Pasar del ¡°no pasar¨¢n¡± al ¡°cosa hecha¡±
La esquizofrenia pol¨ªtica de la UE, el FMI y Atenas baliza el pacto de Grecia con sus acreedores
Todos entonaban el ¡°no pasar¨¢n¡±. Alexis Tsipras juraba en su primavera revertir la austeridad y desahuciar a la troika. Europa olvidaba sus promesas de reducir la deuda griega. Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) amenazaba con dar un portazo. Y ahora van comulgando con la profec¨ªa de Wolfgang Scha¨¹ble: ¡°No tendremos una nueva crisis alrededor de Grecia y llegaremos a un resultado razonable¡±, adelant¨® en el G-7 de Jap¨®n.
Cuando el severo ministro alem¨¢n de Finanzas, herr Nein, anuncia paz, es que la paz es cosa hecha. Aunque se deba a la urgencia de no estropear su agenda electoral, a la de no enrarecer m¨¢s la cuesti¨®n brit¨¢nica presentando a Europa como madrastra, o a ambas. Adem¨¢s del calendario, otras fuerzas empujan al acuerdo. Como la esquizofrenia ¡ªo contradicciones internas¡ª de cada actor, que les dificulta mantener posiciones.
El FMI parece corro¨ªdo por la distancia entre una c¨²pula neokeynesiana desde Dominique Strauss-Kahn y Olivier Blanchard, y los jefecillos territoriales neocon. Christine Lagarde verbaliza rigor austeritario, pero pacta siempre, pillada en el fuego cruzado de los paganos europeos y los socios emergentes que claman contra su discriminaci¨®n. Lo contrario de su hombre en Europa, Poul Thomsen, quien se muestra afable en p¨²blico, y verdugo en privado. ¡°Solo han tomado decisiones [los griegos] cuando estaban al borde de la ruina y a punto de quebrar¡±, menosprecia (Wikileaks del 2 de abril).
En consecuencia, el FMI sabe agridulce. Agrio, exige medidas preventivas adicionales, vulgo recortes autom¨¢ticos si fallan los aplicados, y ¡°cargar la factura sobre los m¨¢s pobres¡±, seg¨²n Tsipras (FT, 15/3). Pero dulce, pide un alivio radical de la deuda [no una quita, pero de efectos pr¨®ximos], extendiendo el plazo de los cr¨¦ditos hasta 2080 y abaratando sus tipos al 1,5% hasta 2045. Claro que juega gratis, con p¨®lvora ajena, porque el grueso del dinero lo pone la UE.
Tambi¨¦n la UE sufre tort¨ªcolis, de tanto medir tensiones entre la flexible Comisi¨®n y la Alemania alemana. Aquella patrocina la socialdemocratizaci¨®n de Tsipras; ¨¦sta va de ap¨®stol Tom¨¢s, el incr¨¦dulo ante la herida de Cristo que tuvo que tocarla para cre¨¦rsela.
Y as¨ª, el consenso de Bruselas plantea a Grecia objetivos m¨¢s exigentes de los que quiere el FMI, lo que redobla los sacrificios necesarios para alcanzarlos. Pero mientras, acaba siendo generosa con sus incumplimientos a corto plazo y en cambio le cuesta serlo con un alivio radical [ya ninguna Casandra ni Espartaco propone quitas] de la deuda a largo.
Queda Grecia, cuyos votantes (y diputados) sostienen a Tsipras, quien pelea contra su anterior yo, y en tal fragor ha perdido la calle por cuatro notorias huelgas. Y cuyos indignados protestan, mitad desheredados, mitad corporativistas, movidos por la fatiga austeritaria. Y contra unas ¡ªobvias¡ª reformas reiterativas, pero siempre pendientes, como la jubilaci¨®n a los 67 a?os, el fin de las decenas de fondos separados de la Seguridad Social, o el fraude fiscal en la ¡ªcastigada¡ª agricultura.
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