La ca¨ªda de El Chapo en tres escenas
El narcotraficante comenz¨® hace seis meses una de las fugas m¨¢s alocadas de la historia, a la que acab¨® sum¨¢ndose Hollywood
La historia de El Chapo ha vuelto a su principio. Al penal de m¨¢xima seguridad de El Altiplano. Ah¨ª ha sido ingresado con medidas de seguridad redobladas el preso m¨¢s vol¨¢til de M¨¦xico. El hombre que el pasado 11 julio se meti¨® por un t¨²nel de 1.500 metros acoplado al piso de su ducha y dio inicio a una de las m¨¢s alocadas fugas de la historia. Durante seis meses, Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera, l¨ªder del c¨¢rtel de Sinaloa, hizo de su huida un corrido.?
Cena en la clandestinidad
Esperaba con el rostro estirado y una camisa azul de 128 d¨®lares. Nada m¨¢s verlos, se adelant¨® para recibirlos. Dentro de la furgoneta iban los actores Kate del Castillo y Sean Penn, agotados tras 14 horas de viaje. Desde el primer momento, qued¨® claro qui¨¦n era el centro de atenci¨®n. El Chapo le abri¨® la puerta a ella, le habl¨® primero a ella, la abraz¨® a ella. Y cuando le toc¨® el turno a Penn, el narco ni se dio cuenta de que no dominaba el espa?ol. Le importaba poco. Un mes antes ni siquiera sab¨ªa qui¨¦n era. El propio Penn escribir¨ªa despu¨¦s que, en aquel grupo, ¨¦l era s¨®lo una ¡°curiosidad".
La cena fue relajada. La reina de los culebrones, conocida por su papel de la sensual y mort¨ªfera Teresa Mendoza en La reina del Sur, se sent¨® a la derecha de El Chapo. Hubo tacos, enchilada, pollo y carne asada. Por primera vez, el hombre m¨¢s buscado de Am¨¦rica hab¨ªa abierto las puertas de su refugio en la Sierra Madre. Y con su decisi¨®n hab¨ªa sentenciado su destino. Los movimientos de la actriz llevaban meses siendo seguidos por los servicios de inteligencia.
Era el 2 de octubre. A la ma?ana siguiente, los invitados se marcharon. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, los comandos de la Marina lanzaron un ataque frontal. El Chapo lleg¨® a estar en el punto de mira de un helic¨®ptero, pero logr¨® escapar tomando como escudo a la hija de su cocinera. En su huida se dirigi¨® hacia las monta?as donde se crio. En ese territorio era invencible. Pero la puerta de su perdici¨®n segu¨ªa abierta. El 29 de octubre, a las 22.15, Guzm¨¢n Loera tom¨® el tel¨¦fono encriptado y volvi¨® a ponerse en contacto con la Reina del Sur. ¡°Amiga, hay que verse. Todo estar¨¢ tranquilo. Mi mam¨¢ quiere conocerte. No te desanimes, que no pasa nada¡±.
Amor de narco
El amor es para El Chapo un sendero que no deja de bifurcarse. A lo largo de su vida ha tenido cuatro esposas e incontables amantes. Una de sus pasiones m¨¢s intensas fue la rubia y espigada Zulema Hern¨¢ndez. La conoci¨® en la c¨¢rcel de Puente Grande, donde permaneci¨® ocho a?os encarcelado hasta su fuga en 2001. La presidiaria, con un murci¨¦lago en la espalda y un unicornio en la pierna derecha, arranc¨® a El Chapo arrebatadas cartas de amor. ¡°Zulema te adoro, y pensar que dos personas que no se conoc¨ªan pod¨ªan encontrarse en un lugar como este¡±, le escribi¨®. Aquella pasi¨®n se extingui¨® con la distancia. Ya separados, el 17 de diciembre de 2008, Zulema fue hallada en el maletero de un coche. La hab¨ªan asfixiado con una bolsa de pl¨¢stico. En gl¨²teos y senos llevaba marcada la ¨²ltima letra del alfabeto. El s¨ªmbolo de Los Zetas, los enemigos de El Chapo.
A¨²n mayor fue su pasi¨®n por la belleza local Emma Coronel. Hija de un lugarteniente, se obsesion¨® con ella hasta el punto de casarse cuando a¨²n era adolescente. Juntos tuvieron dos gemelas, el bien m¨¢s preciado de El Chapo. Y uno de sus puntos d¨¦biles. Por ver a su esposa y a sus hijas cay¨® en 2014, cuando, contra toda l¨®gica, decidi¨® ir a visitarlas para despedirse.
Esta pulsi¨®n era bien conocida por los servicios de inteligencia. Por eso, cuando fueron interceptadas las comunicaciones, saltaron las alarmas. No eran meros requiebros; se trataba de mensajes volc¨¢nicos, casi adolescentes. ¡°Te cuidar¨¦ m¨¢s que a mis ojos¡±, le llegaba a decir. Pero la sorpresa dio un paso m¨¢s cuando llegaron las respuestas: ¡°Sabes qui¨¦n soy, no como actriz, sino como mujer. Llevar¨¦ mi tequila para compartirlo contigo. Es un sue?o que me tocaba cumplir¡±.
El Chapo perdi¨® los estribos. Oculto en la monta?a, su deseo arras¨® con todo. Nadie se pudo oponer. Hostigado por el Ej¨¦rcito, dej¨® su escondite y acudi¨® a una casa de seguridad en la ciudad sinaloense de Los Mochis. All¨ª, siempre seg¨²n fuentes oficiales, planeaba un segundo encuentro con la Reina del Sur. Ah¨ª le esperaba su perdici¨®n.?
Sin escapatoria
Do?a Rosario cruza todas las ma?anas en coche el sem¨¢foro donde confluyen una gasolinera y un restaurante Pollo Feliz. Por la alcantarilla de esa esquina emergi¨® el Chapo mientras hu¨ªa de los marinos que lo hab¨ªan arrinconado en Los Mochis sigui¨¦ndole la pista. La se?ora podr¨ªa haberlo ocultado con mantas en el maletero. Ella misma cree que las autoridades no hubieran sospechado de una abuelita de gesto amable a los mandos de una vieja carraca. Pero ¡°la virgencita¡± no le dio la oportunidad de salvarlo. Pas¨® por all¨ª, para desgracia de ambos, a una hora distinta a la que el Chapo asom¨® la cabeza por la alcantarilla.
El hombre que quer¨ªa llevar sus andanzas al cine, con la sien palpitante, le rob¨® el coche al primer conductor con el que se cruz¨®. Despu¨¦s se hizo con un segundo veh¨ªculo. El due?o llam¨® al tel¨¦fono de emergencia, que fue la pista definitiva que tuvieron los polic¨ªas para atraparlo. Acorralado, con una camisa de tirantes, el lector de Roberto Saviano intent¨® sin ¨¦xito sobornar a los agentes que le echaron el guante. Se te acabaron las vacaciones, le anunci¨® el jefe de la marina, su perseguidor, cuando lo tuvo cara a cara.
El mundo entero supo de inmediato que el pr¨®fugo universal hab¨ªa sido atrapado. Sin embargo, en Badiraguato, su pueblo en la sierra, a Wenceslao Gast¨¦lum, amigo desde la infancia del Chapo, la familia le ocult¨® la noticia. El narco le pag¨® a Wenceslao una operaci¨®n de cataratas y otra de pr¨®stata, pero su salud es cada vez m¨¢s delicada. Los 84 a?os pesan. Los visitantes le traen la funesta noticia: ¡°?Ay que la fregada! Pobre Chapito m¨ªo¡±. Su cuate pas¨® de mito, leyenda criminal, Pancho Villa de la amapola, a personaje (muerto de amor) de una telenovela.
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