Golpe a la comunidad gay
La visibilidad hace a los gais m¨¢s libres y, parad¨®jicamente, m¨¢s f¨¢ciles de atacar
Mucho camino se ha tenido que recorrer en Estados Unidos a lo largo de d¨¦cadas pasadas para que una variada comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGTB) pueda reunirse un s¨¢bado por la noche, sin esconderse, en un bar de una ciudad socialmente conservadora del sur del pa¨ªs, como es Orlando, para disfrutar de unas copas y algo de m¨²sica en el fin de semana en que una buena parte del pa¨ªs ha celebrado el Orgullo Gay.
En uno de estos bares, Pulse, han muerto este domingo al menos 50 personas a tiros, objetivo f¨¢cil de un radical armado hasta los dientes. No hace falta esperar a que la polic¨ªa concluya sus pesquisas. Con los hechos basta: es la peor matanza a tiros en la historia de EE UU, en un local gay.
Orlando es un claro ejemplo de lo mucho que ha evolucionado el pa¨ªs desde que en 1969 un grupo de gais y lesbianas comenzara a manifestarse contra la represi¨®n policial en el pub Stonewall de Nueva York. En aquel entonces quienes demostraran abiertamente su homosexualidad se convert¨ªan en unos proscritos, sujetos a discriminaci¨®n legal en todos los ¨¢mbitos imaginables, desde la sanidad al empleo o el ej¨¦rcito.
Mucho camino se ha recorrido en EE UU para que Disney World pueda celebrar unas jornadas gais
Meses despu¨¦s de los disturbios de Stonewall abr¨ªa en Orlando el centro Walt Disney World, uno de los mayores parques tem¨¢ticos del mundo, consagrado a la sublimaci¨®n de algo tan conservador como la familia nuclear, donde los pr¨ªncipes buscaban a hermosas doncellas y estas so?aban con ingresar en la realeza por la v¨ªa del matrimonio.
Hoy, hasta Walt Disney World celebra unas jornadas gais estos mismos d¨ªas de junio. Cualquier miembro de la comunidad LGTB?puede acudir a ese vasto parque tem¨¢tico de Orlando a divertirse de forma abierta, luciendo camisetas rojas para demostrar que los conceptos de ¡®normal¡¯ o de ¡®familia¡¯ pueden ser muy variados. Es cierto que Disney no organiza oficialmente esta jornada, pero la acepta con una silenciosa solidaridad, abriendo sus brazos y sus cajas registradoras a las decenas de miles de miembros de la comunidad LGTB que acuden a Orlando esos d¨ªas.
Parecer¨ªa, pues, que EE UU haya llegado a la igualdad plena. ?Tiene hasta un presidente que apoya por primera vez el matrimonio gay! Incluso el Tribunal Supremo ha reconocido el derecho de los homosexuales a casarse con todos los beneficios y obligaciones que marca la ley. Pero nada m¨¢s lejos. Y no por una cuesti¨®n de derechos y libertades, sino de aceptaci¨®n social.
En un futuro deber¨¢ desaparecer el concepto de trato especial a los homosexuales para considerarlo trato meramente normal
Volvamos a Disney como empresa que ha abierto camino con un tratamiento especial a los gais. Hace tres meses amenaz¨® con dejar de hacer negocios en el Estado de Georgia si el gobernador sancionaba una ley que permitir¨ªa por un lado a empleados del registro civil negarse a oficiar uniones entre personas del mismo sexo por objeci¨®n de conciencia y por otro a organizaciones religiosas despedir a personas por su condici¨®n sexual. Esa ley no es un episodio aislado. Es una copia, de hecho, de otra que intent¨® aprobarse el a?o pasado en Indiana.
El caso es que las pol¨ªticas pueden haber avanzado y que en las grandes ciudades como San Francisco, Nueva York, Los Angeles o Washington se puede vivir la propia homosexualidad con libertad, pero lo que deber¨ªa ser normal es a¨²n considerado trato especial. Para que dos hombres o dos mujeres se den la mano o se besen en p¨²blico, Disney no deber¨ªa necesitar un d¨ªa espec¨ªfico para los gais, como si esta comunidad debiera quedar contenida en su propio per¨ªmetro.
En alg¨²n tiempo futuro ser¨¢ necesario ir m¨¢s all¨¢: si de verdad hubiera aceptaci¨®n y normalidad social, no se necesitar¨ªan los millones de bares que hay en el mundo como Pulse, un lugar en el que ha sido tan f¨¢cil cometer una masacre. Los gais deber¨ªan poder mostrarse como tales donde fuera, sin miedos, sin riesgos, sin agresiones.
Eso, sin embargo, es de momento una utop¨ªa, y no s¨®lo en EE UU, sino tambi¨¦n en pa¨ªses m¨¢s avanzados en derechos LGTB como Espa?a. Hasta que ese d¨ªa llegue, ser¨¢ necesario que la comunidad gay tenga sus espacios de protecci¨®n y de reivindicaci¨®n: d¨ªas especiales en parques tem¨¢ticos, bares como Pulse o manifestaciones del Orgullo Gay. Y al fin y al cabo, poco cambiar¨ªa que un radical, por motivos que pronto revelar¨¢n las autoridades, abriera fuego en ese bar o en cualquier otro, matando a decenas de personas, sean del sexo o de la condici¨®n que sean. Para este tipo de locura no hay distinciones que valgan.
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