Europa busca reinventarse a los 60
Los l¨ªderes celebran este s¨¢bado el aniversario del Tratado de Roma marcado por el 'Brexit' y la ¨²ltima d¨¦cada de crisis y auge de los populismos
La UE son sus 1.000 kil¨®metros de muros: quien busque un ejemplo de la debilidad del proyecto no tiene m¨¢s que contemplar la valla que levanta Hungr¨ªa ante la marmita borboteante que vuelven a ser los Balcanes. Europa es un restaurante de comida grasienta en Kirkcaldy (Escocia), donde uno puede reflexionar sobre el Brexit y los estragos de la desindustrializaci¨®n junto a una placa que dice que Adam Smith escribi¨® all¨ª La riqueza de las naciones. La Uni¨®n puede relatarse desde un mitin de Le Pen, con una descripci¨®n de las cicatrices que deja un paro del 40% en el Campo de Gibraltar. O en Prato, cuna del zapato italiano, para descubrir sus 3.000 negocios de propiedad china, en los que se trabaja en condiciones de semiesclavitud. Crisis migratoria, econ¨®mica, de seguridad, social: hay mucha crisis en los 10 ¨²ltimos a?os. Pero la Uni¨®n celebra este s¨¢bado 60, y seis d¨¦cadas dan al menos para otro punto de vista: para ver c¨®mo funciona Europa hay que pasar unas horas en el tri¨¢ngulo formado por Sarrebruck (Alemania), Metz (Francia) y Luxemburgo. Aqu¨ª, los pr¨®speros ciudadanos de los tres pa¨ªses se mueven libremente por fronteras invisibles; viven en un Estado, trabajan en otro, van de compras a un tercero. Las conversaciones viajan de un idioma a otro "ajenas a las enemistades hist¨®ricas que los ni?os siguen aprendiendo en la escuela pero ya no se corresponden mucho con lo que ven", dej¨® escrito Tony Judt.
Nada es m¨¢s esencial al comenzar que asegurarse de la riqueza del punto de vista: en medio de una policrisis existencial hay que escribir sobre el alambre de espino de la valla de Ceuta y sobre el alambre de espino metaf¨®rico de los ultras, pero este diario elige Schoeneck, un pueblo tranquilo en la zona francesa de ese tri¨¢ngulo, para empezar a contar el 60? aniversario del Tratado de Roma, que se celebra este s¨¢bado con una sobria ceremonia en el Campidoglio de Roma.
Una acera de la calle Pasteur de Schoeneck es el final de Francia; la otra es ya el Sarre alem¨¢n. En el lado franc¨¦s del adoquinado, la conversaci¨®n con Daniel Schuller, guarda forestal de 62 a?os, deriva en las elecciones presidenciales, el peligro que supone Marine Le Pen y, en fin, ¡°el malestar de Francia¡±. Al cruzar la calle-frontera, Daphne, de 33 a?os, cuenta c¨®mo los j¨®venes de la localidad ¡°trabajan indistintamente en Francia, Alemania e incluso Luxemburgo¡±, y relaciona los comicios de este fin de semana en el Sarre con las presidenciales francesas y las alemanas de oto?o: ¡°A?o de elecciones, a?o de riesgos¡±, apunta condensando el spleen de una ¨¦poca.
Un aniversario tiene siempre una doble dimensi¨®n. Exige una mirada hacia atr¨¢s, y ah¨ª la foto sale borrosa si se arranca en 2007 ¡ª¡°hay evidencias de divergencia econ¨®mica entre los 12 pa¨ªses que adoptaron el euro¡±, seg¨²n el BCE¡ª, pero brilla con luz propia si se ampl¨ªa el foco hasta 1957: de 6 a 28 pa¨ªses, de 185 millones de personas a 510, de una renta per c¨¢pita de 15.000 euros a 52.000, y sobre todo una historia de relativa paz y estabilidad en la que se han ido asentando las j¨®venes democracias de Grecia, Espa?a, Portugal o el Este. Los 60 requieren tambi¨¦n prospectiva: el resultado es peor. Europa ha sido resistente a una enorme variedad de crisis. Pero est¨¢ encogiendo: Reino Unido se va. El Este se encierra sobre s¨ª mismo. El ascenso de los ultras genera un equilibrio inestable, con una narrativa cargada de negatividad. Y aquel leit motiv, "una uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha", parece ahora un pu?ado de palabras de charol.
¡°Es un aniversario agridulce¡±, cuenta con un hilo de voz Charles Kupchan, ex asesor del estadounidense Barack Obama. ¡°Con las luces largas, el proyecto es un ¨¦xito inclasificable. Pero Europa es ahora m¨¢s vulnerable que nunca. No ha solucionado sus cuestiones existenciales. La crisis del euro est¨¢ por resolverse: si vuelve, el continente no tiene defensas. El desencanto es indiscutible. Los populismos pueden poner patas arriba Francia e Italia. El Brexit es la m¨¢xima expresi¨®n del punto de ruptura. Todo eso, m¨¢s la agresividad de Putin y Trump, obliga a Europa a reinventarse¡±.
La Uni¨®n entra en una edad muy respetable, pero sus problemas proceden de no haber sabido resolver la crisis de los 40. "Despu¨¦s de asegurar la paz, Europa abraz¨® el mercado com¨²n y as¨ª se amarr¨® al m¨¢stil imaginario de la prosperidad: esa ha sido la esencia del relato en los ¨²ltimos tiempos, salvo por el detalle de que los resultados no acompa?an", explica Peter Hall, de Harvard. La UE a¨²n es un ¨¦xito: el Estado de bienestar fue una especie de tratado de paz. Pero la ¨²ltima d¨¦cada ha sido demoledora: Paul de Grauwe, de la London School, subraya que los beneficios de la integraci¨®n se han repartido de forma muy desigual: "La UE se olvid¨® de integrar a los perdedores. Es una historia parecida a la de la globalizaci¨®n. Y ese olvido es la base del populismo, el mayor desaf¨ªo para su supervivencia¡±.
El proyecto da la impresi¨®n de sobrevivir sumergido en una especie de crisis l¨ªquida, cambiante pero casi perpetua, como para darle raz¨®n al padre espiritual de la criatura, Jean Monnet y su ¡°Europa se forjar¨¢ en las crisis¡±. El inconveniente de esa profec¨ªa es que da a entender que todas las crisis tendr¨¢n un final feliz: la tentaci¨®n del optimismo, a pesar de los pesares, es relativamente habitual en Bruselas. ¡°Los franceses se lo pensar¨¢n dos veces antes de votar a Le Pen. Alemania no es problema. Italia s¨ª, por su situaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica, pero si el eje francoalem¨¢n se recompone todo ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil. El Brexit va a ser un divorcio doloroso e impide la m¨²sica triunfal de otros tiempos, pero nadie deber¨ªa subestimar la capacidad de resistencia europea¡±, resume una alta fuente comunitaria.
En la carretera de Luxemburgo a Sarrebruck hay media docena de ciudades industriosas, con ese paisaje id¨ªlico salpicado de granjas, casas y bosquecillos de la Europa central. Pinos, hayas, robles: buena parte de los ¨¢rboles que crecen junto al r¨ªo Sarre, justo al lado de Schoeneck, hunden sus ra¨ªces en un f¨¦rtil manto de cad¨¢veres. "La paz es uno de los grandes dividendos de la construcci¨®n europea", reflexiona el analista Throsten Beck, "pero es evidente que a¨²n hay riesgos enormes. Izquierda y derecha han fracasado en la gesti¨®n de la crisis y han abierto la puerta a fuerzas extremistas. El mayor desaf¨ªo ya no es una crisis financiera, sino una sacudida pol¨ªtica, una Le Pen, una mayor¨ªa eurohostil en Italia¡±.
Los expertos e incluso los eur¨®cratas coinciden en que un salto adelante federalista no es posible. Ni las canciller¨ªas ni la ciudadan¨ªa est¨¢n por la labor: Berl¨ªn defiende un enfoque m¨¢s pragm¨¢tico. ¡°Frente al idealismo de la uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha, se impone un realismo basado en la Europa de las m¨²ltiples velocidades con un nuevo ¨¦nfasis en la seguridad. Eso puede ser un ant¨ªdoto para el resentimiento contra la UE¡±, subraya Eric Kauffman, de la Universidad de Londres. Ni rastro de ese resentimiento en Schoeneck, donde Le Pen es una especie de Moriarty de andar por casa. Pero Schoeneck no es la medida de todas las cosas: Roma ser¨¢ una buena piedra de toque para ese examen continuo al que se enfrenta el continente, con sus l¨ªderes firmando solemnes declaraciones y dos manifestaciones en la calle, una a favor y otra en contra de la Uni¨®n. As¨ª est¨¢n las cosas: la gran partida, en Europa, se juega en la mente de sus ciudadanos. Si se confirma la ruptura piscol¨®gica con la idea de unidad, la crisis dejar¨¢ de ser una forma difusa de hablar.
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