El alcalde de Buenos Aires abre despacho en la villa miseria m¨¢s conocida
Larreta va con frecuencia a su oficina en el coraz¨®n de la villa 31 de Buenos Aires
Al principio era muy extra?o. Acostumbrados a vivir aislados de la ciudad, las 40.000 personas que residen en la villa 31, la favela m¨¢s antigua y conocida de Buenos Aires, a escasos 200 metros del barrio m¨¢s caro de la capital, se sorprend¨ªan al ver al alcalde, Horacio Rodr¨ªguez Larreta, pasear por sus calles. Pero poco a poco se est¨¢n acostumbrando. ¡°No aflojes, pelado (calvo)¡±, le grita un comerciante, mientras otros, m¨¢s desesperados, se acercan a pedirle trabajo. Larreta se ha abierto un despacho en el coraz¨®n de la villa, y va casi todas las semanas atraves¨¢ndola a pie, charlando con normalidad con los vecinos.
La oficina es todo un s¨ªmbolo: este edificio moderno de tres pisos, que choca con el caos y la pobreza a su alrededor, se construy¨® sobre las ruinas del ¡°galp¨®n de Tarz¨¢n¡±, el centro de venta de drogas m¨¢s conocido del barrio. ¡°Esto era la principal sede de los narcos en la villa. As¨ª queremos dar la idea de que el Estado viene donde antes no llegaba¡±, explica Larreta.
Ese ¡°antes¡± incluye los ¨²ltimos 10 a?os, los que lleva gobernando la ciudad, primero como mano derecha de Mauricio Macri cuando era alcalde y ahora como su sucesor. La 31 creci¨® como nunca, empeor¨® mucho. Pero Larreta culpa a Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. ¡°No pod¨ªamos hacer obras, son terrenos del Estado, est¨¢bamos enfrentados. Ahora Macri me ha autorizado a entrar¡±.
El alcalde tiene que vencer dos resistencias. La de los vecinos de la villa, que no se f¨ªan de un poder que siempre ha pretendido echarles de all¨ª ¨Cocupan de forma alegal desde los a?os 30 del siglo pasado tierras del Estado y no pagan agua ni luz- y la de algunos de los que est¨¢n fuera, que no quieren que se gasten sus impuestos en ayudarles.
Las dudas dentro, con excepciones ¨Csobre todo los que viven literalmente debajo de la autopista y ver¨¢n sus casas derribadas- se van disipando al ver que poco a poco le est¨¢n arreglando las casas, las calles, les ponen cloacas, agua potable. El ayuntamiento lleva adelante una reforma completa que costar¨¢ 400 millones de euros -170 de ellos pagados por el Banco Mundial- y trasladar¨¢ incluso la autopista.
¡°Cuando vienes todas las semanas empiezan a creerte. Estamos rompiendo el c¨ªrculo del escepticismo, a esta gente que durante d¨¦cadas les prometieron cosas y vos pod¨¦s ver c¨®mo est¨¢n¡±, dice Larreta mientras se?ala, desde su despacho, las decenas de cables que conectan unas casas con otras, el agua acumulada, las calles de barro. Dentro de la oficina, todo es modernidad. Fuera, un desastre impensable en una capital como Buenos Aires. ¡°Es una deuda pendiente de esta ciudad¡±, admite. El Ayuntamiento llevar¨¢ all¨ª el ministerio de Educaci¨®n de la Ciudad, con 1.500 empleados p¨²blicos que se van a instalar en el coraz¨®n de la villa. Ahora mismo no hay ni siquiera una escuela dentro de esta miniciudad llena de ni?os.
La mayor¨ªa de los porte?os jam¨¢s ha pisado la villa. Pasan por encima con sus coches todos los d¨ªas, ven la miseria imposible de ocultar, pero no se acercan nunca. Larreta y Diego Fern¨¢ndez, el responsable del proyecto, sue?an con un futuro en el que miles de ellos vengan a comprar aqu¨ª verduras y frutas mejores y m¨¢s baratas. Hay un enorme hangar que ahora se utiliza para limpiar autobuses. ¡°Yo me lo imagino como La Boquer¨ªa de Barcelona en unos a?os¡±, dice Larreta. Dif¨ªcil pensar algo as¨ª en medio del polvo, el ruido y la basura desparramada. Fern¨¢ndez lo ve claro: ¡°Esto es como si Buenos Aires fuese una casa grande y la 31 fuera un cuarto que tuviste cerrado durante 85 a?os. Es una enorme oportunidad¡±.
Destilan optimismo y aportan algunos datos: ¡°En 2015 hubo 30 asesinatos en la villa. En 2016 cinco. Este a?o de momento ninguno. No te digo que no se vende droga pero no es una zona tomada por la droga¡±, sentencia Larreta. No todos comparten su entusiasmo, la realidad de la 31 es muy dura y algunos temen que todo esto sea puramente cosm¨¦tico y no solucione el problema de fondo: la desigualdad y la exclusi¨®n social. Un tercio de los argentinos son pobres, y la villa est¨¢ ah¨ª, a 200 metros de La Recoleta, el barrio m¨¢s exclusivo de la ciudad, para recordar cada d¨ªa las enormes diferencias sociales que dominan Latinoam¨¦rica.
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