Contra los molinos de viento
Fui detenido por hacer p¨²blico que el Estado turco enviaba armas a Siria por medios il¨ªcitos
Mi nombre es Can D¨¹ndar. Soy el director de Cumhuriyet, el peri¨®dico de izquierda m¨¢s antiguo de Turqu¨ªa. El 26 de noviembre fui detenido por hacer p¨²blico un ¡°secreto de Estado¡± y fui encarcelado en una celda de aislamiento cerca de Estambul. La primera noche, sin peri¨®dicos ni televisi¨®n, me avisaron de que pod¨ªa tomar un libro de la biblioteca de la c¨¢rcel. Eleg¨ª El Quijote.
En la fr¨ªa soledad de la primera noche, Cervantes me acompa?¨®. En el libro, usando las palabras de un cautivo cristiano, escrib¨ªa: ¡°Porque jam¨¢s me desampar¨® la esperanza de tener libertad¡±.
?Igualmente! Yo tampoco jam¨¢s perd¨ª la esperanza desde el primer d¨ªa que fui encarcelado.
El cautivo que hablaba en el libro muy probablemente era Cervantes y continuaba su historia as¨ª:
¡°Encerrado en una prisi¨®n o casa que los turcos llaman ba?o, donde encierran a los cautivos cristianos, as¨ª los que son del rey como de algunos particulares, y los que llaman ¡®del almac¨¦n¡¯, que es como decir cautivos del concejo, que sirven a la ciudad en las obras p¨²blicas que hace y en otros oficios; y estos tales cautivos tienen muy dificultosa su libertad¡¡±
Creo que Cervantes pertenec¨ªa al primer grupo y yo soy parte del segundo. Si el periodismo es un trabajo de ¡°inter¨¦s publico¡±, entonces me parece muy dif¨ªcil que pueda recuperar mi libertad.
Como todos los gobiernos autoritarios, el Gobierno turco tiene la tendencia de ver a los periodistas como funcionarios propios, mientras que nosotros creemos que los verdaderos jefes son nuestros lectores y nuestra conciencia.
El hecho que caus¨® mi detenci¨®n precisamente tuvo que ver con esta disputa: el Estado ¡ªa espaldas de su propio p¨²blico y del Parlamento¡ª estaba cometiendo un acto ilegal y enviaba armas a Siria por medios il¨ªcitos.
Finalmente, fue atrapado in fraganti. Publicamos las im¨¢genes del servicio de inteligencia que prueban ese env¨ªo. El Gobierno no pudo refutar la noticia que publicamos. Pero el presidente Erdogan nos amenaz¨® diciendo: ¡°Van a pagar por ello¡±. Revelamos un ¡°secreto de Estado¡±, y las consecuencias eran pesadas.
Nosotros respondimos: ¡°Si el Estado comete un acto ilegal, la prensa no puede ser un mero espectador. No pueden ocultar un acto ilegal con una m¨¢scara secreta. Si el Gobierno se involucra en una guerra que tiene lugar en tierras vecinas, la poblaci¨®n ¡ªcuya seguridad est¨¢ amenazada¡ª tiene el derecho de saber lo que est¨¢ pasando¡±.
Respondieron a nuestras palabras con una orden de arresto. El tribunal nos mand¨® a prisi¨®n bajo los cargos de divulgaci¨®n de secretos de Estado y espionaje. Adem¨¢s, se pidi¨® la pena de cadena perpetua doblemente agravada.
No fui el ¨²nico: los fiscales del caso y el comandante de Gendarmer¨ªa que detuvo los camiones tambi¨¦n han sido encarcelados. Ellos tambi¨¦n son funcionarios a los que Cervantes hubiera llamado ¡°cautivos del almac¨¦n¡±: ten¨ªan que pagar el precio por haber participado de un crimen.
Ahora llevo m¨¢s de dos meses en una prisi¨®n cerca de Estambul, en una celda en condiciones de aislamiento, y estoy a la espera de ser juzgado. Cinco siglos despu¨¦s de Cervantes, no puedo creer cu¨¢n f¨¢cil es el cautiverio y cu¨¢n dif¨ªcil es la libertad.
Hoy, a pesar de nuestras advertencias, Turqu¨ªa cada d¨ªa se hunde m¨¢s en la ci¨¦naga de la guerra en Siria. Pero, aunque pasen los siglos, al menos la lucha por la verdad y libertad no ha terminado y a menudo, a causa de esta lucha, hay que emprender el camino solo y desafiar los molinos de viento.
Can D¨¹ndar, director de Cumhuriyet, est¨¢ encarcelado en la prisi¨®n de Silivri.
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