El terrorismo explicado a los ni?os

Un minuto de silencio han observado a mediod¨ªa los colegios y los liceos de Francia para exorcizar el trauma del 13-N. Lo dispuso el Ministerio de Educaci¨®n en una circular que urg¨ªa a tutelar la sensibilidad de los escolares. No para esconderles la tragedia, sino para explicarla o amortiguarla desde la comuni¨®n del duelo.

Es cuanto se han anticipado a recomendar algunos centros privados. Incluido Les Francs Bourgeois, cuya direcci¨®n remiti¨® a los padres el s¨¢bado un manual de resistencia dom¨¦stica a la emergencia de los atentados. ?C¨®mo le explicamos el terrorismo a nuestros ni?os? ?Qu¨¦ quiere decir que Francia est¨¢ en guerra?

La ficci¨®n de los videojuegos o la distancia a los conflictos remotos se ha transformado en un peligro concreto, un salto de la abstracci¨®n a la realidad que ha traumatizado Par¨ªs reventando las garant¨ªas cotidianas: el restaurante, el teatro, el campo de f¨²tbol.

Puede llorarse y se debe llorar, aconsejan los psic¨®logos franceses un¨¢nimemente, aunque la catarsis resultante est¨¢ mejor explicada en el correo electr¨®nico que recibieron los padres del colegio Les Francs Bourgeois: ¡°Llorar por las personas que no conocemos representa la mayor demostraci¨®n de humanidad¡±.

La terapia y la prevenci¨®n recomiendan aliviar a los m¨¢s peque?os los detalles escabrosos, pero no discriminar las evidencias dram¨¢ticas. Con m¨¢s raz¨®n cuando el miedo y el duelo han adquirido un papel ubicuo en la sociedad francesa.

Es la raz¨®n por la que Claude Helmos, psicoanalista de prestigio, antepone el requisito de hablar. Los padres deben anticiparse a las versiones del aula o del recreo. Y deben organizarles un relato sin fisuras que haga constancia del terrorismo sin que lo perciban necesariamente como una amenaza concreta a su cotidianidad.

Y la cotidianidad, como explica el vadem¨¦cum del colegio Les Francs Bourgeois, radica en ¡°acordonar¡± el n¨²cleo familiar, el per¨ªmetro dom¨¦stico: la casa, el perro, los h¨¢bitos, la rutina, fomentando al mismo tiempo una decidida protecci¨®n afectiva.

Es dif¨ªcil conseguirla porque Par¨ªs se ha militarizado, porque las sirenas alarman la ciudad y porque se ha reforzado la seguridad tambi¨¦n en las escuelas, aunque el problema m¨¢s delicado concierne a la crudeza de las im¨¢genes y a la vulnerabilidad que implica tener entre las manos un smartphone en ebullici¨®n de psicosis.

¡°Los ni?os de seis a?os y menores no pueden exponerse a un televisor. No tienen defensas para sobreponerse a las im¨¢genes de la sangre, del dolor extremo. La televisi¨®n, el ordenador, el m¨®vil, se convierten estas semanas en un territorio bajo los dominios y criterios del control parental¡±, explica la profesora Helmos.

De la teor¨ªa a la pr¨¢ctica, los padres ¡°entregaban¡± este lunes a sus ni?os con extraordinaria angustia. Especialmente en las escuelas infantiles, recelando de los periodistas, preservando a las criaturas de una desmesurada sugesti¨®n.

¡°Los ni?os te preguntan y te preguntan¡±, admit¨ªa Francine, madre de dos varones peque?os, en los aleda?os de la Ecole Parmentier, ¡°pero no siempre tienes argumentos para tranquilizarnos. Est¨¢n asustados. Les rodea una conmoci¨®n que como padres tratas de disimular. No es sencillo estar a la altura de este desaf¨ªo¡±.

Impresionaba esta ma?ana el ajetreo de estudiantes del Liceo Voltaire. Porque lo frecuenta un millar de alumnos y porque se hab¨ªa impuesto una suerte de silencio funerario. Est¨¢ muy cerca el colegio de la plaza de la Rep¨²blica. Y de los escenarios donde murieron algunos coet¨¢neos. Chicos como ellos. Pudieron ser ellos.

Se explica as¨ª la apertura de una c¨¦lula especial de ayuda psicol¨®gica. La ha puesto en marcha Christel Boury, directora de la imponente y gigantesca instituci¨®n, consciente de la hipersensibilidad que implica el regreso al colegio: hay que redactar un relato.

No le ha sido sencillo a Franck, profesor de matem¨¢ticas, componerlo, entre otras razones porque la clase de apertura retrat¨® a un grupo ensimismado.

¡°No quer¨ªan hablar. Propuse hacerlo, pero la resistencia a hablar con los adultos es ilustrativa del caparaz¨®n que ellos mismos se han creado. Defienden su mundo, su versi¨®n. Y sus diferencias. No ya los musulmanes respecto a los dem¨¢s, que se sienten observados y que se muestran susceptibles, sino los marroqu¨ªes respecto a los tunecinos o los argelinos, por poner un ejemplo del grado de comunitarismo que se ha arraigado en la escuela p¨²blica francesa¡±, razona Franck en el patio del liceo.

Es all¨ª donde la sirena convoca a los profesores y los alumnos a mediod¨ªa. Y donde el minuto de silencio, observado con escr¨²pulo y cierta conmoci¨®n, precipita en su desenlace una ruidosa estampida escolar, como si los ni?os estuvieran huyendo de la pesadilla.