Un mes a ciegas
Es una incertidumbre corta. El misterio es c¨®mo quedar¨¢ Brasil tras el tornado
Los fuegos artificiales iluminaron el cielo de los barrios de clase media de R¨ªo, S?o Paulo y Salvador. El domingo por la noche en las grandes avenidas brasile?as hab¨ªa un clima triunfalista. La C¨¢mara de Diputados hab¨ªa admitido el impeachment contra la presidente Dilma Rousseff. Habr¨¢ que esperar unos meses para saber si la fiesta est¨¢ justificada. En lo inmediato, el pa¨ªs ingresa en una rara transici¨®n. El Supremo Tribunal Federal contradijo la interpretaci¨®n legislativa: Dilma no debe retirarse cuando el impeachment es aceptado, sino cuando los senadores lo hayan convalidado. Se descuenta que eso ocurrir¨ªa el 12 de mayo. Hasta entonces, el Partido de los Trabajadores ir¨¢ pasando a la oposici¨®n, mientras el vicepresidente Michel Temer y sus aliados elaboran un nuevo oficialismo. Una extra?a transici¨®n durante la cual Brasil estar¨¢ a ciegas.
Nadie supone que el Senado pueda revertir el infortunio de Rousseff. C¨¢lculos de la semana pasada ya imputaban 45 votos en su contra. Cuatro m¨¢s de los necesarios para abrir el enjuiciamiento. Sin embargo, hasta que se resuelva esa encrucijada, la presidente seguir¨¢ tomando medidas. ?Designar¨¢ nuevos funcionarios? ?Castigar¨¢ a los protegidos de legisladores que se pronunciaron en su contra? La Constituci¨®n le asigna un poder enorme, para cuyo ejercicio no requiere del Congreso. Ella lo ejercer¨¢. Y sus rivales cuestionar¨¢n cada decisi¨®n.
La inc¨®gnita es qu¨¦ velocidad tendr¨¢ el proceso. La respuesta est¨¢ en manos de Renan Calheiros, el presidente del Senado, que pertenece al PMDB, el partido de Temer. Hasta hace 10 d¨ªas, Calheiros fue un aliado de la presidente. Pero desde entonces esa fidelidad est¨¢ siendo matizada. Calheiros es un experto en transiciones: en 1992 pas¨® de ser asesor de Fernando Collor de Melo a promover su impeachment. 1998 lo encontr¨® convertido en ministro de Justicia de Fernando Henrique Cardoso. Cuatro a?os m¨¢s tarde se convirti¨® en uno de los pilares de Lula da Silva en el Congreso. Calheiros est¨¢ siendo investigado en el caso Petrobras. Muchos suponen que podr¨ªa negociar su impunidad a cambio de acelerar la asunci¨®n de Temer. Eduardo Cunha, el presidente de la C¨¢mara de Diputados, est¨¢ en la misma situaci¨®n.
Nadie supone que el Senado pueda revertir el infortunio de Rousseff
La hip¨®tesis de negociar consenso por impunidad es alocada. El juez S¨¦rgio Moro parece imperturbable. En los tribunales brasile?os suponen que el expediente Lava Jato va adelantado siete meses respecto de la informaci¨®n que se filtra al periodismo. No s¨®lo el destino de Calheiros es incierto. Lula deber¨¢ seguir luchando para no terminar preso. Ya no contar¨¢ con la prerrogativa de que su pupila Rousseff le provea fueros incorpor¨¢ndole a su Gabinete. Sobre Lula, y sobre toda la dirigencia brasile?a, comenz¨® a posarse una nube negra: Marcelo Odebrecht, el mayor empresario del pa¨ªs, est¨¢ negociando con los jueces proveer informaciones escabrosas para que le reduzcan la pena.
El destino de Dilma es m¨¢s modesto. Lo m¨¢s probable es que se eclipse. El PT se ir¨¢ deshidratando. Tal vez pierda diputados. Pero habr¨¢ un elenco duro que permanecer¨¢. Es el de los que divulgan por las redes sociales la imagen de Temer pegada a la de Frank Underwood. Denuncian un golpe, para pasar a la guerra. Agitar¨¢n dos banderas. El reclamo de elecciones, con la consigna ¡°directas ya¡±, que se repet¨ªa durante la dictadura militar. Y la resistencia a un ajuste sobre los desamparados. Este ¨²ltimo argumento interpela a Temer. Los mercados le reclaman un reordenamiento basado en un recorte del gasto y una reforma impositiva. Pero sus aliados pol¨ªticos le recuerdan que no debe facilitar los ataques de la izquierda populista, que pretende deslegitimarlo.
Esta tensi¨®n condiciona la formaci¨®n del Gabinete. Temer est¨¢ obligado a convocar personas intachables. Y a controlar el significado pol¨ªtico de la selecci¨®n del ministro de Hacienda. El prestigioso Arminio Fraga ya rechaz¨® un ofrecimiento. El nombre de Henrique Meirelles sigue circulando. Pero con objeciones de eventuales aliados de Temer. Fernando Henrique Cardoso confiesa preferir ¡°a alguien que tenga una visi¨®n¡±. Meirelles fue el presidente del Banco Central con Lula. Ese antecedente le juega a favor y en contra. En las ¨²ltimas horas sube la cotizaci¨®n de Murilo Portugal. Pero lo debilita ser el titular de la federaci¨®n de bancos. El descarte va llevando a Jos¨¦ Serra. Es el principal interlocutor del PSDB con Temer. El partido de Cardoso podr¨ªa aportar otros ministros. Rubens Barbosa, por ejemplo, para la canciller¨ªa. Son incertidumbres de corta duraci¨®n. El verdadero misterio de la escena brasile?a es c¨®mo quedar¨¢ la escena luego del tornado. Es habitual en estos d¨ªas escuchar que del Mani Pulite italiano del 92 deriv¨® la poco edificante experiencia Berlusconi. Pero los brasile?os son optimistas casi patol¨®gicos. Prefieren recordar que, del ¨²ltimo impeachment, el de Collor, emergi¨® el Gobierno gris de Itamar Franco. Fue la modesta plataforma desde la que Cardoso lanz¨® el Plan Real, la reforma m¨¢s ambiciosa que conoci¨® la econom¨ªa en la historia reciente del pa¨ªs. La fragilidad puede ser muy productiva.
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