Merkel en el centro del Europa
La canciller se enfrenta al inmenso de reto de controlar la llegada de refugiados y dirigir la sociedad hacia la integraci¨®n
Como la crecida que inunda el castillo en el coraz¨®n de una ciudad medieval, las m¨²ltiples crisis de Europa est¨¢n afectando a su l¨ªder indiscutible. Para Angela Merkel, ser el personaje del a?o de la revista Time ser¨¢ magro consuelo ante la perspectiva de una especie de revuelta en la conferencia de su partido. Esta semana las juventudes de la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana quieren proponer un l¨ªmite para el n¨²mero de refugiados admitidos, y se calcula que pueden tener el apoyo de aproximadamente el 40% de los delegados. La canciller, admiradora de Catalina la Grande, se defender¨¢ con la actitud implacable y la flexibilidad t¨¢ctica que le han granjeado el calificativo de maquiav¨¦lica. Pero Merkel est¨¢ acosada y, con ella, el n¨²cleo del centro europeo.
Nunca me olvidar¨¦ de una fotograf¨ªa de Merkel de pie, sola, en el centro de un vasto escenario vac¨ªo bajo un cartel suspendido del techo que dec¨ªa Die Mitte (el centro). En estos 10 a?os, ella y el pa¨ªs que gobierna se han convertido en eso: el centro pol¨ªtico, econ¨®mico, diplom¨¢tico e ideol¨®gico de Europa. No s¨®lo porque Alemania ha tomado la iniciativa en la crisis de la eurozona, en la agresi¨®n rusa a Ucrania y en el problema de los refugiados. La pol¨ªtica europea lleva tiempo alej¨¢ndose del viejo centro, con sus elementos cristianodem¨®cratas, socialdem¨®cratas y dem¨®cratas liberales de 1945, hacia partidos alternativos, m¨¢s o menos xen¨®fobos, englobados bajo la insuficiente etiqueta de populistas. Ah¨ª est¨¢ el triunfo de Marine le Pen en las elecciones regionales en Francia. O el nuevo gobierno de Polonia.
En estos 10 a?os, Merkel y el pa¨ªs que gobierna se han convertido en el centro pol¨ªtico, econ¨®mico, diplom¨¢tico e ideol¨®gico de Europa
El diario sensacionalista Bild public¨® hace poco un mapa titulado ¡®Los vecinos de extrema derecha de Alemania¡¯. La gran potencia europea no aparec¨ªa rodeada de alianzas hostiles (la pesadilla de las coaliciones del canciller Bismarck), sino de pa¨ªses con partidos de extrema derecha en el gobierno o en ascenso: Dinamarca, Polonia, la Rep¨²blica Checa, Austria, Francia, B¨¦lgica, Holanda. En Alemania, hasta el momento, el centro resiste. Sin embargo, como dec¨ªa Bild, la Alternativa por Alemania (AFD) ha subido hasta el 8% en los sondeos. La AFD empez¨® oponi¨¦ndose al euro, pero ¨²ltimamente se parece cada vez m¨¢s al UKIP brit¨¢nico, puesto que vincula los problemas de Europa con la inmigraci¨®n, sobre todo con la entrada de musulmanes extranjeros (en voz baja, terroristas) al coraz¨®n de la patria.
Ese es el problema. Si Merkel no hubiera presidido la llegada de casi un mill¨®n de refugiados e inmigrantes en un a?o (950.000, seg¨²n las ¨²ltimas cifras oficiales), seguir¨ªa siendo la emperatriz indiscutible de Alemania y Europa.
Por eso tengo que decir en voz muy alta: incluso si esta llegada masiva fuera consecuencia de un error impulsivo e infrecuente de la precavida Merkel, amplificado por los rumores disparados en Oriente Pr¨®ximo ("todo el mundo es bienvenido, p¨¢salo"), el resultado ha sido uno de los momentos m¨¢s brillantes de la historia de Alemania. Cualquiera que conozca esa historia tuvo que conmoverse al ver c¨®mo se convert¨ªa en la tierra prometida para los refugiados. La Estatua de la Libertad se instal¨® temporalmente en Berl¨ªn. Los alemanes aplaud¨ªan en las estaciones de tren, ayudaban y siguen ayudando a los reci¨¦n llegados. Despu¨¦s de palabras como Schadenfreude y Spitzenkandidat, debemos aprender otro t¨¦rmino alem¨¢n: Willkommenskultur. Mientras tanto, en la tierra de la libertad, Donald Trump pide que se acabe con la inmigraci¨®n de musulmanes. Todos los alemanes deber¨ªan enorgullecerse de Merkel, y todos los estadounidenses, avergonzarse de Trump.
Casi un mill¨®n de personas, muchas de ellas traumatizadas y de culturas diferentes, han llegado en un solo a?o a un pa¨ªs de 80 millones
Sin embargo, es perfectamente comprensible que los alemanes digan ahora que basta ya, que no pueden hacer esto solos. Casi un mill¨®n de personas, muchas de ellas traumatizadas y de culturas muy diferentes, han llegado en un solo a?o a un pa¨ªs de 80 millones de habitantes (en proporci¨®n, es como si llegaran cuatro millones a Estados Unidos). La mayor¨ªa de los socios europeos, con la honrosa excepci¨®n de Suecia, han acogido a muy pocos. Y el peso est¨¢ empezando a ser excesivo incluso para un Estado rico y bien organizado como Alemania. No podemos pretender seguir como hasta ahora. Ahora que, con el invierno, va a disminuir la llegada de inmigrantes, toda Europa debe combatir a los traficantes, ofrecer instalaciones mejores a los refugiados en los pa¨ªses vecinos de Siria, mejorar la gesti¨®n de la inmigraci¨®n en el sureste de Europa, y hacer un gran esfuerzo no s¨®lo para castigar a ISIS por los atentados de Par¨ªs, sino para poner fin a la guerra de Siria.
Por su parte, Alemania tiene que hacer sus deberes. Aunque no entrara ni un refugiado m¨¢s, ya est¨¢ all¨ª ese mill¨®n de reci¨¦n llegados. Si consiguen integrarlos, esa gente, en general m¨¢s joven y llena de energ¨ªa, contribuir¨¢ enormemente a resolver el problema demogr¨¢fico cr¨®nico del pa¨ªs ¡ªcon una poblaci¨®n envejecida en un Estado de bienestar muy generoso¡ª. Si no se integran, Alemania tendr¨¢ minor¨ªas radicalizadas y seguramente alg¨²n atentado, que desencadenar¨¢ una espiral de desconfianza mutua. Para salir adelante, la sociedad alemana tendr¨¢ que cambiar ciertas actitudes cuanto antes. En la Universidad de Oxford hicimos un estudio comparativo sobre la integraci¨®n de los inmigrantes y sus hijos en cinco democracias de Occidente: Estados Unidos, Canad¨¢, Franca, Reino Unido y Alemania. Hab¨ªa varios aspectos (aunque no todos) en los que los alemanes estaban muy por detr¨¢s (el m¨¢s llamativo, la doble nacionalidad). No va a ser la Canad¨¢ de Europa central, pero el pa¨ªs de Merkel debe encontrar una manera de que los alemanes de origen iraqu¨ª, sirio, afgano, los alemanes musulmanes, se sientan a gusto.
Este es quiz¨¢ el ¨²ltimo y mayor reto que afronta la dirigente. Necesita asegurar a su pueblo que tiene controlada la llegada de inmigrantes, y dirigir la sociedad hacia una integraci¨®n c¨ªvica, econ¨®mica y cultural sin precedentes. Si lo consigue merecer¨¢ el Premio Nobel de la Paz.
Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com project, e investigador titular en la Hoover Institution, Universidad de Stanford.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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