Siempre mira el lado brillante de la vida
Parece que 2016 nos sepult¨® con malas noticias pero la realidad es que vivimos el mejor momento de la historia
¡°Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos.¡± Charles Dickens.?
Compartimos la idea nosotros, la ¨¦lite cosmopolita que lee diarios como EL PA?S o que escribe en ellos, de que 2016 ha sido un annus horribilis. Mientras la guerra y el terror asolan Oriente Pr¨®ximo, generando olas de refugiados, el populismo arrasa en dos de las m¨¢s ancianas y venerables democracias, Estados Unidos y Reino Unido, y amenaza a buena parte del antiguo continente europeo. La idiotez vence a la inteligencia, los payasos a los sensatos, el cinismo a la decencia, las mentiras a los hechos. Nadie encarna mejor la era pol¨ªtica en la que vivimos en Occidente que el ignorante, inestable, irresponsable Donald Trump.
Con semejante energ¨²meno al mando del arsenal militar m¨¢s potente de la tierra puede pasar cualquier cosa en 2017. Pero no todo es oscuridad. Miremos, como nos encomendaban los Monty Python, el lado brillante de la vida. Si nos distanciamos de las circunstancias que seguimos en la noticias, aquellas que reconfirman nuestra fe en la cong¨¦nita imbecilidad de la especie, si ampliamos la mirada a las tendencias que marcan el progreso material de la humanidad, detectaremos razones para pensar que lejos de vivir en el peor de los tiempos, vivimos en el mejor.
La desigualdad es uno de nuestros grandes temas de conversaci¨®n y aunque es verdad que crece dentro de los pa¨ªses, tambi¨¦n es verdad que la desigualdad entre los pa¨ªses disminuye. Los que tenemos la fortuna de haber nacido en los pa¨ªses ricos podemos sentirnos un poco menos culpables que antes. Las cifras de las Naciones Unidas demuestran que desde 1990 la enorme mayor¨ªa de los pa¨ªses en desarrollo han avanzado respecto a los desarrollados en cuanto a ingresos, longevidad y acceso a la educaci¨®n.
El a?o 2016 no ha sido ninguna excepci¨®n: por primera vez, seguramente en la historia humana, el n¨²mero de habitantes de la tierra que vive en la extrema pobreza ha ca¨ªdo por debajo del 10 por ciento. El hambre en el mundo ha descendido tambi¨¦n a su nivel m¨¢s bajo en un cuarto de siglo.
Las buenas noticias no se limitan a los pa¨ªses pobres. Hay una crisis general de expectativas en los ricos pero la demagogia catastrofista de, por ejemplo, Donald Trump ignora el hecho de que en Estados Unidos el desempleo descendi¨® de 7,8 por ciento cuanto Obama lleg¨® a la Casa Blanca a 4,6 por ciento hoy. En Reino Unido, donde la percepci¨®n de que los inmigrantes europeos se estaban llevando todos los nuevos empleos contribuy¨® al voto por el Brexit, el porcentaje de gente con trabajo no ha sido tan alto en m¨¢s de una d¨¦cada.
Espa?a es un pa¨ªs en el que llama la atenci¨®n la discrepancia entre la propensi¨®n de sus habitantes a quejarse y una calidad de vida que es la envidia del mundo. El desempleo sigue siendo alto pero va a la baja y el crecimiento de la econom¨ªa ha sido el doble del de la media de la Uni¨®n Europea en 2016. Un art¨ªculo en el?Financial Times a finales de noviembre se titulaba: ¡°Brilla la historia de la recuperaci¨®n espa?ola¡±.
Volviendo al destino del resto del planeta, queda por ver qu¨¦ har¨¢n los b¨¢rbaros de la futura administraci¨®n Trump pero el hecho hoy es que por tercer a?o consecutivo se ha frenado la emisi¨®n mundial del di¨®xido de carbono producido por la quema de combustibles f¨®siles, la principal causa del cambio clim¨¢tico.
Los habitantes de la tierra, mientras, gozamos de mejor salud que nunca. La expectativa de vida sigue creciendo en todo el mundo y las enfermedades m¨¢s letales cobran menos v¨ªctimas. Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, el n¨²mero de muertes ocasionadas por la malaria ha bajado en m¨¢s de 50 por ciento desde el a?o 2000 y las v¨ªctimas mortales del VIH-SIDA se han reducido en similares proporciones. En enero de este a?o la OMS anunci¨® que la epidemia del ¨¦bola en ?frica occidental hab¨ªa sido erradicada. La mortalidad infantil mundial es la mitad de lo que fue en 1990.
En cuanto a las guerras, no son lo que eran. La de Siria es un espanto pero si apartamos la vista un momento de las im¨¢genes de televisi¨®n que nos acosan cada d¨ªa desde Alepo y abrimos los ojos al panorama global vemos que vivimos en una era de paz sin precedentes. Desde 1946 el n¨²mero de v¨ªctimas de la guerra ha disminuido en proporciones gigantescas; los ¨ªndices de homicidio en el mundo tambi¨¦n bajan. La tendencia general, ejemplificadas por el proceso de paz de Colombia, dejan claro que el mundo es menos salvaje de lo que fue.
Lo cual quiz¨¢ ayude a explicar el miedo que nos genera en la por lo dem¨¢s pac¨ªfica Europa¡ªm¨¢s pac¨ªfica que en cualquier momento de su historia--el relativamente inocuo fen¨®meno del terrorismo del ISIS. Para los familiares de las v¨ªctimas de Berl¨ªn la semana pasada, y anteriormente de Bruselas, Niza y Par¨ªs la tragedia es total, por supuesto, y no hay consuelo posible. Pero tampoco lo hay para aquellos cuyos seres queridos mueren en accidentes de tr¨¢fico, como nos record¨® la semana pasada Robert Neild, profesor de econom¨ªa de la universidad de Cambridge. Neild se?al¨® que seg¨²n las estad¨ªsticas de la Uni¨®n Europea murieron 151 personas en atentados terroristas en 2015, un mal a?o, pero en los mismos 12 meses murieron 26.100 en las carreteras. Lo cual demuestra la irracionalidad de que nos asuste m¨¢s irnos de vacaciones a Par¨ªs que conducir al trabajo cada ma?ana. El profesor de Cambridge hizo el c¨¢lculo: para un europeo la probabilidad de morir en un coche es 172 veces mayor que la de morir en un acto de terrorismo.
Todo puede cambiar en 2017. Quiz¨¢ tengan raz¨®n los que temen que estemos, como en los a?os 30, en el umbral de una cat¨¢strofe. Pero no est¨¢ mal recordar hoy, con el 2016 llegando a su fin, que la humanidad a¨²n tiene m¨¢s motivos para darse un peque?o aplauso que para hundirse en la desesperaci¨®n.
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