El laboratorio para limpiar Colombia de minas antipersona
EL PA?S visita el primer campo de pruebas creado para combatir minas antipersona Las universidades y la industria militar suman esfuerzos para desarrollar t¨¦cnicas de desminado m¨¢s eficaces
El 17 de enero de 1991, a las 16:30 de la tarde, la vida de Oscar Buitrago se quebr¨®. Un sabor a p¨®lvora le llen¨® la boca. ¡°Y si la boca te sabe a p¨®lvora es porque est¨¢s muerto¡±, dice. Eso era lo que muchos soldados susurraban en la milicia. Buitrago, un joven teniente que hab¨ªa sobrevivido a intensos combates con la guerrilla de las FARC, se resbal¨® en medio de la monta?a; luego vino la explosi¨®n. Pis¨® una mina antipersona que le vol¨® de un tajo parte del pie derecho. El accidente ocurri¨® cuando Colombia empezaba a registrar los primeros mutilados por un flagelo que en los ¨²ltimos 15 a?os ha dejado 11.225 v¨ªctimas.
Si Buitrago, hoy capit¨¢n en retiro, no contar¨¢ su historia, muy pocos se dar¨ªan cuenta de que lleva puesta una pr¨®tesis. Lo llaman Capi y est¨¢ al frente del ¨²nico campo de pruebas que existe en Colombia para que la industria militar y las universidades ensayen nuevas t¨¦cnicas que sirvan para retirar, con mayor rapidez y eficacia, las minas que han sembrado los grupos armados en medio de la guerra.
Tecnolog¨ªa nuclear, drones y robots
Las propuestas de las universidades para acelerar el desminado y hacerlo menos riesgoso van desde el uso de tecnolog¨ªa nuclear para detectar materiales enterrados, radiaci¨®n electromagn¨¦tica de alta potencia para detonar las minas, uso de drones, pr¨®tesis m¨¢s econ¨®micas y ajustables, y estudios para mitigar el impacto ambiental.
Indumil est¨¢ importando detectores de ¨²ltima tecnolog¨ªa, que no solo localizan metal sino otros materiales como botellas, pl¨¢stico y cables, com¨²nmente utilizados por las guerrillas para fabricar sus minas. Hasta ahora, los detectores que se usan en Colombia solo rastrean metales, lo que aumenta la posibilidad de accidentes como el sufri¨® el soldado Mart¨ªnez. Tambi¨¦n traen equipos antifragmentaci¨®n para proteger a los desminadores y trabajan en el desarrollo de mecanismos que puedan destruir las minas sin que exploten las cargas. Esto para afectar lo menos posible a las comunidades que est¨¢n en medio de los explosivos. El proyecto m¨¢s avanzado es VALI, un veh¨ªculo rob¨®tico que brindar¨ªa mayor seguridad al desminador.
Desminar es una tarea lenta y peligrosa que realizan un batall¨®n del Ej¨¦rcito, otro de la Marina y una organizaci¨®n civil extranjera. La labor es de tal magnitud que de los m¨¢s de 600 municipios afectados por minas, solo cuatro han sido limpiados en su totalidad. Los expertos calculan que desminar el pa¨ªs podr¨ªa tardar unos 70 a?os, pero con el avance de las negociaciones de paz con las FARC y el cese al fuego de esa guerrilla, el desminado se ha vuelto prioridad. La muestra es que para aliviar a peque?as localidades, el Gobierno y los subversivos han acordado limpiarlas de manera conjunta fruto de las negociaciones en La Habana. El piloto comenz¨® en junio, pero ni con la gu¨ªa de los explosivistas de las FARC la tarea se ha vuelto menos riesgosa.
El campo est¨¢ a una hora en auto de Bogot¨¢, por la salida sur. Empez¨® a funcionar hace apenas seis meses en una de las f¨¢bricas de Indumil, la industria militar estatal que produce, importa y comercializa armas, explosivos y municiones. Son 18 hect¨¢reas a las que se accede tras pasar estrictos controles de seguridad. Quienes investigan en pro del desminado humanitario ahora pueden hacer pruebas porque solo all¨ª se permite manipular explosivos. Antes, no pod¨ªan hacerlo o era muy dif¨ªcil.
El soldado Wilson Mart¨ªnez muri¨® tras pisar una mina que le amput¨® su pierna derecha desde la cintura. El accidente ocurri¨® en la primera localidad donde soldados y guerrilleros se juntaron para la limpieza. No bast¨® que Mart¨ªnez tuviera nueve a?os de experiencia como desminador. Por eso, ¡°apoyar el desarrollo de tecnolog¨ªas innovadoras, pensadas para las particularidades del problema en Colombia, puede ser una de las claves del ¨¦xito¡±, dice el f¨ªsico Diego Torres, director de un comit¨¦ t¨¦cnico y cient¨ªfico que asesora a la oficina del Gobierno que se encarga del desminado humanitario.
El diablo est¨¢ en esas particularidades de las que habla Torres. ¡°Aqu¨ª tenemos grupos irregulares que est¨¢n en capacidad de producir su propio armamento. Hacen estas minas para fines tan diversos como proteger cultivos de coca, campamentos y para la miner¨ªa ilegal. Se suma que las t¨¦cnicas para desminar datan de la Segunda Guerra Mundial, que no se pueden aplicar en un mundo preocupado por el medio ambiente y menos cuando muchas de esas minas est¨¢n en los parques naturales¡±, explica.
Es en estos frentes en los que se concentran las universidades y la industria militar colombiana. Antes trabajaban por separado, pero ahora, ante la posibilidad de que el conflicto armado termine, han acordado compartir espacios. El campo de pruebas para el desminado es la primera muestra de que es posible. ¡°Est¨¢ abierto a todos¡±, dice el coronel en retiro, Juan Manuel Padilla, gerente de Indumil. Durante la visita de este diario, el capit¨¢n Buitrago y su equipo de ingenieros hicieron dos pruebas. Quer¨ªan mostrar lo que sucede en esas 18 hect¨¢reas. Sembraron minas similares a las que fabrican las guerrillas con pentolita, en terrenos que simulan un campo a cielo abierto. En ambos casos, tras un par de minutos de espera, lo justo para que los t¨¦cnicos pudieran alejarse, vino la detonaci¨®n y el sonido ensordecedor. El capit¨¢n se acerc¨® a los peque?os cr¨¢teres que quedaron y no pudo evitar recordar su accidente y el del soldado Mart¨ªnez. ¡°Esto no puede seguir pasando. Es urgente hacer m¨¢s eficaz el desminado¡±.
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