La muerte acecha a la justicia con los cr¨ªmenes de la ex-Yugoslavia
M¨¢s de una veintena de acusados han evitado la pena por muerte, suicidio o enfermedad
Inseparables durante la guerra de Bosnia (1992-1995), Radovan Karadzic, exl¨ªder pol¨ªtico serbobosnio, y su antiguo general en jefe, Ratko Mladic, forman ahora una extra?a pareja en el centro de detenci¨®n habilitado por Naciones Unidas en Holanda. El primero piensa apelar la sentencia de 40 a?os de prisi¨®n por el genocidio de Srebrenica, y el asedio de Sarajevo, reci¨¦n dictada por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Acusado de los mismos delitos, el otro aguarda la decisi¨®n judicial, prevista para 2017. Sin embargo, tal ha sido la sorpresa de Karadzic al verse condenado, que ha pedido la libertad provisional. Asegura que no puede preparar el recurso ¡°en este lugar decimon¨®nico propio de un pa¨ªs comunista, o de Turqu¨ªa, cuyas reglas y condiciones ya le costaron la vida a otros en mi situaci¨®n y nadie lo ha investigado¡±. Aunque suena tremendista, su afirmaci¨®n entronca con las maniobras dilatorias desplegadas por tres de los encausados m¨¢s se?alados del Tribunal: el fallecido expresidente serbio, Slobodan Milosevic, el l¨ªder ultranacionalista serbio Vojislav Seselj, y el propio Mladic. Los retrasos as¨ª provocados han entorpecido la labor de jueces y fiscales, da?ado la reputaci¨®n del Tribunal y desesperado a las v¨ªctimas.
Karadzic no quiere estar encerrado, pero a los 70 a?os, lo que verdaderamente le perturba es el destino de Milosevic. Aquejado de hipertensi¨®n cr¨®nica, ¨¦ste pidi¨® sin ¨¦xito en 2002 que le dejaran tratarse en Rusia, aliada tradicional de Serbia. La c¨¢rcel dispone de enfermer¨ªa y m¨¦dicos, que acuden a un hospital cuando es necesario, y el TPIY no quiso correr el riesgo de que Mosc¨² se negara a devolverlo. Cuando el 11 de marzo de 2006 muri¨® de un ataque al coraz¨®n, las cr¨ªticas arreciaron. No pudo dictarse sentencia, y el primer caso contra un exjefe de Estado acusado de genocidio en Europa desde la II Guerra Mundial se cerr¨® en falso. El golpe fue terrible para los supervivientes de Srebrenica, todav¨ªa hoy a la busca de sus seres queridos. La justicia internacional, de su lado, pareci¨® incapaz de manejarse ante los aplazamientos provocados por las peticiones de Milosevic defendi¨¦ndose a s¨ª mismo. Estaba en su derecho, pero los plazos judiciales saltaron por los aires. A su muerte, la sensaci¨®n de fracaso fue terrible, sobre todo porque seis d¨ªas d¨ªas antes se hab¨ªa suicidado en su celda Milan Babic, antiguo jefe de los serbios de Croacia. Acusado de limpieza ¨¦tnica, fue el primero en admitir su culpa y le hab¨ªan condenado a 13 a?os de reclusi¨®n.
En conjunto, seis procesados han muerto de diversas dolencias en el centro de la ONU desde 1994 durante sus respectivos juicios. Otros siete fallecieron despu¨¦s, algunos cuando cumpl¨ªan la condena en el pa¨ªs de su elecci¨®n (en La Haya no se queda ninguno una vez dictado el fallo correspondiente). Diez acusados m¨¢s murieron antes de ser trasladados al TPIY. En estos momentos, el c¨¢ncer que padece Goran Hadzic, sucesor de Babic en Croacia, ha obligado a suspender indefinidamente el proceso en su contra por cr¨ªmenes de guerra y contra la humanidad. En su tierra desde 2015, su estado es cr¨ªtico. Con todo, lo mismo ocurre en la justicia ordinaria: el proceso se paraliza en caso de enfermedad y queda sin efecto cuando un procesado fallece. Por eso el Tribunal subraya la cifra total de enjuiciados, 161, para demostrar que cumple con su mandato de perseguir a los principales causantes de las atrocidades perpetradas en los Balcanes. De ah¨ª que el ataque de ansiedad de Karadzic apunte a¨²n en otra direcci¨®n.
Le aturde la astucia de Vojislav Seselj, l¨ªder ultranacionalista serbio, exonerado de nueve cargos de cr¨ªmenes de guerra y contra la humanidad por animar a deshacerse de la poblaci¨®n no serbia. Ha sido uno de los fallos m¨¢s criticados de la ¨²ltima fase del TPIY, y Karadzic no ha podido resistir que su colega, aquejado de c¨¢ncer, consiguiera en 2014 el permiso de los jueces para medicarse en Belgrado. Si bien la fiscal¨ªa recurrir¨¢, Seselj no pensaba volver en caso contrario. Su desprecio a los jueces y la arrogancia mostrada en todo momento, recogida en las grabaciones de la sala de vistas, ejemplifican el abuso de la presunci¨®n de inocencia disfrutada por todos los acusados. As¨ª que cuando Karadzic afirma que su ¡°salud mental se deteriora encerrado¡±, lo que quiere en el fondo es un tratamiento similar: un r¨¦gimen abierto. Eso s¨ª, como oficialmente est¨¢ sano, respetar¨ªa las ¨®rdenes del TPIY para regresar.
Con sus luces y sombras, algunas tan espesas como la absoluci¨®n del exgeneral croata Ante Gotovina, condenado en 2011 a 24 a?os de c¨¢rcel por limpieza ¨¦tnica contra los serbios, y absuelto en 2012, el Tribunal ha intentado demostrar que la culpa tiene nombre y apellidos. Que es preciso sentar en el banquillo a los mayores responsables, para evitar la noci¨®n de responsabilidad colectiva y facilitar la reconciliaci¨®n. Asimismo, ha favorecido la posterior apertura de la Corte Penal Internacional, encargada de forma permanente, y a escala mundial, de cr¨ªmenes similares a los de los Balcanes. Pero volvamos al centro de reclusi¨®n de la ONU que Karadzic califica de dantesco. ?Qu¨¦ sucede all¨ª dentro?
Gestionado desde 1995 por las autoridades holandesas y el TPIY, los jueces eval¨²an las reclamaciones de los internos, en particular las relativas a su salud. Todas las celdas son individuales y tienen ducha e inodoro, adem¨¢s de una cama, estanter¨ªas y ventana. Los internos pueden aprender ingl¨¦s, inform¨¢tica y hacer manualidades. Hay biblioteca, sala de estar, televisi¨®n con los canales de sus distintos pa¨ªses, gimnasio y una pista para voleibol y f¨²tbol sala. Cada uno debe ocuparse de la limpieza de su celda y lavado de ropa, y disponen de una cocina equipada. La salida al exterior es de una hora y reciben visitas de sus familiares y abogados. Los servicios religiosos abarcan todos los credos.
El centro no los separa por etnias, nacionalidad, religi¨®n o clase social, y los viejos enemigos tienen que convivir. De modo que mientras Karadzic repudia su falta de libertad, Mladic aguarda su turno, dos apelaciones est¨¢n en marcha y un juicio debe repetirse, el c¨ªrculo se cierra all¨ª en torno a los procesados de las guerras de los Balcanes.
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