Lula, un final a¨²n sin escribir

Quienes conocen a Lula da Silva, que se defini¨® a s¨ª mismo como una ¡°metamorfosis ambulante¡±, saben muy bien que cuanto m¨¢s repite que no piensa volver, m¨¢s se prepara para entrar de nuevo en juego. Est¨¢ hasta impaciente. Quiz¨¢s incluso asombrado de que, en esta hora de oscuridad, no lo llamen a gritos.

El exsindicalista, que fue considerado el mayor presidente que tuvo Brasil, y el de mayor proyecci¨®n mundial, sabe que, incluso herido, sigue siendo la ¨²nica carta posible para que el Partido de los Trabajadores ( PT) pueda resurgir de las cenizas en las que lo convirtieron los dos grandes casos de corrupci¨®n de este pa¨ªs: el del mensal?o y el delpetrol?o.

?Qu¨¦ le impedir¨ªa poder volver al ruedo? Hasta ahora se ha hablado mucho de lo que podr¨ªa suponer un obst¨¢culo para disputar nuevas elecciones, pero poco sobre lo que realmente necesitar¨ªa para ello.

Es verdad que en los ¨²ltimos tiempos el h¨¢bil pol¨ªtico, quiz¨¢s el que mejor conoce el alma de la gente de a pie, ha ido acumulando derrotas. A veces personales, y a veces provocadas por el PT o por el Gobierno de Dilma Rousseff, su elegida.

Pero para ser candidato, le bastar¨ªa no ser condenado en primera y segunda instancia, algo que en el peor de los casos ser¨ªa muy dif¨ªcil que ocurriese antes de presentar su candidatura.

Hasta en la c¨¢rcel, Lula podr¨ªa ser candidato y presentarse como un ¡°preso pol¨ªtico¡±. Y en ese caso, el juicio estar¨ªa en manos de los electores.

Lo que necesita Lula es demostrar que a¨²n tiene fuerza pol¨ªtica en el Senado para salvar a Rousseff. Le bastar¨ªa conquistar un par de votos. Perder esa batalla, ser¨ªa peor, pol¨ªticamente para ¨¦l, que ser condenado por la Operaci¨®n Lava Jato.

Lula necesita, al mismo tiempo, destronar al presidente interino, Michel Temer. Es una batalla que no puede perder. Si la perdiera; si, arrinconada definitivamente Dilma, el Gobierno Temer se convirtiera en efectivo; si dicho Gobierno iniciase una mejora econ¨®mica, aunque fuera peque?a; si Temer saliese ileso de Lava Jato o del Supremo Tribunal Electoral... ser¨ªa lo peor que podr¨ªa ocurrirle a Lula y al PT.

Ganadas esas batallas, Lula contar¨ªa con una ventaja: la sociedad no ha identificado a¨²n a un posible candidato que entusiasme, que suponga algo nuevo en el renacimiento del pa¨ªs. Existe, al rev¨¦s, el temor de que surja una soluci¨®n inesperada y peligrosa para la democracia, capaz de capitalizar el desencanto de la calle con los pol¨ªticos tradicionales, que los considera a todos igualmente corruptos.

Para quienes ven la vuelta de Lula como un peligro o como una soluci¨®n trasnochada, sin fuerza en un Brasil diferente, que no olviden que mantiene un capital de consenso oculto. No solo entre los m¨¢s pobres (aunque menos que anta?o) sino tambi¨¦n entre los mismos empresarios y banqueros, que, por ejemplo, lo prefieren con mucho a Dilma.

Lula no est¨¢ muerto. Lula quiere volver. Lula siempre puede sorprender. Para ello puede, en cualquier momento si fuera necesario, abandonar o abrazar a quienes fueron sus amigos o sus enemigos. Su fe, se dice, es m¨¢s pol¨ªtica que ¨¦tica. ¡°No soy de izquierdas ni de derechas¡±, dijo un d¨ªa. Le basta ser Lula.

La fuerza de ser una metamorfosis ambulante, de sentirse h¨¦roe y v¨ªctima a la vez, indica un final a¨²n sin escribir.