo muse¨ªstico del planeta (que recibe anualmente el doble de visitantes que el Louvre). El Kennedy Center for the Arts ofrece semanalmente producciones de opera, ballet o m¨²sica de calibre internacional. Pero si se trata de aplacar su sed de ideas y debates puede asistir a una de los centenares de reuniones que diariamente se celebran en los 396 think tanks, a unos pocos minutos de su Embajada (ninguna otra ciudad tiene tantos). O podr¨ªa hablar con alg¨²n experto del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional o de alg¨²n otro de los muchos organismos internacionales que tienen su sede en la capital estadounidense.
El verdadero gran secreto de Washington es que es una ciudad extraordinaria. Las caricaturas con las que sus cr¨ªticos la describen no tienen mucho que ver con la realidad. Por supuesto que la capital de Estados Unidos es una ciudad donde la pol¨ªtica, con sus intrigas, vanidades, manipulaciones, miserias y grandezas es muy importante y visible. Pero Washington es mucho m¨¢s que eso.
En Washington, por ejemplo, radica el mayor centro de investigaciones m¨¦dicas del mundo, el Instituto Nacional de Salud (INS). Alberga a 6.000 cient¨ªficos y 148 de sus actuales o pasados investigadores han ganado el premio Nobel. El presupuesto anual del INS excede los 30.000 millones de d¨®lares. Washington es la capital mundial de la medicina gen¨¦tica y lidera la b¨²squeda de curas contra el c¨¢ncer. Es tambi¨¦n el lugar con la poblaci¨®n m¨¢s educada de EE UU: 22% tiene un diploma de postgrado y casi la mitad un t¨ªtulo universitario. En parte, como consecuencia de los altos niveles educativos, esta es la ciudad m¨¢s rica del pa¨ªs. La media del ingreso per c¨¢pita de los habitantes del ¨¢rea metropolitana de Washington (que incluye los suburbios del norte de Virginia y Maryland) es la m¨¢s alta de Estados Unidos. Sorprendentemente, supera en un 20% el ingreso medio de la segunda ¨¢rea m¨¢s prospera: el famoso Silicon Valley, la sede de Google, Apple, Facebook, etc. Tambi¨¦n supera los ingresos medios de ciudades como Nueva York (finanzas), Los ?ngeles (entretenimiento) o Houston (petr¨®leo). El otro factor que contribuye a la prosperidad del ¨¢rea metropolitana de Washington es que su econom¨ªa ha venido creciendo a un ritmo chino: 7,6% al a?o desde 2006. Ninguna otra ¨¢rea de EE UU ha crecido m¨¢s r¨¢pido.
Finalmente, otra interesante sorpresa de Washington es su diversidad. El 35% de los residentes nacidos fuera de EE UU proviene de Asia, el 13% de ?frica y el 9% de Europa. Y, por supuesto, la gran mayor¨ªa (el 48%) viene de las Am¨¦ricas.
Claro que el Gobierno federal, el Congreso, los miles de lobistas que tratan de influir en ellos y los medios de comunicaci¨®n que los cubren hasta la saciedad son parte importante de Washington. Pero no la definen.
De hecho, los atributos menos conocidos de Washington provocan la ¡°fiebre del Potomac¡±, un contagioso virus que afecta a muchos de quienes llegan con el plan de quedarse por poco tiempo pero nunca se van. Como le pas¨® a Frank Underwood.
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