Theresa May, la ¨²nica adulta en el patio del colegio
La ministra del Interior, favorita para suceder a David Cameron, se presenta como una gestora s¨®lida y fiable
Ning¨²n acercamiento period¨ªstico a la figura de Theresa May en los ¨²ltimos d¨ªas ha podido resistirse a la maravillosa futilidad de una frase que ella misma pronunci¨®, al presentar su candidatura para convertirse en la pr¨®xima primera ministra brit¨¢nica: ¡°Simplemente me pongo a trabajar en lo que tengo delante¡±. La frase encierra la negaci¨®n de la pol¨ªtica. El ejercicio del poder como la preparaci¨®n de unas oposiciones.
Es la persona que m¨¢s tiempo ha portado la cartera de Interior en el ¨²ltimo medio siglo. Y, sin embargo, Theresa May sigue siendo un enigma. Una inc¨®gnita que todo indica que la acompa?ar¨¢ hasta el interior del n¨²mero 10 de Downing Street si otra mujer, Andrea Leadsom, no se interpone en su camino.
El pasado 23 de junio, 17,5 millones de brit¨¢nicos quisieron dar una colleja a la tecnocracia. Pidieron tripas y coraz¨®n, y obtienen un curr¨ªculum vitae. ¡°Que Theresa May lidere el Reino Unido del Brexit¡±, escrib¨ªa el columnista Brendan O¡¯Neill en el conservador The Spectator, ¡°es como que un gerente de un banco arbitre un combate de Mike Tyson¡±.
¡°Se me debe juzgar por mi registro¡±, propuso May. Y es innegable que el hecho de que haya aguantado seis a?os en uno de los cargos m¨¢s dif¨ªciles del Gobierno dice mucho a favor de su gesti¨®n. Pero atendiendo a una de las principales responsabilidades de su cartera, la pol¨ªtica migratoria, es inevitable hablar de fracaso.
En este terreno May responde al estereotipo tory. El inasumible objetivo program¨¢tico de reducir la inmigraci¨®n neta por debajo de las 100.000 personas no es de su autor¨ªa, pero May se entreg¨® a ¡°trabajar en lo que ten¨ªa delante¡± y fracas¨®. La inmigraci¨®n neta est¨¢ en 330.000 y eso envenen¨® el debate del refer¨¦ndum.
El mismo empe?o en trabajar en lo que ten¨ªa delante, y no el c¨¢lculo pol¨ªtico o la falta de convicci¨®n, fue lo que la llev¨®, seg¨²n sosten¨ªa en una reciente entrevista con el Evening Standard, a defender la permanencia en la UE pero con un perfil bajo. Ten¨ªa, dijo, importante legislaci¨®n que sacar adelante en el Parlamento.
May emiti¨® su primer aviso de que iba en serio en un discurso en el congreso tory de 2002. En medio de los oscuros tiempos de la oposici¨®n, May advirti¨® al auditorio de que los votantes les consideraban el ¡°partido malvado¡±. De aquel discurso el p¨²blico aprendi¨® la extra?a capacidad de May para conectar con los votantes y, tambi¨¦n, su afici¨®n por los zapatos. Aquellos kitten heel con estampado de leopardo fueron la primera de una serie de decisiones estil¨ªsticas que, amplificadas por la prensa, han logrado humanizar por los pies a la f¨¦rrea ministra.
Tambi¨¦n el paladar la humaniza: es aficionada a la cocina, que pr¨¢ctica, dicen, a la manera intuitiva y libre de Jaime Oliver, sin menospreciar la saludable creatividad al estilo de Ottolenghi. Pero no fue una severa dieta de ensaladas del chef brit¨¢nico israel¨ª lo que le produjo la repentina p¨¦rdida de peso que llen¨® titulares el a?o pasado, sino el descubrimiento de que padec¨ªa diabetes tipo 1.
Inevitablemente se la ha comparado con Margaret Thatcher, la ¨²nica mujer que ha sido m¨¢s poderosa que ella en el partido. Pero Thatcher era una reformista radical y May es una gestora, competente pero sin visi¨®n. M¨¢s cercana a otra pol¨ªtica conservadora desideologizada con la que tambi¨¦n se la compara: Angela Merkel.
Con la canciller alemana comparte, adem¨¢s, el ser hija de un cl¨¦rigo protestante. Y que, como Merkel, May no ha tenido hijos. ¡°Claro que me ha afectado¡±, dijo la semana pasada. ¡°Pero aceptas las cartas que te ha dado la vida. A veces, hay cosas que deseas haber podido hacer, pero no puedes¡±.
Hija ¨²nica, su padre falleci¨® en un accidente de tr¨¢fico cuando ella era una veintea?era, pero su influencia y la de su madre, militante conservadora, han marcado a May. Sigue yendo a misa todas las semanas y supo que quer¨ªa ser pol¨ªtica tory ya en la adolescencia, antes de estudiar Geograf¨ªa en Oxford. All¨ª, en una fiesta estudiantil de los tories, conoci¨® a su marido. Despu¨¦s de la universidad ¨¦l empez¨® su carrera en la banca de inversi¨®n y ella entr¨® a trabajar en el Banco de Inglaterra, antes de ganar su primer esca?o en 1997.
Su argumento ganador es el de presentarse como la ¨²nica adulta en el patio del colegio. No es el narcisista Boris Johnson, ni el Terminator pol¨ªtico Michael Gove, ni la ingenua e inexperta Leadsom. Se ha mantenido ajena a las luchas fratricidas y a las rivalidades escolares que reinan en su partido. No ha visto House of cards ni Juego de tronos, aunque a su alrededor se han ejido conspiraciones que no desmerecer¨ªan en las tramas de dichas series. Su mensaje a los militantes tories es que, si le entregan el 9 de septiembre las llaves del 10 de Downing Street, May se pondr¨¢ a trabajar en lo que tenga por delante. Y no es poco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.