La misteriosa afinidad entre la mujer y los felinos
Ning¨²n otro animal ha sido tan divinizado a lo largo de los siglos y asociado al misterio y a la mujer como el gato
Vuelve a resucitar la discusi¨®n sobre la preferencia de las mujeres por los felinos, que tambi¨¦n establece que los hombres optan por los perros. Los gatos se entender¨ªan adem¨¢s mejor con las mujeres y los perros con los varones.
Ignoro si algunos estudios que las universidades realizan sobre el tema poseen o no valor cient¨ªfico. Hay quien recurre para explicarlo a que los perros, desde tiempos lejanos, fueron usados por los hombres para la caza y los gatos estaban en casa, cerca de la mujer.
?Solo eso?
Lo que es cierto es que desde hace m¨¢s de cinco mil a?os, ning¨²n otro animal fue tan divinizado y asociado al misterio y a la mujer como el gato. A¨²n hoy se discute en psicolog¨ªa sobre la simbolog¨ªa del gato asociado a la mujer.
Nos seguimos preguntando por qu¨¦ los gatos se relacionan con la independencia y los perros con la sumisi¨®n. Ello har¨ªa que los perros sean siempre amados y los gatos, divinizados desde hace siglos, pero tambi¨¦n execrados y malditos
?C¨®mo la mujer?
Ning¨²n animal ha tenido una trayectoria tan tortuosa en sus simbolismos, miedos y atracciones como el felino. En Egipto hac¨ªa el papel de la divinidad, personalizada en la figura de la egipcia Bastet, la diosa gata mujer, que proteg¨ªa la felicidad de las personas. Quiz¨¢s por ello el gato sea uno de los pocos animales nunca nombrados en la Biblia.
En la India, simbolizaba la sabidur¨ªa, donde la gata era la diosa sabia, reina de la fertilidad. La Iglesia, m¨¢s tarde, sataniz¨® a los felinos al mismo tiempo que present¨® a la mujer como tropiezo contra la virtud y m¨¢s f¨¢cilmente pose¨ªda por los demonios que los hombres.
En los siglos sombr¨ªos de la Edad Media, los gatos, por la influencia de la Iglesia, pasaron a ser el s¨ªmbolo de lo demon¨ªaco y de la maldad.
?C¨®mo la mujer?
Fueron perseguidos, desollados vivos, quemados en las hogueras, junto con las mujeres.
Fue el papa Inocencio VIII en 1484, qui¨¦n lanz¨® la primera persecuci¨®n contra los gatos y fueron sacrificados a millones. La venganza de aquella matanza y de aquella locura religiosa fue en parte la llegada de la peste negra a Europa, que diezm¨® a su poblaci¨®n, transmitida en realidad por las ratas, que adem¨¢s proliferaron con la desaparici¨®n de sus cazadores.
De inocente, aquel papa culpable del masacre de los gatos que ya hab¨ªan sido divinos en otras religiones y culturas, ten¨ªa s¨®lo el nombre. Estaba enfermo y, por miedo a tener que dejar el papado a los cardenales que suspiraban por verle morir para sustituirle, intent¨® curarse con leche humana, mamando de una joven nodriza y exigiendo transfusiones de sangre de ni?os.
Todo in¨²til. Aquel papa se fue sin ser llorado.
?Maldici¨®n de los gatos y de las mujeres?
Hoy, avergonzado de aquel antecesor suyo, el papa Francisco ha hecho diversas declaraciones a favor de los gatos: "Son los animales m¨¢s inteligentes. Siempre me gustaron y conversaba con ellos", le dijo a un periodista franc¨¦s que le pregunt¨® si tambi¨¦n ¨¦l consideraba a que los gatos eran demonios.
El gran artista Leonardo da Vinci lleg¨® a considerar al gato como la ¡°mejor obra de arte¡±. La m¨¢s bella.
Verdad o no que las mujeres de hoy sigan prefiriendo a los felinos como en los tiempos antiguos en que eran vistos como dioses, lo cierto es que, a trav¨¦s de tantas vicisitudes, el gato, desde la m¨¢s remota antig¨¹edad, fue visto como m¨¢s cercano al universo femenino.
Cleopatra se pintaba imitando la l¨ªnea curva de los ojos de una gata. De este animal se dice que no tiene, ni en las horas del sue?o, una postura que no refleje elegancia.
La escritora italiana Camila Cederna escribi¨® que ¡°es el gato, como la mujer, quien escoge a la persona, no al rev¨¦s¡±.
Castigadas hist¨®ricamente a ser dependiente de los hombres, las mujeres, como aparece en la literatura, vieron quiz¨¢s en la libertad de los gatos un sue?o secreto contra su forzada dependencia del var¨®n.
Los gatos no necesitan nombre. No sirve llamarles. Vienen cuando quieren como escribi¨® en su diario Margarite Jourcernar. Ellos deciden siempre lo que quieren hacer.
Los gatos aman estar limpios, son curiosos, independientes, solitarios, tiernos y salvajes a la vez. ?Como la mujer?
Son desconfiados. Prefieren la soledad. Comedidos en sus afectos, sinuosos hasta el punto que no les gusta caminar en l¨ªnea recta. Bordean con tacto y delicadeza los objetos. Son silenciosos y deciden cuando recibir y dar afecto. Es dif¨ªcil dominarles y de nada sirve re?irles. Te miran, se dan la vuelta y siguen su camino.
Nunca resultan obvios ni evidentes. Poseen un toque de indiferencia.
Son introspectivos y sensibles, aristocr¨¢ticos y agudos.
Los gatos son dif¨ªciles de entender. Hay que saber interpretarles.
Esconden una parte de su misterio ancestral. Y un bocado de su instinto salvaje. ?Se parecen a la mujer?
?Entienden nuestro lenguaje? Mi gata Nana, s¨ª. Puedo contarlo porque tengo como testigo a mi mujer. La gata, una callejera, tiene la costumbre de acurrucarse en mis piernas mientras leo o veo la televisi¨®n.
Durante unos d¨ªas prefiri¨® dormir en un sill¨®n a unos metros de distancia. Una de esas noches, mientras Nana dorm¨ªa profundamente, le dije a mi mujer: "?Qu¨¦ raro que Nana ya no viene a estar conmigo!". No pas¨® un segundo de tiempo. Abri¨® los ojos, me mir¨®, dio un salto y vino a colocarse, en mis piernas.
Mi mujer se qued¨® incr¨¦dula.
Los gatos son as¨ª. In¨²til que queramos entenderlos demasiado. ?C¨®mo la mujer?
?Son peque?os dioses o demonios?
?O son simplemente felinos, que no es poco?
Leer un gato es muy diferente de leer un perro. El gato es un texto que se esquiva, se esconde entre dos auroras, en la frontera entre lo m¨¢gico y lo irreal. El gato es sinuoso, su texto es suave, es poes¨ªa, nunca se deja coger por entero. El gato es resbaladizo, vive en las entrelineas.
Para leer un perro no son necesarias gafas especiales, Su texto est¨¢ escrito con may¨²sculas, dice claro lo que piensa y a lo que vino.
El perro es prosa, el gato es poes¨ªa.
(de Perros y gatos, de la poeta brasile?a Roseana Murray)
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