Miles de muertos despu¨¦s
La prohibici¨®n del cannabis roba impuestos al pa¨ªs y vuelve mulas a los extraviados
Nadie ha dado la buena noticia de la legalizaci¨®n de la droga, nadie. Se ha hablado apenas de un responsable decreto del Gobierno que ¡ªaqu¨ª en Colombia: ni m¨¢s ni menos¡ª reglamenta tanto la producci¨®n como el uso de la marihuana con fines medicinales. Pero tal como ha ocurrido con otros temas de salud p¨²blica, desde el aborto que salva vidas hasta la eutanasia que remedia dolores in¨²tiles, el procurador Ord¨®?ez (ese b¨ªblico investigador de lo p¨²blico conocido por vigilar con criterios lefebvristas a los funcionarios aterrados) ha emprendido una pat¨¦tica campa?a de desinformaci¨®n en la que afirma que ¡ªcomo la suspensi¨®n de fumigaciones con glifosato¡ª esta propuesta gubernamental hace parte de "una pol¨ªtica p¨²blica" que busca debilitar la gringu¨ªsima guerra contra las drogas: "Tendremos que ver qu¨¦ perlas encontramos en ese decreto", declar¨® el olfato politiquero de ese guardi¨¢n de su mundo que desde el principio ha militado en dos morales.
Quiere que se despierte la "integridad" de antes de Cristo que se despierta en estos casos. Pretende que siga la guerra de siempre: la versi¨®n de los hechos contra los hechos. Pero lo que de verdad consigue es que se les siga dando la espalda a todas las v¨ªctimas del prohibicionismo.
Pienso en la milagrosa Sierra Nevada de Santa Marta, en la joroba del mapa. Pues seg¨²n el jefe de antinarc¨®ticos, que para calmar a los prohibicionistas ha declarado que a pesar del decreto seguir¨¢ persiguiendo la siembra ilegal, hay a¨²n en la Sierra cientos de hect¨¢reas de cultivos de cannabis. El presidente Ospina P¨¦rez decret¨® en 1949: "Proh¨ªbese en el territorio de la Rep¨²blica el cultivo y comercio de la marihuana". Pero en la alt¨ªsima Sierra, tierra sagrada de 25.000 ind¨ªgenas arahuacos, arzarios, koguis y kankuamos, ocurri¨® el tal "boom exportador" de la yerba Santa Marta Golden para satisfacer la demanda gringa. Y con la bonanza lleg¨® el rentable infierno de la prohibici¨®n: la pobreza; la invasi¨®n de las bandas sanguinarias; la irrupci¨®n mesi¨¢nica de las guerrillas; el experimento impuesto, desde 1984, de fumigar la Sierra con el venenoso glifosato; el exterminio de los kankuamos; muertos y muertos m¨¢s.
Nadie se ha atrevido a hablar de legalizar la droga. Se trata nada m¨¢s de permitirles a empresas serias o a centros de investigaci¨®n el uso del cannabis para remediar el dolor, para aliviar las n¨¢useas de las quimioterapias, para retrasar la epilepsia de cientos de miles de colombianos. Y sin embargo el procurador Ord¨®?ez, que es una forma de decir "esa ultraderecha que sigue escribiendo Infierno con i may¨²scula", para contribuir a la desinformaci¨®n ha salido a respondernos una pregunta que nadie estaba haci¨¦ndole. Ha puesto en boca del Gobierno las palabras que le sirven para sonar a restaurador de la moral. Y ha reivindicado la prohibici¨®n ¡ªque complace a los Estados Unidos, roba impuestos al pa¨ªs, vuelve mulas a los extraviados, aplaza un problema de salud p¨²blica, y degrada la Sierra, por ejemplo¡ª en busca de fieles.
El pr¨®digo Parque Tayrona, "la planta del pie de la Sierra Nevada de Santa Marta" seg¨²n sus habitantes, ha estado cerrado este noviembre porque los arahuacos se han empe?ado en limpiarlo "de tanta maldad humana". Ser¨¢ en vano. Pues, aun cuando el consumo baje en las calles de los Estados Unidos, aun cuando los hampones de siempre encuentren m¨¢s rentable la miner¨ªa que el tr¨¢fico de alucin¨®genos, mientras las drogas sigan siendo ilegales no dejar¨¢ de ser el para¨ªso de los catadores europeos encumbrados por documentales osados, el pretexto feliz de los pol¨ªticos rastreros que viven de gritar "Apocalipsis", de convertir la ciencia en mito, de atravesarse, como mula, en el reconocimiento de una guerra fracasada.
Nadie se ha atrevido a hablar de legalizar la droga. Se trata nada m¨¢s de permitirles a empresas serias o a centros de investigaci¨®n el uso del cannabis para uso medicinal
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