¡°Prefiero volver a Guant¨¢namo a soportar el acoso policial en T¨²nez¡±
Un tunecino ex preso de Guant¨¢namo solicit¨® volver al controvertido penal, pero le fue denegado
¡°El propietario de mi apartamento me llam¨® hoy y me ha dicho que tengo que irme. Es la sexta vez que me ocurre en tres a?os. La polic¨ªa les acosa y me echan. Ya no puedo m¨¢s¡±, dice apesadumbrado Hedi Hammami, un tunecino que pas¨® ocho a?os en Guant¨¢namo y volvi¨® a su pa¨ªs en 2011. El hostigamiento de las fuerzas de seguridad es tal, que le llev¨® a tomar una decisi¨®n sorprendente. ¡°Prefiero volver a Guant¨¢namo a soportar el acoso de la polic¨ªa en T¨²nez. Estoy desesperado, no tengo futuro en mi pa¨ªs¡±, declara Hammami, que lleg¨® a contactar a la Cruz Roja Internacional para que mediara con el Gobierno estadounidense y le transmitiera su petici¨®n, pero ¨¦sta se neg¨®.

Mientras camina, arrastra levemente la pierna derecha, secuela de las torturas sufridas en las c¨¢rceles estadounidenses. Sin embargo, peores son las secuelas psicol¨®gicas. ¡°Tengo dolores de cabeza muy fuertes, oigo un zumbido constante y no puedo dormir m¨¢s de tres o cuatro horas... Las condiciones en Guant¨¢namo al principio eran muy duras. Me pas¨¦ a?os en una celda de aislamiento, y los soldados no te dejaban dormir. M¨¢s adelante, mejoraron¡±, recuerda con un gesto cansado. Es primera hora de la ma?ana, y llega a la entrevista directamente de su trabajo: conductor de ambulancias en el turno de noche.
Durante varias semanas, tuvo que interrumpir su trabajo, porque las autoridades le forzaban a presentarse en comisar¨ªa a fichar varias veces al d¨ªa. Entre las medidas de acoso, los continuos registros en su casa para interrogarle, que provocan los recelos de los vecinos, la prohibici¨®n de salir no solo del pa¨ªs, sino de la capital, y la retirada a su esposa, de nacionalidad argelina, de su permiso de residencia en T¨²nez. ¡°Todo esto empez¨® en 2013, dos a?os despu¨¦s de mi vuelta. Cuando los responsables del antiguo r¨¦gimen volvieron al poder, y comenzaron a vengarse de todos aquellos que hicieron lo que ellos llaman un 'golpe de Estado'¡±, afirma este hombre de 47 a?os, ojos menudos y barba canosa de tres d¨ªas.
Su caso no es aislado. La organizaci¨®n de derechos humanos Amnist¨ªa Internacional present¨® recientemente un informe muy cr¨ªtico con las pol¨ªticas antiterroristas de T¨²nez, ¨²nico pa¨ªs sacudido por la primavera ¨¢rabe que culmin¨® el tr¨¢nsito de una dictadura totalitaria a una democracia imperfecta. El documento recoge numerosos abusos contra los sospechosos de terrorismo, incluidas las torturas, los arrestos arbitrarios en funci¨®n de la apariencia o las creencias religiosas, y la intimidaci¨®n de sus familias para que proporcionen informaci¨®n. Como Hammami, hay centenares de tunecinos que padecen continuos registros en sus viviendas, que a veces se prolongan durante horas, el arresto domiciliario o estrictas restricciones de movimientos que les dificultan estudiar o trabajar. Y todo ello, a menudo, sin haber recibido condena alguna.
Dos versiones diferentes en Guant¨¢namo
El atribulado periplo de Hammami hacia Guant¨¢namo se inici¨® a finales de los noventa, cuando pidi¨® asilo pol¨ªtico en Pakist¨¢n. ¡°Trabajaba en Italia, y era cr¨ªtico abiertamente con el r¨¦gimen de Ben Al¨ª dentro la comunidad. Aunque no pertenec¨ªa a ning¨²n partido pol¨ªtico, el r¨¦gimen pidi¨® a Italia, estrecho aliado con Berlusconi, que me deportara¡±, explica. En aquella ¨¦poca, entr¨® en contacto con el movimiento religioso isl¨¢mico, Tabligui Jamaat, originario del subcontinente indio, y que le facilit¨® el traslado a Pakist¨¢n.
Seg¨²n un documento del Gobierno de EE UU filtrado por Wikileaks, Hammami particip¨® en un campo de entrenamiento de Al Qaeda en Afganist¨¢n. Su nombre habr¨ªa aparecido en unos papeles hallados en Tora Bora, ¨²ltimo refugio de Bin Laden en este pa¨ªs. No obstante, ¨¦l lo niega vehementemente: ¡°Eso es falso. Es un documento fabricado. Despu¨¦s del 11-S, los pakistan¨ªes empezaron a arrestar a todos los ¨¢rabes que viv¨ªan all¨ª y, a los pobres y sin conexiones, los entregaban a los americanos a cambio de 5.000 d¨®lares. Me vendieron por dinero¡±.
Es imposible verificar la historia de Hammami. En todo caso, si en alg¨²n momento represent¨® un peligro para la sociedad tunecina, ahora ya no lo parece. Con dos hijos peque?os ahora, hace cuatro a?os que trabaja conduciendo ambulancias y afirma que su principal preocupaci¨®n es ser un buen padre. ¡°No he hecho nada malo. Si no, no estar¨ªa en libertad... La figura del padre es muy importante, es un modelo para los ni?os. ?C¨®mo puedo serlo si estoy en este estado de desesperaci¨®n?¡±, se lamenta. De ah¨ª, su idea de volver a Guant¨¢namo, y que su esposa se lleve a sus hijos a Argelia para que crezcan all¨ª, sin el acoso de la polic¨ªa.
Despu¨¦s de los tres brutales atentados que padeci¨® T¨²nez en 2015, la opini¨®n p¨²blica no parece inmutarse ante denuncias de las ONG respecto a las violaciones de derechos humanos. Adem¨¢s, la falta de ataques durante los ¨²ltimos 15 meses refuerza esta actitud. Sin embargo, la actual pol¨ªtica de mano dura preventiva puede generar un efecto bumer¨¢n a medio plazo. ¡°Te empujan a que te lances al Mediterr¨¢neo, a que te suicides... Hay muchos j¨®venes en esta misma situaci¨®n que yo. Les impiden tener un trabajo y una vida normal. Luego se vengar¨¢n¡±, advierte Hammami.
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