La madre de un joven radicalizado: ¡°El terrorista podr¨ªa haber sido mi hijo¡±
Padres de yihadistas belgas temen que los atentados alienten nuevas huidas
Para cualquier padre que ve las im¨¢genes que llegan de Bruselas, pensar que su hijo podr¨ªa estar entre las v¨ªctimas de los atentados es casi un reflejo autom¨¢tico. A los padres de yihadistas belgas les asalta un temor a?adido y paralizante: ¡°El terrorista podr¨ªa haber sido mi hijo¡±.
Tres madres y un padre de j¨®venes radicalizados y huidos a Siria para sumarse a las filas islamistas se re¨²nen al d¨ªa siguiente de los atentados de Bruselas en un local de Molenbeek. Este es el barrio estigmatizado por excelencia, donde han crecido y encontrado cobijo varios de los terroristas de Par¨ªs y Bruselas. Los padres se re¨²nen para hablar y para adoptar una posici¨®n com¨²n ante el nuevo golpe. Han contado sus historias muchas veces, pero hoy vuelve a aparecer el nudo en la garganta. Cada nuevo atentado les derrumba.
¡°Ahora lo importante es conseguir que estos atentados no den alas a m¨¢s gente para irse [a Siria]. Hay que hacerles comprender que la soluci¨®n no es irse a Siria¡±, interviene Veronique Loute, madre de Sammy, un joven que a los 23 a?os se march¨® sin dar mayores explicaciones a Siria. ¡°[A los j¨®venes] hay que dejarles claro que la paz no se gana con la guerra¡±, dice Loute.
Loute y otras 48 familias se han propuesto que su mensaje llegue a los j¨®venes belgas para tratar de disuadirles de posibles huidas. Les cuentan el camino que siguieron sus hijos, muchos preocupados por la situaci¨®n humanitaria y la mayor¨ªa ahora muertos en combate. Los padres dan charlas a j¨®venes y tratan de concienciar a las autoridades del problema y les exigen que vigilen y castiguen a los reclutadores que los padres suelen tener bien identificados. Quieren que a otros padres no les pase lo que les ha sucedido a ellos.
Ninguna de las tres mujeres que hoy se han reunido en Molenbeek lleva velo ni pertenecen a familias especialmente religiosas. Una es rubia, la otra tiene el pelo cano y corto y la tercera es negra. En la asociaci¨®n hay casi de todo, cristianos budistas¡ son los hijos los que entran en contacto con entornos radicalizados y se dejan atrapar sin que los padres se enteren hasta que ya es demasiado tarde. ¡°Esto le puede pasar a cualquiera. Todos somos v¨ªctimas de los radicales¡±, piensa Loute.
Las cifras del investigador Pieter van Ostaeyen indican que 562 belgas han viajado a Siria o a Irak. De ellos, 81 han muerto. La edad media de los que se van son 26 a?os. Con medio millar de combatientes en el extranjero, B¨¦lgica es el pa¨ªs de la UE con m¨¢s yihadistas per capita, con 41,96 por cada mill¨®n de habitantes, seg¨²n los c¨¢lculos de Van Ostaeyen.
¡°Cuando hay un atentado, aqu¨ª algunos padres piensan: Uf, menos mal que no ha sido mi hijo¡±, se sincera Geraldine Henneghien, madre de Anis, que se escap¨® a Siria, dispuesto a luchar contra lo que ¨¦l consideraba las injusticias del mundo. ¡°Podr¨ªa haber sido uno de nuestros hijos, les manipulan y les lavan el cerebro de tal manera, que ser¨ªan capaces de matar a inocentes¡±. En la asociaci¨®n, detalla Henneghien, hay dos padres cuyos hijos han cometido ataques suicidas.
Olivier, uno de los fundadores del grupo y cuyo hijo Sean se convirti¨® al islam y tres a?os m¨¢s tarde viaj¨® a Siria discrepa. Dice que su hijo se march¨® para luchar contra el r¨¦gimen del presidente sirio, Bachar el Assad, y que no cree que hubiera sido capaz de matar a civiles. ¡°?l quer¨ªa ayudar al pueblo sirio¡±.
Olivier piensa que para derrotar a los terroristas ¡°es importante entender lo que pasa por su cabeza por mucho que sus acciones no tengan justificaci¨®n alguna. Les mueve un sentimiento de venganza por los muertos por las bombas en pa¨ªses como Siria¡±.
Lavado de cerebro
La gran batalla de Henneghien es la lucha contra los reclutadores. A su hijo lo capt¨® un hombre que merodeaba por los alrededores de la mezquita que empez¨® a frecuentar. Despu¨¦s de enterarse de que Anis se hab¨ªa marchado a Siria, no par¨® hasta dar con el hombre que le hab¨ªa lavado el cerebro. La sorpresa de Henneghien fue may¨²scula cuando tras denunciarle qued¨® en libertad seg¨²n explica ella, por falta de pruebas concluyentes. ¡°El reclutador ahora est¨¢ en la calle y mi hijo est¨¢ muerto¡±.
Al rato llega Awa, otra madre acompa?ada de una ni?a y con aspecto abatido. Dice que desde el martes, el d¨ªa de los atentados, no puede parar de llorar. ¡°Me paso el d¨ªa tumbada el sof¨¢, pienso en los ni?os¡±. Awa saca del bolso una bandera belga gigante y se envuelve en ella. ¡°Estoy orgullosa de mi pa¨ªs¡±. Es como si sintiera la necesidad de pedir perd¨®n por unas atrocidades de las que es v¨ªctima en primera persona.
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