G¨¦nesis Deyanira, el rostro de la violencia colateral en Veracruz
La popularidad de la estudiante asesinada ha servido para poner m¨¢s luz sobre la inseguridad que viven cada d¨ªa los veracruzanos
Vivan donde vivan, las madres viven una constante angustia cuando sus hijos crecen y empiezan a salir a la calle solos. Antes de dejarlos partir, los llenan de recomendaciones sobre c¨®mo cuidarse y les piden que se mantengan comunicados para sentirse seguras de que est¨¢n bien. Los j¨®venes suelen rechazar esta preocupaci¨®n, tom¨¢ndola como desmedida, pues siempre vuelven a casa a salvo. En Veracruz esto no es as¨ª.
All¨ª se cumple el mayor temor de cualquier madre: enterrar a su hijo. Con una frecuencia alarmantemente mayor, esa entidad del sureste mexicano registra violentos cr¨ªmenes contra j¨®venes, cuyas madres tienen que salir a buscarlos, reconocer sus cuerpos, enterrarlos e iniciar una larga lucha por conseguir la paz de la justicia. Este es el caso de las familias de G¨¦nesis Urrutia, Octavio Garc¨ªa y Leobardo Arano, los estudiantes asesinados de este mes en Veracruz.
De los varones se sabe poco: que Leobardo se titul¨® recientemente como Contador en la Universidad Veracruzana, la misma que G¨¦nesis. Que Octavio era estudiante en el Tecnol¨®gico de Veracruz y que sufri¨® desde el a?o pasado la desaparici¨®n de su hermano Gustavo, del que no se sabe nada a la fecha. Octavio es, de los tres estudiantes asesinados, de quien la fiscal¨ªa ha sugerido nexos con el crimen organizado, y la prensa local asegura que ten¨ªa deudas con el c¨¢rtel de los Zetas, motivo al cual pudo deberse el secuestro y asesinato. Su familia ha desmentido esta versi¨®n, que a¨²n es investigada por las autoridades.
El caso de G¨¦nesis ha tomado la fuerza de un estandarte. El rostro de la ¨²nica mujer del grupo que fue hallado en bolsas el viernes pasado, desmembrado y quemado con ¨¢cido, ha arrojado m¨¢s luz sobre el flagelo de la violencia sin sentido en Veracruz: j¨®venes que son secuestrados por la delincuencia organizada, algunos por polic¨ªas que luego los entregan a los criminales, y que terminan una breve vida de manera abrupta y con una furiosa violencia, cuando solo sal¨ªan a pasear.
G¨¦nesis Deyanira era una destacada alumna de Comunicaci¨®n en la Universidad Veracruzana. El a?o pasado curs¨® estudios en Ecuador por una beca. Era modelo, pero sus compa?eros de universidad resaltan otras virtudes que la volv¨ªan atractiva, adem¨¢s de su belleza: simpat¨ªa, amabilidad, sociabilidad. Trabajaba para una tienda de playeras en el municipio de Acayucan y viv¨ªa sola en Boca del R¨ªo. Le gustaban las intervenciones, firmaba peticiones en Change.org contra la compra de animales para zool¨®gicos y colocaba mensajes en la calle en pro de la buena escritura. La ma?ana del 29 de septiembre, sali¨® con sus amigos Leobardo y Octavio hacia un centro comercial de la zona, pero no llegaron all¨ª. Antes fueron raptados y sus restos aparecieron ocho d¨ªas despu¨¦s. Un blog con noticias sobre el Estado refiere que el cuarto estudiante desaparecido ese mismo d¨ªa, Andr¨¦s Garc¨ªa, tambi¨¦n llegar¨ªa a la plaza al encuentro de Octavio, pero el v¨ªnculo entre los cuatro j¨®venes no ha sido confirmado por las autoridades.
Su ¨²ltima publicaci¨®n en Facebook dicta "A las gacelas les crecieron alas, y a la pistola que me apuntaba tan desafiante se le acabaron las balas. Te ped¨ª que no esperar¨¢s a que contestar¨¢ tus iras, no te va a gustar mi movimiento, juego ajedrez desde ni?a".?La gran cantidad de estudiantes que ha protestado clamando justicia, desde su desaparici¨®n y ahora con la noticia de su asesinato, evidencian que era una joven apreciada. Su universidad -y su Estado- est¨¢n de luto.
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