Cristina Kirchner, ?es Per¨®n?
Hay quienes ven a la presidenta como la ¨²nica que puede salvar a Argentina
Despu¨¦s de cuatro meses de reclusi¨®n y de disciplinado silencio, la expresidenta Cristina Fern¨¢ndez regres¨® a Buenos Aires. Ha sido un momento conmovedor para sus seguidores. Miles de personas llenaron las calles bajo una persistente lluvia para mostrar que la extra?an y que est¨¢n dispuestos a promover su r¨¢pido regreso al poder. Cualquiera que hable unos minutos con ellas notar¨¢ esa emoci¨®n ¡ªlas palmas enrojecidas, las l¨¢grimas contenidas, la garganta lastimada de tanto corear su nombre¡ª y quedar¨¢ con la sensaci¨®n de que el para¨ªso, al menos el de los kirchneristas, est¨¢ a la vuelta de la esquina, porque el pueblo se hartar¨¢ de las pol¨ªticas de ajuste del se?or Macri y volver¨¢ a los brazos de su l¨ªder natural.
La realidad, como se sabe, siempre es m¨¢s compleja que la mirada de los militantes, y en este caso, esa distancia bate r¨¦cords de ancho y profundidad. La doctora Fern¨¢ndez viaj¨® a Buenos Aires no por voluntad propia, sino porque un juez la cit¨® para que se defienda en la investigaci¨®n sobre una operaci¨®n financiera que caus¨® p¨¦rdidas al Estado por unos 3.400 millones de d¨®lares. De all¨ª que la manifestaci¨®n m¨¢s grande fuera frente a un juzgado. En estos d¨ªas, la aletargada justicia argentina se despert¨® y florecen las causas en su contra: fue imputada por lavado de dinero, est¨¢ detenido por id¨¦nticos motivos un socio de su familia, dos de sus secretarios de Estado fueron condenados por un desfalco en una l¨ªnea ferroviaria cuyas consecuencias, seg¨²n la justicia, fueron la muerte de 52 pasajeros. Y eso solo para empezar.
La tradici¨®n kirchnerista suele explicar los hechos del presente como una continuidad de gestas hist¨®ricas. El 17 octubre de 1945, el general Per¨®n fue rescatado por una movilizaci¨®n popular de la c¨¢rcel donde lo hab¨ªa depositado la dictadura a la que pertenec¨ªa. En 1973, Per¨®n protagoniz¨® otro regreso, luego de haber estado en el exilio por 17 a?os, la mayor¨ªa de ellos en el Madrid franquista. Cristina, en esta mirada, protagonizar¨ªa la reencarnaci¨®n de esos dos episodios. As¨ª lo dicen sus seguidores: ¡°Nos persiguen como a Per¨®n y a Evita¡±, ¡°este es un nuevo 17 de octubre¡±.
Claro que hay diferencias. Per¨®n fue perseguido por una dictadura, nunca fue citado a declarar por jueces de la democracia para preguntarle por hechos de corrupci¨®n y jam¨¢s perdi¨® una elecci¨®n popular, cuando la propuesta de la expresidenta viene de ser derrotada en tres de las cuatro ¨²ltimas.
Cuesti¨®n que hay quienes ven a Cristina Fern¨¢ndez como la heredera de Per¨®n y Evita, la ¨²nica que puede salvar a la Argentina de los ni?os bien que se han instalado de mera casualidad en la Casa Rosada. Y otros que la encuentran m¨¢s bien parecida a Imelda Marcos, una mujer fr¨ªvola, caprichosa, con una fortuna tan generosa como inexplicable.
Esos dos relatos son los que pulsean en la Argentina hace una d¨¦cada. Han dividido familias, parejas, largas amistades. Parec¨ªa que despu¨¦s del triunfo del se?or Macri, se iniciar¨ªa otro clima. Pero no. Las cosas siguen igual y esta semana, con el regreso forzado de Cristina, el mercurio vuelve a llenar el term¨®metro.
Tal vez ser¨ªa m¨¢s inteligente describirla a Fern¨¢ndez por s¨ª misma, con sus pros y contras, sus ¨¦xitos y fracasos, su oratoria maniquea y vibrante, su audacia, su coqueter¨ªa, su venalidad, su coraje, que ha tenido de todo. Pero, en estas tierras, no es mucha la gente dispuesta a pensar con matices. Ella menos que nadie, tan natural como le resulta estar en el centro de la escena, aunque m¨¢s no sea durante una ma?ana lluviosa, y por el mero hecho de que los jueces han comenzado a molestarla en serio.
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