?Y si Renzi fuera el antisistema?
Las voces sensatas partidarias del 'no' denuncian que el primer ministro pretenda cambiar el orden institucional
Romano Prodi votar¨¢ 's¨ª'. Le ha costado pronunciarse a favor de Matteo Renzi y lo ha hecho sin entusiasmo -"a la reforma le falta claridad y profundidad"-, pero el criterio del professore supone un salvoconducto providencial respecto a la posici¨®n refractaria que ya hab¨ªan adoptado Mario Monti, Massimo D'Alema y Silvio Berlusconi.
Tres exministros incompatibles entre s¨ª -de lo personal a lo ideol¨®gico-, pero compatibles en su rechazo al refer¨¦ndum de la reforma constitucional que se vota el domingo. Y no se trata de un sabotaje corporativo a la carrera del joven premier. La consulta, es verdad, ha enardecido a la extrema derecha y ha estimulado la resurrecci¨®n del humorista Beppe Grillo en cabeza de los indignados, pero existen razones sensatas para rechazarla sin incurrir en la l¨®gica del antisistema.
De hecho, el grupo de los "ex", igual que otras autoridades pol¨ªticas, juristas y personalidades neutrales, sobrentienden que el antisistema lo representa el propio Renzi porque aspira a variar el orden establecido, desmantelando la instituci¨®n patrimonial del Senado, alterando la ley electoral en beneficio del partido m¨¢s votado y modificando el equilibrio institucional en la expectativa de un Ejecutivo m¨¢s fuerte.
La figura del primer ministro, en cuanto tal, es m¨¢s d¨¦bil en Italia que en cualquier democracia colindante, pero las restricciones a su poder emanan del escarmiento que supuso el autoritarismo de Mussolini. Por eso la Constituci¨®n originaria de la posguerra (1948) aporta toda clase de contrapesos a la tentaci¨®n cesarista del jefe del Gobierno. Entre ellos, la vigilancia del jefe del Estado -no es una figura en absoluto decorativa-, un parlamento superdotado e hipertr¨®fico -un millar de se?or¨ªas lo habitan- y la dial¨¦ctica de pesos iguales entre el Congreso y el Senado, tantas veces origen del filibusterismo y del bloqueo legislativo. Es la raz¨®n por la que Matteo Renzi quiere acabar con la modalidad del ping-pong y neutralizar el Senado. No ya reduciendo hasta un tercio sus miembros actuales -de 315 a un centenar-, sino sustray¨¦ndolo al sufragio directo de los italianos y convirti¨¦ndolo en una c¨¢mara de representaci¨®n local y regional.
El planteamiento ha irritado hasta a once expresidentes de la Corte Constitucional, precisamente porque entienden que el proyecto de Renzi transgrede la Carta Magna en su idiosincrasia. Y porque ni siquiera transforma el Senado en una C¨¢mara federal, sino en un "c¨¢mara de serie B reducida a un il¨®gico e insensato pastiche pol¨ªtico".
'The Economist' pide el 'no'
No puede decirse que el semanario The Economist represente el antiestrablishment y la antipol¨ªtica. Ni que haya estudiado con frivolidad el refer¨¦ndum del domingo. Su pen¨²ltimo ejemplar analiza en profundidad las razones que han alentado la consulta de Renzi. Empezando por considerarla una reforma insuficiente. Y porque la idea de revestir de m¨¢s atribuciones al poder ejecutivo no resuelve el problema de la falta de transparencia ni de la esclerosis burocr¨¢tica. Renzi se habr¨ªa quedado corto. Y habr¨ªa errado en su desmantelamiento del Senado, puesto que constituirlo al margen del sufragio universal y componerlo con representantes regionales y municipales equivale a sacralizar los estratos m¨¢s corruptos de la Administraci¨®n italiano. The Economist pide el 'no' tanto como desdramatiza la dimisi¨®n de Renzi: si el euro se debilita por un motivo como este, significa que el euro es una moneda agonizante.
Es la expresi¨®n que ha utilizado Massimo D'Alema en cabeza del sector disidente del partido de Renzi (PD). Conocida es su aversi¨®n al golden boy, pero su adhesi¨®n al 'no' tambi¨¦n la comparten otras figuras senatoriales del izquierda. Empezando por Pierluigi Bersani, seg¨²n el cual el premio de mayor¨ªa que lograr¨ªa la fuerza m¨¢s votada en la C¨¢mara de los Diputados -un 55% de los esca?os con el 40% de los votos- predispondr¨ªa las condiciones un rodillo legislativo y acabar¨ªa con la cultura de la pluralidad, m¨¢s all¨¢ de "profanar" la instituci¨®n senatorial misma.
El verbo ilustra la irritaci¨®n de Mario Monti. El extecn¨®crata perder¨ªa de inmediato su esca?o de senador vitalicio -desaparece la figura honoraria-, pero su oposici¨®n a la reforma trasciende las cuestiones particulares y alcanzan al alambicado sistema de elecci¨®n del Senado mismo. Casi todos sus miembros (74) ser¨ªan designados en los consejos regionales, mientras que los restantes (21) provendr¨ªan de una selecci¨®n municipal. Se tratar¨ªa de una plantilla oscilante cuyas atribuciones, parad¨®jicamente, no tienen que ver con las cuestiones del federalismo o de la pol¨ªtica centr¨ªfuga, sino con la observancia de las leyes de sensibilidad constitucional.
"Los problemas de Italia son la incompetencia y la corrupci¨®n", objetaba Monti. "Dos problemas particularmente presentes en los niveles administrativos de las regiones y de los ayuntamientos que ahora van a elevarse al rango supremo del Senado".
El instinto pol¨ªtico de Silvio Berlusconi ha visto en el refer¨¦ndum la oportunidad de su propia resurrecci¨®n. Y no ha necesitado elaborar sus argumentos. Le ha servido definir la iniciativa como "absurda e inaceptable para la democracia", remarcando que Renzi pretende rectificar el camino hacia la descentralizaci¨®n que ¨¦l hab¨ªa iniciado y que explica al mismo tiempo la beligerancia con que la Liga Norte considera el proyecto del actual premier como un ejemplo inaceptable de nostalgia jacobina.
Matteo Renzi, en efecto, abjura del modelo descentralizador y quiere hacer de Roma el eje de la pol¨ªtica, como se desprende del aglutinamiento de competencias en energ¨ªa, infraestructuras y protecci¨®n civil que conlleva la letra de la reforma constitucional.
Se tratar¨ªa por a?adidura de llevar a cabo la ¡°cl¨¢usula de supremac¨ªa¡±, concepto pol¨ªtico-sem¨¢ntico que refuerza el papel legislativo de la C¨¢mara frente a las competencias regionales en las situaciones determinadas por el ¡°inter¨¦s nacional¡±.
Ser¨ªa el contexto en que tendr¨ªa que modificarse el t¨ªtulo V de la Constituci¨®n. Y es la raz¨®n por la que la Liga Norte, partidaria de un modelo federal, entiende que Renzi ha incurrido en una suerte de delirio napole¨®nico.
Urge aclarar que no existe en Italia un modelo tan descentralizado como el espa?ol en materia de competencias auton¨®micas, pero la ¨¦poca berlusconianahab¨ªa inculcado un cambio de mentalidad y hasta de modelo administrativo que Renzi pretende rectificar ampar¨¢ndose en el derroche presupuestario que implica la duplicidad de organismos.
Tanto es as¨ª que el l¨ªder del PD implanta al abrigo del refer¨¦ndum un sistema territorial de corte franc¨¦s y deja en situaci¨®n de agon¨ªa administrativa las 110 provincias. Carecer¨ªan de raz¨®n de existir una vez relevadas de sus funciones.
La Liga Norte, de corte xen¨®fobo y de nacionalismo impostado, ha movilizado su electorado y sus huestes contra Matteo Renzi, pero los sondeos se?alan al mismo tiempo que el S¨ª ha adquirido mayor popularidad en las regiones septentrionales ¨Cm¨¢s ricas y m¨¢s sensibles al federalismo- que en las meridionales.
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