Una multitud apoya la marcha antigay de la ultraderecha en M¨¦xico

Familia, familia, familia. La marcha contra el matrimonio homosexual que hoy ha recorrido la Ciudad de M¨¦xico se envolvi¨® en algodones. Por doquier se multiplicaban los globos blancos, la m¨²sica de feria, y las palabras agradables al o¨ªdo. Nada de discriminaci¨®n; todo fraternidad y buenos sentimientos. Incluso hab¨ªa quien negaba que la protesta estuviese auspiciada por la Iglesia y la ultraderecha. Pero bastaba con acercarse a los manifestantes, en su mayor¨ªa vestidos de blanco, para advertir su verdadera dimensi¨®n. Un pulso no ya contra las bogas gays, sino contra la laicidad del Estado.

¡°Queremos una educaci¨®n libre de ideolog¨ªa que admita los fundamentos de la persona, que no oriente sexualmente a nuestros hijos, que reconozca el valor natural del matrimonio cristiano y de la familia natural¡±, clamaba Alberta, de 60 a?os. Era una m¨¢s, un mero punto en un mar blanco, pero reflejaba un sentir com¨²n. El de una derecha cat¨®lica que no se siente representada con el actual modelo y que, ante la debilidad del presidente Enrique Pe?a Nieto, trata frenar la legislaci¨®n igualitaria y entrar en un terreno hist¨®ricamente vetado a la Iglesia: la educaci¨®n. ¡°No quiero que nos manipulen a trav¨¦s de los libros de texto, Pe?a Nieto nos quiere imponer su ideolog¨ªa y por eso protestamos¡±, remachaba Magdalena, cat¨®lica, de 57 a?os.

Bajo c¨¢nticos y mucha fraternidad, la multitud avanz¨® pac¨ªficamente por la avenida de Reforma hasta alcanzar el ?ngel de la Independencia. Eran decenas de miles, procedentes de todo el pa¨ªs, que mostraron un m¨²sculo que otras manifestaciones contra Pe?a Nieto no han tenido. Marchaban en defensa de ¡°la familia¡±, formando un bloque guiado por una certidumbre: impedir a los homosexuales el matrimonio y la adopci¨®n.

"No es la sociedad, es la naturaleza la que les impide tener hijos", explicaba sin empacho Pedro David, estudiante de Bioqu¨ªmica de 26 a?os. No era el ¨²nico en pensarlo. En toda la manifestaci¨®n se reiteraban los mismos esquemas de pensamiento: el dise?o original, el designio divino, la ley natural. Las mil formas en que los sectores m¨¢s conservadores del catolicismo se resisten a los avances sociales.

¡°No hay que discriminar a los homosexuales, son enfermos y necesitan cura; vienen de familias disfuncionales, tienden a suicidarse; si yo tuviera un hijo homosexual le querr¨ªa con todo mi coraz¨®n, pero no pueden adoptar porque se vulnera el derecho del ni?o. Un homosexual no nace sino que se hace¡±, detallaba Elisa, de 40 a?os.

Alentada por los sectores m¨¢s conservadores de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, la manifestaci¨®n supone un directo al h¨ªgado del presidente Enrique Pe?a Nieto. Cuando en mayo present¨® su propuesta para apuntalar constitucionalmente las bodas gays (ya aceptadas por la Suprema Corte) nadie esperaba una reacci¨®n tan fulminante. Pero la Iglesia, bajo el liderazgo del oscuro cardenal Norberto Rivera, aprovech¨® el mal momento del presidente, cuya popularidad atraviesa sus horas m¨¢s bajas, para poner en marcha una intensa campa?a de agitaci¨®n. Desde p¨²lpitos y publicaciones eclesiales se azuz¨® un movimiento ultraconservador que se ha organizado en torno al denominado Frente Nacional de la Familia. Este grupo sostiene, como se pod¨ªa comprobar con extrema facilidad en la marcha, que la homosexualidad es reversible; la transexualidad, una enfermedad mental, y que los anticonceptivos causan esterilidad.

La primera demostraci¨®n de fuerza de este movimiento se materializ¨® hace dos semanas cuando decenas de miles de personas salieron a protestar contra las bodas gays en 120 ciudades mexicanas. La segunda fase lleg¨® hoy y fue un ¨¦xito de asistencia.

Para la ultraderecha, el escenario elegido fue un reto en s¨ª mismo. La Ciudad de M¨¦xico es el faro de la izquierda latinoamericana. Ah¨ª es donde se legalizaron el aborto y el matrimonio homosexual mucho antes que en otros sitios. En esta tierra hostil, el Frente Nacional de la Familia busc¨® no s¨®lo demostrar su poder¨ªo sino ahondar la brecha abierta entre el presidente y su propio partido.

El PRI, debilitado tras su ¨²ltimo batacazo electoral, ha decidido congelar en las c¨¢maras legislativas la iniciativa presidencial. La medida, un s¨ªntoma del desmoronamiento del poder presidencial, no ha logrado contener la ofensiva. Por el contrario, esta victoria ha avivado los intentos de imponer la agenda cat¨®lica al Gobierno. Algo extremadamente dif¨ªcil, dada la distancia tomada por los partidos, pero que de momento ha sacado de la caverna no s¨®lo a la Iglesia, tradicionalmente acomodaticia con el poder, sino a la ultraderecha. Una fuerza que despu¨¦s de permanecer oculta durante a?os en las catacumbas, hoy ha desfilado con fuerza por las calles de M¨¦xico. Como repet¨ªan una y otra vez los altavoces durante el recorrido: ¡°?Se?or presidente: no somos uno, no somos cien, cu¨¦ntenos bien!¡±. El pulso no ha hecho m¨¢s que empezar.