El n¨²mero 10 (Houston, Texas)
Colombia no ser¨ªa Colombia si su complejo de inferioridad no desplegara su complejo de superioridad
Sale la Selecci¨®n Colombia a la cancha del NGR Stadium, en Houston, Texas, a recordarnos a los esperanzados el arte del escepticismo. Sale nuestro equipo a la cancha con la suplencia como si no fuera un partido de f¨²tbol profesional, sino un partido pol¨ªtico criollo: la reuni¨®n de los segundos fingiendo, nerviosos, que son los primeros. Deja a sus grandes jugadores en la banca, reduci¨¦ndolos a espectadores que se comen las u?as del vecino, porque ¨Cluego de ganarles tanto a Estados Unidos como a Paraguay¨C ya ha clasificado a la segunda ronda de la Copa Am¨¦rica Centenario, pero tambi¨¦n porque Colombia no ser¨ªa Colombia si su complejo de inferioridad no desplegara su complejo de superioridad en alg¨²n momento, y de tanto jugar bien ahora ha vuelto a pensar que los rivales son lo de menos: ah, s¨ª, los costarricenses, los rojos.
James Rodr¨ªguez, el curtido 10 del equipo, est¨¢ aburri¨¦ndose en la banca minuto por minuto, pero no es, como en el Real Madrid, para que sepa lo que es bueno, ni para que Zidane deje de ser su ¨ªdolo de la infancia de una buena vez, ni para que ning¨²n otro equipo lo tenga hasta que su amor propio le sea ajeno, sino para protegerlo mientras llegan los partidos importantes. Por supuesto: Costa Rica, enardecida por la necesidad de clasificar a los cuartos de final, le est¨¢ ganando 3 a 1 a una Colombia nerviosa como un debutante. Y se hace necesario que salga a la cancha un pu?ado de titulares comandado por Rodr¨ªguez. Y el 10 da la vida por alcanzar el empate: ¡°yo aqu¨ª juego hasta cojo¡±, dijo al final del partido pasado como diciendo que ¨¦l sigue siendo el mismo jugador ¨Cadi¨®s lo dem¨¢s: adi¨®s far¨¢ndula, adi¨®s negocio¨C si lo dejan jugar.
No importa el resto: s¨®lo el f¨²tbol. Si hici¨¦ramos zoom out, que es una forma de decir ¡°si pusi¨¦ramos las cosas en su sitio¡¡±, Colombia versus Costa Rica parecer¨ªa una farsa en un mundo de farsas, una pelea de barrio convertida por avivatos en rito rentable: ser¨ªa una ridiculez este partido malo que no ha sido sino sufrir, y no m¨¢s que una ridiculez, si record¨¢ramos a tiempo que el expresidente de la Federaci¨®n Colombiana de F¨²tbol protagoniz¨® el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de la Fifa, si record¨¢ramos a tiempo que la desvergonzada e insensata Copa Am¨¦rica Centenario es un negocio inventado hace un par de a?os por los mismos dirigentes que en ese entonces estaban siendo investigados en Estados Unidos ¨Cd¨®nde m¨¢s¨C por sobornos, por reventa de boletas, por licitaciones ama?adas para entregar derechos de televisi¨®n.
Pero James Rodr¨ªguez ha sobrevivido a duras penas a ese desplante que es el Real Madrid, como quien vuelve del infierno ¨Cy s¨ª, a esa vida le faltaban drama, y errores, y prensa maledicente, y ah¨ª est¨¢n¨C, para entrar a la cancha del NGR Stadium a rescatarnos de la derrota: 1 a 3, Dios m¨ªo, 1 a 3. Y durante los minutos que quedan del segundo tiempo, que como los de cualquier narraci¨®n nos recuerdan que el secreto de la vida es que se acaba, juega con la misma urgencia con la que jug¨® la Copa Mundial de 2014. Tiene d¨¦bil el hombro de siempre. Parece perdido por momentos. Pero, aun cuando este partido sea un negocio patrocinado por qui¨¦n sabe qui¨¦n, aun cuando este torneo sea idea de los peores, James Rodr¨ªguez entrega todo lo que tiene para que Colombia sea la primera de su grupo.
No es suficiente, no, el partido absurdo del torneo absurdo termina 2 a 3; la hinchada colombiana recuerda que es una hinchada fiel a fuerza de reveses; el equipo se prepara para disputar con Per¨² el paso a las semifinales. Pero no deja de ser conmovedor haber visto a Rodr¨ªguez peleando jugada por jugada pues nada hay m¨¢s triste que una persona aplazada. Y ¡°persona aplazada¡± es una acepci¨®n de ¡°colombiano¡±.
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