El presidente Donald Trump llega a la Casa Blanca agitando el populismo y el nacionalismo
"Desde hoy, Am¨¦rica primero", proclama en su toma de posesi¨®n el nuevo mandatario de EE UU
El populismo m¨¢s agresivo y el nacionalismo m¨¢s desacomplejado se instalaron este viernes en la Casa Blanca. Donald John Trump (Nueva York, 1946) dio el tono a su presidencia con el mismo discurso apocal¨ªptico y antisistema que en menos de dos a?os le ha llevado de ser un estrafalario constructor y showman televisivo a convertirse en el 45? presidente de Estados Unidos. En la ceremonia inaugural, momento solemne en el que los nuevos presidentes suelen lanzar un mensaje de unidad, el republicano Trump arremeti¨® contra las ¨¦lites de Washington, se postul¨® como representante de los perdedores de la globalizaci¨®n y prometi¨® colocar el eslogan Am¨¦rica primero en el centro de sus pol¨ªticas. Trump es Trump, y no cambiar¨¢ como presidente.
En el a?o antiestablishment, cuando de Londres a Par¨ªs y de Viena a Washington pol¨ªticos de todo signo sacuden el orden establecido, la irrupci¨®n de Trump en el sanctasanct¨®rum del poder mundial es un triunfo rotundo e inesperado para este movimiento. Trump no habl¨® en t¨¦rminos de izquierda y derecha, y eludi¨® las propuestas m¨¢s ideol¨®gicas, como la construcci¨®n del muro o la revocaci¨®n de la reforma sanitaria del presidente Barack Obama. Articul¨®, con su lenguaje de frases breves y esl¨®ganes memorables, una visi¨®n que opon¨ªa el pueblo contra las ¨¦lites, y la naci¨®n contra el extranjero.
¡°Los olvidados y olvidadas de nuestros pa¨ªs dejar¨¢n de estar olvidados¡±, dijo el republicano Trump, en un discurso de 15 minutos muy parecido a la versi¨®n m¨¢s extrema de los que pronunciaba en la campa?a electoral que le dio la victoria el 8 de noviembre ante la dem¨®crata Hillary Clinton. ¡°Nunca volver¨¦is a ser ignorados¡±.
Rodeado de los m¨¢ximos representantes del poder en Washington, entre ellos el expresidente Obama, ante un p¨²blico escaso comparado con otras ocasiones, Trump retrat¨® a EE UU como un pa¨ªs en un estado de crimen y caos en el que las ¨¦lites se han enriquecido y han maquinado a espaldas del pueblo. Al escuchar al nuevo presidente cargando contra ¡°el peque?o grupo que cosecha los premios del Gobierno en la capital de naci¨®n mientras el pueblo soporta su coste¡±, era dif¨ªcil pensar que las autoridades que le acompa?aban ante el Capitolio no se sintieran aludidas.
¡°Vamos a quitarle el poder a Washington y devolv¨¦roslo a vosotros, el pueblo americano¡±, comenz¨®. ¡°El 20 de enero de 2017 ser¨¢ recordado como el d¨ªa en que el pueblo se convirti¨® de nuevo en el gobernante de la naci¨®n¡±, a?adi¨®.
Antes, al mediod¨ªa en punto, hora local, Trump puso la mano sobre dos ejemplares de la Biblia ¡ªuno que le regal¨® su madre y otro que perteneci¨® a Abraham Lincoln, el presidente que liber¨® a los esclavos¡ª y repiti¨® las 35 palabras del juramento y se convirti¨® en el 45? presidente de EE UU.
A lo lejos, frente a ¨¦l, en la semivac¨ªa explanada del National Mall, los monumentos a los gigantes americanos: Lincoln, Washington, Martin Luther King, Jefferson, los l¨ªderes que sentaron las bases de una naci¨®n que, con reveses y nunca en l¨ªnea recta, quiso proyectarse como un modelo de democracia, de apertura al mundo y diversidad.
En algunos momentos el discurso parec¨ªa inspirado en la ret¨®rica de Ronald Reagan. En su primera inauguraci¨®n, el republicano Reagan dijo que hab¨ªa que resistir a la tentaci¨®n de creer que ¡°el gobierno por un grupo de ¨¦lite es superior al gobierno por y para el pueblo¡±, y que ¡°el gobierno no tiene otro poder que el que le concede el pueblo¡±.
Pero el tono de Trump era muy distinto, no optimista y confiado como el de Reagan, sino pesimista y tenebroso. ¡°Esta carnicer¨ªa americana se detiene aqu¨ª y ahora¡±, dijo despu¨¦s de describir un pa¨ªs azotado por los cierres de f¨¢bricas, la educaci¨®n deficiente y la plaga de las drogas.
Fue un discurso m¨¢s populista que conservador, y tambi¨¦n nacionalista, con acentos victimistas y aut¨¢rquicos.
¡°Hemos defendido las fronteras de otras naciones al tiempo que rechaz¨¢bamos defender las nuestras, y hemos gastado miles de millones de d¨®lares en otros pa¨ªses mientras la infraestructura americana se deterioraba y declinaba. Hemos hecho ricos a otros pa¨ªses mientras la riqueza, la fuerza y la confianza en nuestro pa¨ªs desaparec¨ªa del horizonte¡±, dijo. ¡°A partir de ahora, ser¨¢ Am¨¦rica primero. Cada decisi¨®n que tomemos en comercio, impuestos, inmigraci¨®n, asuntos exteriores se tomar¨¢ en beneficio de los trabajadores americanos y de las familias americanas¡±.
El America first, o Am¨¦rica primero, refleja el proteccionismo de la nueva Administraci¨®n pero tambi¨¦n tiene resonancias pasadas. America first era el eslogan de los filonazis y antisemitas estadounidenses contrarios a la entrada de EE UU en la Segunda Guerra Mundial. La breve referencia en el discurso a las alianzas internacionales, que Trump ha cuestionado, la us¨® para decir que estas deb¨ªan ampliarse y servir para ¡°erradicar el terrorismo isl¨¢mico radical completamente de la faz de la tierra¡±.
Trump llega a la Casa Blanca como el nuevo presidente m¨¢s impopular en cuatro d¨¦cadas, bajo el signo de la divisi¨®n social que ¨¦l mismo atiz¨® durante la campa?a, y entre protestas en la calle y un boicot de decenas de congresistas del Partido Dem¨®crata. Estados Unidos no lo recibe con entusiasmo. Su rival en las elecciones, Hillary Clinton, le sac¨® casi tres millones de votos de ventaja, y solo gan¨® gracias al sistema de elecci¨®n presidencial basado en la ponderaci¨®n de voto por Estados en vez en el voto popular absoluto. Desde que Richard Nixon jur¨® por segunda vez el cargo en 1973 no se hab¨ªa visto una inauguraci¨®n tan crispada como esta. Nixon acab¨® destituido un a?o y medio despu¨¦s.
Medidas rupturistas
El ritual del traspaso de poder es el momento m¨¢s mon¨¢rquico de una rep¨²blica que se fund¨® en rebeli¨®n contra la Corona brit¨¢nica. La ceremonia que garantiza la continuidad pac¨ªfica de la democracia comenz¨® a primera hora de la ma?ana con los Trump saliendo de la Blair House, la residencia frente a la Casa Blanca donde tradicionalmente se alojan el presidente electo y su esposa la noche anterior a asumir el poder. De ah¨ª se desplazaron a la vecina iglesia episcopaliana de San Juan, conocida como la iglesia de los presidentes. Y de ah¨ª a la Casa Blanca para tomar un t¨¦ con los Obama. Juntas, la familia que ha ocupado la residencia de los presidentes en los ¨²ltimos ocho a?os y la que la reemplazar¨¢ en los cuatro pr¨®ximos se dirigieron al Capitolio para la ceremonia de investidura.Tras el acto, los Obama ha volado a Palm Springs (California) para pasar unos d¨ªas de descanso.
Trump quiere empezar la presidencia con medidas que hagan visible la ruptura, como la retirada del acuerdo comercial con 11 pa¨ªses de la cuenca del Pac¨ªfico y decretos sobre la inmigraci¨®n o la ley sanitaria. En julio, cuando acept¨® la nominaci¨®n del Partido Republicano en la convenci¨®n en Cleveland, prometi¨® que el 20 de enero ¡°se restaurar¨¢ la seguridad¡± en Estados Unidos, y el 21 ¡°los americanos finalmente se despertar¨¢n en un pa¨ªs en el que las leyes (¡) se aplican¡±.
Con el discurso inaugural, el tiempo de la ret¨®rica ha terminado. De una vez empezar¨¢ a desvelarse c¨®mo gobernar¨¢ el presidente Donald J. Trump. Acaba el tiempo de las palabras y de sus mensajes. Es la hora de los hechos.
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