La colina de las viudas de Kabul
Un grupo de mujeres cuyos maridos han fallecido desaf¨ªa la tradici¨®n cultural al crear su propio barrio en la capital afgana
Bibikoh llega casi sin aliento a su casa, que se levanta en uno de los puntos m¨¢s altos de una colina en el este de Kabul conocida como Zanabad, que en dar¨ª (variedad afgana del persa) significa ¡°construido por mujeres¡±. Otro de los sobrenombres que tiene este barrio de viviendas de adobe y empinadas callejas sin asfaltar es el de ¡°colina de las viudas¡±, por la comunidad de mujeres que se instal¨® hace 30 a?os en esta empobrecida zona de la capital afgana para vivir solas y por su cuenta, desafiando todas las tradiciones y costumbres del pa¨ªs, que condena a las viudas a una vida de sumisi¨®n a sus familiares o de marginaci¨®n social.
Tras casi cuatro d¨¦cadas de conflictos b¨¦licos encadenados, Afganist¨¢n tiene una de las tasas de viudedad m¨¢s altas del mundo. Entre 1,5 y 2 millones de mujeres han perdido a sus maridos en un pa¨ªs con 30 millones de habitantes. La mayor parte enviudaron j¨®venes, entre los 25 y los 35 a?os, una edad a la que la mayor¨ªa de ellas cargaba ya con varios hijos. En un pa¨ªs donde la mujer pertenece al cabeza de familia ¡ªya sea padre o marido¡ª, una viuda se convierte en deg-e be-sarposh, o una ¡°cazuela sin tapa¡±, explica Naheed Esar, una antrop¨®loga cultural que lleva a?os estudiando su situaci¨®n en Afganist¨¢n. Ello las convierte en uno de los grupos ¡°econ¨®mica y socialmente m¨¢s vulnerables¡± de la poblaci¨®n.
Bibikoh, considerada la l¨ªder de la comunidad de Zanabad, no sabe si tiene 60 o 70 a?os. A veces se siente como si tuviera 100, suspira. Enviud¨® a principios de los noventa, en la guerra de los muyahidines, cuando un cohete impact¨® en su casa en la provincia de Parwan y mat¨® a su marido, uno de sus siete hijos y a sus padres, dos primos y un hermano. Bibikoh sobrevivi¨®, pero perdi¨® un ojo y su cara qued¨® marcada por la metralla, aunque las profundas arrugas que ahora surcan su rostro casi ocultan esas heridas. Fue casada, como suele ser tradici¨®n en este pa¨ªs, con su cu?ado. Cuando este muri¨® tambi¨¦n, su familia pol¨ªtica la acus¨® de ser la causante de las desgracias familiares y acab¨® huyendo con sus hijos a rastras hasta Kabul, donde se top¨® con la colina en la que construir¨ªa una vida junto a otras mujeres en similar situaci¨®n.
Terrenos militares
No lo tuvieron f¨¢cil. Las mujeres ¡ªhoy son ya unas 1.000 viudas¡ª ten¨ªan que construir sus casas de noche, puesto que durante el d¨ªa la polic¨ªa les pegaba y les imped¨ªa continuar las obras, erigidas en unos terrenos militares ocupados ilegalmente. Hoy siguen sin t¨ªtulo de propiedad. Hace solo cinco a?os que las modestas casas de adobe en las que se agolpan familias numerosas tienen agua corriente; la electricidad lleg¨® hace uno.
En los pasados a?os, las viudas se coordinaron para aprender a leer y escribir, ya que muchas de ellas son analfabetas y trabajan, cuando encuentran empleo, en tareas como lavander¨ªa o limpieza de casas que apenas les dan para sobrevivir. Durante un tiempo recibieron raciones de comida de una ONG, pero eso se acab¨® hace ya m¨¢s de un a?o. Nunca han percibido una ayuda del Gobierno, asegura Bibikoh.
La vida no ha sido amable con esta mujer, que hace un par de a?os perdi¨® a otro de sus hijos en un accidente. Dice que fue como enviudar por tercera vez. Cuando su nuera ¡ªpara la que no ahorra improperios¡ª se volvi¨® a casar, dej¨® a sus siete hijos con Bibikoh, ya que su nuevo marido no quer¨ªa cargar con ellos. Este es uno de los motivos por los que muchas viudas se niegan a casarse de nuevo y acaban en lugares como Zanabad. Lo que m¨¢s le duele a Bibikoh es que su nieta mayor, Mar¨ªa, de 13 a?os, tuviera que dejar la escuela para encargarse de la casa y de sus hermanos menores mientras la abuela sale en busca de trabajo todos los d¨ªas. El ciclo de pobreza y marginaci¨®n social amenaza as¨ª con repetirse en la nueva generaci¨®n de Zanabad.
Aun as¨ª, Bibikoh afirma que no lamenta haber apostado por convivir con mujeres en su misma situaci¨®n: ¡°Estoy contenta aqu¨ª porque estoy rodeada de viudas, podemos compartir experiencias y el mismo dolor. Eso nos alivia, y no nos sentimos solas¡±.
Un oficio para aprender a ser autosuficientes
¡°Antes era como una son¨¢mbula, pero ahora me siento viva de nuevo y tengo esperanzas para el futuro¡±. Para Anisa, una viuda de Kabul de 39 a?os y seis hijos, la existencia cambi¨® el pasado 1 de agosto. Ese d¨ªa se convirti¨® en una de las 20 mujeres, 14 de ellas viudas, todas analfabetas, que participan en un taller del que saldr¨¢n, en diciembre, con un t¨ªtulo de costureras y sabiendo leer, escribir y con nociones de matem¨¢ticas.
El proyecto, financiado por Espa?a, pretende ¡°empoderar¡± a estas mujeres afganas, hasta ahora condenadas a una vida de dependencia y marginaci¨®n social. ¡°Ahora podr¨¢n ser autosuficientes¡±, explica la directora del proyecto, Shukria Jalalzay. La primera fase del proyecto ha costado unos 18.000 euros. Jalalzay espera obtener financiaci¨®n para una segunda fase del programa con el objetivo de educar a otras 40 mujeres el a?o que viene. La lista de espera no para de crecer, asegura.
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