Barrio rico-barrio pobre, dos mundos a pocos metros en Buenos Aires
La desocupaci¨®n en el sur de la capital argentina es tres veces m¨¢s alta que en el norte y la tasa de mortalidad infantil es el doble. Una caminata por la ciudad protesta contra la desigualdad.
Buenos Aires es la regi¨®n m¨¢s pr¨®spera de Argentina, pero en su extremo sur nadie lo dir¨ªa. Bolsas, botellas y todo tipo de basura se acumula en los bordes del Riachuelo, el r¨ªo m¨¢s contaminado del pa¨ªs. A pocas manzanas de su orilla, Nilsa sobrevive con sus tres hijos en una habitaci¨®n que alquila por 1.500 pesos (menos de 100 d¨®lares) en una villa miseria. La casa no tiene agua corriente. Su marido muri¨® y ella qued¨® a cargo de la familia. Por primera vez desde que lleg¨® de Paraguay hace cinco a?os lleva tres meses sin encontrar trabajo. Su vida parece a a?os luz de la de sus vecinos del norte de la capital -donde se pueden apartamentos de lujo en alquiler por de m¨¢s de 5.000 d¨®lares-, pero est¨¢ a s¨®lo diez kil¨®metros de distancia.
La Encuesta Anual de Hogares de Buenos Aires pone en cifras esa desigualdad. El ingreso medio en el barrio m¨¢s rico de la capital argentina, Recoleta, es m¨¢s del doble del que se registra en la comuna m¨¢s pobre, integrada por los barrios de Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo. Un ni?o nacido ah¨ª tiene el doble de probabilidades de morir antes de los cinco a?os que uno de Recoleta. El riesgo de que viva hacinado en una vivienda es cinco veces mayor. Y la vida de sus padres es tambi¨¦n muy distinta: es tres veces m¨¢s probable que el jefe del hogar est¨¦ desocupado y hasta ocho que no haya completado la escuela primaria.
Con el objetivo de hacer visible esa desigualdad y reivindicar vivienda digna y trabajo para los m¨¢s desprotegidos, las organizaciones sociales Frente Popular Dar¨ªo Santill¨¢n y Barrios de Pie realizaron una caravana de 20 kil¨®metros a pie desde el centro de la ciudad -el Obelisco- hasta Villa Soldati. Al final del recorrido no queda ni rastro de las librer¨ªas y los teatros por los que Buenos Aires es mundialmente conocida. Tampoco se ven cines, casas de ropa, confiter¨ªas, caf¨¦s ni cajeros autom¨¢ticos. Las calles tienen basura y agua encharcada y los bloques de viviendas est¨¢n en mal estado.
Eso, sin entrar en las villas miseria. De la veintena contabilizadas en la capital, 17 se concentran al sur de la autopista 25 de mayo, la cicatriz -causada por la ¨²ltima dictadura- que divide en dos la ciudad. Ah¨ª hay vecinos que no tienen agua corriente ni cloacas y sufren inundaciones y cortes de luz cada dos por tres. Las ambulancias no entran si no es con escolta policial y faltan escuelas.
La crisis se ceba con los m¨¢s vulnerables
Vanesa vive en la villa 21-24 del barrio de Barracas desde los cinco a?os. Hoy tiene 27. Su padre se qued¨® sin empleo durante el menemismo y la familia, que viv¨ªa en Congreso, no encontr¨® otra soluci¨®n que mudarse a ese asentamiento precario del que ya nunca pudieron salir. Su situaci¨®n ha empeorado en los ¨²ltimos meses por la inflaci¨®n desbocada, que supera el 40% interanual. "Antes tomabas mate para llenarte, pero hoy hasta el mate est¨¢ caro, m¨¢s de 60 mangos (pesos) el kilo", se lamenta. Aunque parezca parad¨®jico, los negocios en la villa tienen precios superiores a los de otras partes de la ciudad y la carne se ha convertido en un alimento para ocasiones excepcionales. "Vivimos a fideos y arroz, que caen pesado. Antes me alcanzaba para comprar churrasco algunos d¨ªa, ya no", comenta Yolanda, otra vecina de la 21-24, que vive de su jubilaci¨®n.
Los habitantes de las villas no pagan luz y tienen subsidiado el transporte p¨²blico. A¨²n as¨ª se han visto afectados por el tarifazo de los servicios b¨¢sicos de rebote, debido a la ca¨ªda del poder adquisitivo de la clase media. Este a?o ha bajado la demanda de peque?os trabajos en negro -como reformas de alba?iler¨ªa o servicios de limpieza dom¨¦stica- con los que muchas familias de bajos ingresos complementan las ayudas que reciben del Estado. "Casi no hay changas (peque?os trabajos) y los comedores est¨¢n cada vez m¨¢s llenos", dice Viviana, vecina de la villa 20 de Lugano.
Otros problemas no son recientes sino que vienen de lejos. En toda la comuna 8, la m¨¢s pobre de Buenos Aires, no hay ning¨²n hospital p¨²blico en pleno funcionamiento. El expresidente Juan Domingo Per¨®n comenz¨® a construir en Villa Lugano el que iba a ser el hospital m¨¢s grande de Latinoam¨¦rica, pero la obra qued¨® paralizada tras su derrocamiento, en 1955, y nunca se retom¨®. Por orden judicial, el Gobierno de la ciudad comenz¨® la construcci¨®n del hospital Cecilia Grierson en 2006. Se inaugur¨® en 2009, aunque funciona solo como centro de salud, sin atender urgencias ni contar con camas de internaci¨®n. Casi la mitad de la poblaci¨®n de la zona depende de la sanidad p¨²blica, al no contar con un seguro privado ni gremial, pero en caso de una emergencia, los hospitales m¨¢s cercanos est¨¢n a unos seis kil¨®metros de distancia. El trayecto en autob¨²s tarda casi 40 minutos.
El Gobierno porte?o ha prometido que el Grierson tendr¨¢ 100 camas, pero las obras avanzan con lentitud y se prev¨¦ que concluyan en 2020. A pocos metros de all¨ª, en cambio, la construcci¨®n de la villa ol¨ªmpica para los Juegos de la Juventud de 2018 va a toda velocidad. Ni siquiera hace falta comparar norte y sur, esta es la postal in situ de la desigualdad.
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