¡°Mientras Brasil lloraba, ellos se re¨ªan de nosotros¡±
De lejos pod¨ªa parecer una fiesta. De cerca se sent¨ªa la fuerza de la indignaci¨®n que reina en el pa¨ªs contra la clase pol¨ªtica
En medio a la dureza de las consignas contra los pol¨ªticos en las manifestaciones de protesta celebradas en muchas ciudades de Brasil, destacaba la de un adolescente, en Sao Paulo, que dec¨ªa: ¡°Quiero un Brasil limpio para todos¡±.
Hab¨ªa resumido, con ternura, lo que Brasil exige en este momento a la clase pol¨ªtica: una lucha sin ambiguedades contra la corrupci¨®n.
El car¨¢cter pac¨ªfico y hasta festivo de las manifestaciones no impidi¨® que los mensajes enviados a la clase pol¨ªtica fueran duros como piedras.
En los d¨ªas pasados, el Congreso, hab¨ªa aprobado, ya de madrugada, de sorpresa, desfigur¨¢ndola, la ley popular contra la corrupci¨®n que la sociedad hab¨ªa rubricado con m¨¢s de dos millones de firmas.
?A eso se refer¨ªa la pancarta en manos de una joven en Sao Paulo en la que hab¨ªa escrito a mano: ¡°Mientras Brasil lloraba, ellos se re¨ªan de nosotros¡±. Brasil estaba aquel d¨ªa en luto por la tragedia de los futbolistas dela Chapecoense, muertos en el accidente a¨¦reo.
Mensajes creativos y simb¨®licos. En Brasilia, a las puertas del Congreso, fue colocado un ataud negro, sobre una bandera gigante de Brasil. Sobre ¨¦l estaba escrito: ¡°Corrupci¨®n¡±.
El gesto ten¨ªa varias lecturas, como el que la corrupci¨®n estaba matando a Brasil, o que el pa¨ªs la hab¨ªa condenado, y con ella, a los pol¨ªticos que la apoyaban en las sombras del poder.
En Goias, en ritual tambien de alto voltaje simb¨®lico, los manifestantes fueron colocando, en un cubo de la basura, las fotograf¨ªas de los pol¨ªticos acusados de corrupci¨®n.
?Si eran duras las palabras escritas no lo eran menos las pronunciadas por los micr¨®fonos como aquellas que gritaban ¡°canallas, canallas¡±, refiri¨¦ndose siempre a los pol¨ªticos corruptos.
Pocos apostaban en que una manifestaci¨®n contra algo tan abstracto como la corrupci¨®n pudiera arrastrar de nuevo tanta gente a la calle. Alguien habia llegado a ironizar: ¡°?por qu¨¦ no hacer una manifestaci¨®n pidiendo que ¡°la gente se ame¡±?
Salieron las familias con sus hijos, algunas con carritos de beb¨¦, otros con muletas o en sillas de ruedas y j¨®venes en patines. Muchos j¨®venes.
De lejos podr¨ªa parecer una fiesta. De cerca se sent¨ªa la fuerza de la indignaci¨®n que reina en el pa¨ªs contra la clase pol¨ªtica.
Los personajes anatematizados, como en las manifestaciones precedentes, han cambiado de nombre. En vez del ¡°Fuera Dilma¡±, ¡°Fuera Lula¡± o ¡°Fuera PT¡±, esta vez las pancartas ped¨ªan la salida de los personajes del nuevo gobierno, como Ren¨¢n, presidente del Senado, Maia, presidente dela C¨¢marade Diputados y hasta ¡°Fuera Temer¡±, el nuevo Presidente dela Rep¨²blica.
?Un solo personaje, convertido en heroe nacional ha resistido firme en todas las manifestaciones en el aprecio que le concede la sociedad: el juez Moro, art¨ªfice dela LavaJato¡± : ¡°Somos todos Sergio Moro¡±, ¡°Somos todos Lava Jato¡±, eran sin duda las pancartas m¨¢s numerosas.
¡°Tard¨®, pero Brasil se despert¨®¡±, grit¨® alguien desde lo alto de uno de los trios el¨¦ctricos, en Rio de Janeiro.
?Y es ese despertar contra la corrupci¨®n lo que supone la mayor esperanza de un Brasil del que, el fallecido novelista, Joao Ubaldo Ribeiro, dotado de gran sentido de humor dec¨ªa que ¡°los brasile?os so?aban con tener un corrupto en la familia, para que les resolviera todos los problemas¡±.
Hoy, Brasil, s¨®lo cuatro a?os despues, es otro, m¨¢s despierto, m¨¢s consciente de la dura situaci¨®n que vive el pa¨ªs y m¨¢s preocupado por el futuro de sus j¨®venes, los m¨¢s castigados por el desempleo.
Mientras la televisi¨®n informaba sobre las manifestaciones, interrumpi¨® para anunciar la muerte de Ferreira Gullar, el mayor poeta brasile?o de los tiempos modernos, que dec¨ªa que ¡°el arte existe porque la vida no basta¡±.
La demostraci¨®n de creatividad festiva, que se ha visto en las manifestaciones pac¨ªficas contra la corrupci¨®n, revela que Brasil no ha perdido, a pesar de todos los pesares, sua alegr¨ªa por la vida.
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