Marihuana, el otro muro
La legalizaci¨®n de la cannabis en California debiera terminar por sacudir de prejuicios y anteojeras ideol¨®gicas el debate en M¨¦xico
Sucedi¨® lo inevitable: California ¡ªjunto con otros tres Estados¡ª aprob¨® el uso recreativo de la marihuana. Despu¨¦s dos d¨¦cadas de control regulatorio para fines medicinales y de un intento electoral fallido en 2010, la sexta econom¨ªa del mundo ha dado el paso hacia la legalizaci¨®n de la cannabis. Y esa decisi¨®n ser¨¢, sin duda, un importante acelerador de la discusi¨®n sobre opciones eficientes y m¨¢s humanas para enfrentar la cuesti¨®n global de las drogas.
La importancia econ¨®mica y pol¨ªtica de California dar¨¢ mayor visibilidad al debate sobre las alternativas al paradigma prohibitivo. El caso californiano es uno de los ejemplos m¨¢s significativos del fracaso de ese paradigma. Una cr¨®nica y gradual crisis penitenciaria puso en evidencia que es sumamente costoso ¡ªfiscal y socialmente hablando¡ª utilizar la c¨¢rcel como disuasivo al consumo.
La necesidad de despresurizar la sobrepoblaci¨®n y de reducir los costos al gobierno y a la econom¨ªa del sistema carcelario, alent¨® los primeros esfuerzos de experimentaci¨®n regulatoria. As¨ª, los tribunales para el tratamiento de adicciones se propusieron sustituir las penas privativas de libertad por intervenciones terap¨¦uticas y restaurativas menos invasivas: un conjunto de servicios sociales (rehabilitaci¨®n cl¨ªnica y psicol¨®gica, programas de capacitaci¨®n y de inserci¨®n laboral, etc¨¦tera) para atender la dependencia de sustancias y para reducir la recurrencia de delitos motivados por ¨¦sta. Despu¨¦s, la gradual autorizaci¨®n de los usos terap¨¦uticos de la marihuana ha permitido, por un lado, el acceso seguro de consumidores a dicha sustancia y, por otro, ha incentivado la generaci¨®n de evidencia cient¨ªfica sobre el da?o objetivo en la salud, as¨ª como el desarrollo de aplicaciones para atender ciertos padecimientos.
Junto con otras experiencias, hoy es posible suponer que la v¨ªa no penal incide mejor en la reducci¨®n de las adicciones, es posible desplazar al mercado negro con un mecanismo controlado de proveedur¨ªa, la recaudaci¨®n legal sirve para compensar los costos de una regulaci¨®n no prohibitiva, el acceso de ciertos suplementos y medicamentos pueden cambiar la vida de miles de pacientes y, en general, que es mucho mejor idea, en t¨¦rminos de pol¨ªtica p¨²blica, tratar a las adicciones como un problema de salud p¨²blica.
La realidad nos ha rebasado: en Estados Unidos es l¨ªcito producir y consumir; en M¨¦xico se matan por traficar y perseguimos por poseer
En segundo lugar, la legalizaci¨®n en California debiera terminar por sacudir de prejuicios y anteojeras ideol¨®gicas el debate en M¨¦xico sobre la marihuana. Es irracional mantener el statu quo. Si los argumentos cient¨ªficos (intensidad del da?o), ¨¦ticos (libre desarrollo de la personalidad), de derecho comparado (consecuencias objetivas de otras regulaciones), econ¨®micos (relaci¨®n costo-beneficio de la prohibici¨®n), no han hecho sentido para modificar el r¨¦gimen legal del cannabis, California aporta una raz¨®n m¨¢s de car¨¢cter comercial. Buena parte de las exportaciones mexicanas de marihuana van a ese Estado.
El tama?o del mercado californiano es sumamente importante, tanto por el n¨²mero de consumidores, como por sus niveles de ingreso. Al legalizar el consumo en uno de los mayores mercados que es, a su vez, vecino de uno de los mayores productores del mundo con altos niveles de inventario, se crear¨¢ una suerte de muro comercial invisible en la frontera. ?Para qu¨¦ importar ilegalmente si hay un sustituto legal en la esquina? En el corto plazo, en tanto se sustituyan las actuales exportaciones por otra sustancia como la goma de opio, habr¨¢ un exceso de oferta en el lado mexicano. Y dice la econom¨ªa que a mayor oferta, menor precio, y a menor precio, mayor consumo. Es de esperarse, pues, que el consumo en M¨¦xico aumente, sin que el pa¨ªs est¨¦ institucionalmente preparado para enfrentar esa contingencia. Con las actuales reglas de narcomenudeo, habr¨¢ m¨¢s personas en el supuesto de posesi¨®n il¨ªcita y, por tanto, susceptible de ir a prisi¨®n, con todo lo que eso supone. Pero lo m¨¢s relevante es que el exceso de oferta reducir¨¢ las ganancias de los actuales exportadores ilegales. Con capacidad instalada (hombres, armas y corrupci¨®n), esas bandas intentar¨¢n compensar sus p¨¦rdidas. No lo har¨¢n en la econom¨ªa formal, por supuesto. Diversificar¨¢n su negocio a otras actividades il¨ªcitas: secuestro, extorsi¨®n, trata, etc¨¦tera. M¨¢s violencia para el pa¨ªs.
La realidad nos ha rebasado: en Estados Unidos es l¨ªcito producir y consumir; en M¨¦xico se matan por traficar y perseguimos por poseer. Ellos disfrutan y recaudan; nosotros pagamos las consecuencias no deseadas de sus h¨¢bitos. Antes del est¨²pido muro de Trump, est¨¢ el muro invisible de la mariguana. No debemos pagar, como pa¨ªs, por ninguno de los dos.
Roberto Gil Zuarth es senador mexicano por el Partido Acci¨®n Nacional (PAN).
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