Gu¨ªa tur¨ªstica (Bronx, Bogot¨¢)
El turista aceptar¨¢ que no es lo usual que hasta hace unos d¨ªas se descuartizara tan cerca del palacio de gobierno
Esta es la calle 10 con la carrera 15: aqu¨ª hubo una pesadilla, aqu¨ª, en las cavernas infernales de ¡°el Bronx¡±, hubo durante diecisiete a?os una guardia asesina que escup¨ªa a los polic¨ªas honestos y pagaba 100.000 al d¨ªa a los corruptos; hubo habitaciones para descuartizar, para picar, para deshacer con ¨¢cido cad¨¢veres sin cabeza; hubo cuartos f¨¦tidos en donde se grababan escenas de pornograf¨ªa infantil; hubo ni?os que se prostitu¨ªan por 10.000 pesos en cualquier rinc¨®n de cualquier casa arruinada; hubo pasillos y recovecos en donde se llevaban a cabo org¨ªas con animales; hubo ventas de todas las drogas que pueda usted imaginarse, bazuco, popper; hubo celdas para drogadictos secuestrados hasta que sus familias acomodadas pagaran los 5.000.000 del rescate; hubo desaparecidos, torturados, hombres pudri¨¦ndose junto a caletas y crematorios llenos de excrementos, y 111 perros y gatos muri¨¦ndose de miedo.
Pero en la madrugada del s¨¢bado 28 de mayo miles de agentes especiales de la polic¨ªa llevaron a cabo una valerosa operaci¨®n de recuperaci¨®n de la zona para dejar en claro, seg¨²n dijo un comandante, ¡°que no habr¨¢ m¨¢s zonas vedadas en el pa¨ªs¡±. Y es as¨ª como ¡°el Bronx¡±, que en 1999 recibi¨® todos los males de otra calle reconquistada, es hoy un rinc¨®n fantasma de Bogot¨¢: lo que queda luego del horror. Y muchos despose¨ªdos fueron rescatados por poco de una muerte deshonrosa. Y d¨®nde estuvieron los presidentes, los alcaldes, los agentes, los bogotanos de estos diecisiete a?os, mientras este par de calles se volv¨ªan una pintura de lo que puede hacer el hombre cuando no tiene nada que perder, ni nadie que lo mire, ni nada que le recuerde su humanidad.
Esta ¨Cdos cuadras al norte, cuatro cuadras al oriente¨C es la calle 12 con la carrera 11: una vieja plaza comercial bogotana, San Victorino, de tiempos de monarcas y de revoltosos y de criollos que miraban a los indios de reojo, recorrida por el embajador de la China este jueves 2 de junio (¡°?compre el Bronx!¡±, le gritan los enfurecidos comerciantes de la plaza) para solidarizarse con tantos paisanos suyos que han sido acusados de ¡°competencia desleal¡± por pagar arriendos m¨¢s caros, pero ponerles a sus productos chinos precios mucho m¨¢s baratos. Y esta ¨Cuna cuadra al Sur, cuatro cuadras al Oriente¨C es la calle 11 con la carrera 7?: la Plaza de Bol¨ªvar. All¨ª, en la madrugada del domingo 5, 6.132 colombianos se desnudaron para el fot¨®grafo Spencer Tunick: a la l¨ªder LGTB Elizabeth Castillo, que particip¨® en la foto, la instalaci¨®n le record¨® ¡°lo iguales que somos¡±, ¡°lo c¨¢lidos que podr¨ªamos ser¡±.
Y all¨¢ al fondo ¨Ccuatro cuadras al Sur, pero a unos pasos de ¡°el Bronx¡±, de San Victorino y de la Plaza de Bol¨ªvar¨C est¨¢ la residencia oficial del Presidente de la Rep¨²blica de Colombia: la Casa de Nari?o. Donde ¨Cdesde hace ya tantos gobiernos¨C se ha dejado para ma?ana aquello de recobrar ¡°zonas vedadas¡±, se ha so?ado, pero a¨²n nadie despierta, con un pa¨ªs en el que por ejemplo sea impensable una ¡°casa de pique¡±, y el infierno no exista, y se ha impuesto una econom¨ªa inmisericorde como una cadena alimenticia. Habr¨ªa que reconocerle a este Gobierno su vocaci¨®n a respetar los llamados a la equidad, del matrimonio igualitario al aborto, y su empe?o en hacer una paz que reconozca que esta guerra tan larga no ha sido ni ¡°porque s¨ª¡±, ni s¨®lo porque aqu¨ª estamos enfermos. Pero no hay tiempo para ello ac¨¢ en Colombia.
El turista aceptar¨¢ que no es lo usual que hasta hace unos d¨ªas se descuartizara tan cerca del palacio de gobierno, pero dir¨¢ que tampoco es lo normal que un pa¨ªs en guerra se la juegue toda por las causas progresistas. El turista ver¨¢ se?ales para la esperanza, s¨ª. Y el gu¨ªa le dir¨¢ ¡°qui¨¦n lo creyera¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.