Berl¨ªn celebra la victoria de Macron pero ve con recelo sus ideas para la eurozona
Merkel se opone a los eurobonos y defiende su super¨¢vit comercial sin acoger las propuestas francesas para los pa¨ªses del euro
Mucha alegr¨ªa, un torrente de felicitaciones y buenas palabras emanan desde Alemania el d¨ªa despu¨¦s. Berl¨ªn, como el resto de capitales europeas, desborda entusiasmo. La victoria de Emmanuel Macron en Francia ha evitado que Francia acabara en manos de una presidenta eur¨®foba y ha frenado en seco la marea populista que amenazaba inundaci¨®n. Pero las se?ales que emite Berl¨ªn anticipan tambi¨¦n tensiones en el plano econ¨®mico. El nuevo inquilino del El¨ªseo quiere un impulso para la eurozona. En cambio, el Gobierno de Angela Merkel ha dejado claro el lunes que las propuestas de Macron para compartir la deuda europea a trav¨¦s de eurobonos, la reducci¨®n del super¨¢vit comercial alem¨¢n o la reforma del pacto de estabilidad no est¨¢n de momento sobre la mesa.
Es pronto, advierten en Berl¨ªn. Hay que esperar a que haya un Gobierno en Francia y a que Merkel y Macron se sienten cara a cara. Pero es importante tener en cuenta adem¨¢s que el calendario pol¨ªtico alem¨¢n tampoco ayuda. El 24 de septiembre la canciller Angela Merkel aspira a lograr un cuarto mandato y es muy consciente que cualquier gui?o financiero a los pa¨ªses del sur, que los electores alemanes sientan que afecta a su cartera, podr¨ªa pasarle factura.
La victoria de Macron ha sido ¡°espectacular¡±, ha dicho Merkel en una comparecencia este lunes ante la prensa. ¡°Defiende un mundo abierto y est¨¢ decididamente comprometido con la econom¨ªa social de mercado¡±. Merkel ha alabado tambi¨¦n su programa de reformas; una de las exigencias de Berl¨ªn para hablar de contrapartidas. ¡°Me gustar¨ªa ayudar, en particular a reducir el desempleo en Francia¡±, ha dicho sin dar muchas m¨¢s pistas.
Pero llegado el momento de la concreci¨®n, las cosas se han empezado a torcer como era previsible. Y como ya sucedi¨® con Fran?ois Hollande. Ante la exigencia de que Alemania se esfuerce por equilibrar su balanza comercial, Merkel ha defendido el super¨¢vit comercial porque ¡°est¨¢ ligado a la calidad de nuestros productos¡± y ha pronosticado que en cualquier caso ese super¨¢vit est¨¢ a la baja. ¡°No veo por qu¨¦ tenemos que cambiar nuestra pol¨ªtica en este momento¡±, dijo aludiendo a las reglas de gasto europeas.
Minutos antes, su portavoz, Steffen Seibert, echaba otro jarro de agua fr¨ªa en otra comparecencia ante la prensa: ¡°El Gobierno alem¨¢n contin¨²a rechazando los eurobonos¡±, dijo en alusi¨®n al mecanismo que permitir¨ªa emitir t¨ªtulos de cr¨¦ditos para aliviar la crisis de la deuda en Europa. Merkel ya dijo en su d¨ªa que la mutualizaci¨®n de deuda en Europa no llegar¨¢ "mientras yo viva". Preguntados los portavoces del Gobierno sobre las ideas del nuevo presidente franc¨¦s de que los pa¨ªses de la eurozona compartan m¨¢s responsabilidades, no ha habido respuestas para los periodistas. Tampoco sobre un posible reforma del pacto de estabilidad.
Adem¨¢s de los eurobonos, Macron quiere un presupuesto de la eurozona para luchar contra las crisis y un ministro de Finanzas com¨²n para el euro, defiende el cambio de las reglas fiscales de la UE y el incremento de las inversiones y quiere que Berl¨ªn ataje su super¨¢vit comercial. Pero para buena parte de los pol¨ªticos y tambi¨¦n de la poblaci¨®n alemana, ceder a estas pol¨ªticas equivaldr¨ªa a permitir que los pa¨ªses que no hacen sus deberes, los del sur, se aprovechen del poder¨ªo econ¨®mico alem¨¢n. Alemania ve como un anatema cualquier cosa que se parezca a una uni¨®n de transferencias. Ya ha criticado con dureza al Banco Central Europeo por su programa de compra de bonos. Compartir m¨¢s, piensan los alemanes, equivale a pagar sin obtener casi nada a cambio. ¡°Lo normal es que en Berl¨ªn se encuentre una negativa a casi todo [en relaci¨®n al euro], sea cual sea el nuevo Gobierno¡±, interpreta una fuente diplom¨¢tica europea. En otros asuntos como la pol¨ªtica exterior, los refugiados o los asuntos de defensa, el consenso es mucho mayor. ¡°Alemania, por su forma de ejercer el liderazgo, necesita m¨¢s que nunca a Francia despu¨¦s de la espantada de Reino Unido¡±, a?aden las mismas fuentes.
El dedo ¨ªndice levantado
Un comunicado del ministro de Exteriores alem¨¢n, emitido al poco de conocerse los resultados en Francia, hab¨ªa sin embargo albergado esperanzas de que el entusiasmo hubiera resquebrajado incluso el mantra de la austeridad. ¡°Emmanuel Macron tiene que triunfar. Si fracasa, Le Pen ser¨¢ presidenta dentro de cinco a?os¡±, dijo el ministro socialdem¨®crata Sigmar Gabriel, cuyo partido gobierna en coalici¨®n con los democristianos de Merkel. ¡°Los alemanes estamos llamados a apoyarle. Cualquiera que acometa reformas no puede estar obligado por la estricta austeridad al mismo tiempo. Esto impide invertir en crecimiento y crear empleo. Por eso, los tiempos de la ortodoxia pol¨ªtico-financiera y el dedo ¨ªndice levantado deben acabar¡±, a?adi¨®. Sus palabras fueron devoradas sin embargo horas m¨¢s tarde por la canciller, que no respald¨® los planteamientos de su titular de Exteriores.
¡°Es posible que se acepte alg¨²n mecanismo de redistribuci¨®n, pero ligado a proyectos determinados y sin que afecte al bolsillo de los ciudadanos. Veo dif¨ªcil un cambio en el tema de los eurobonos¡±, opina Bert van Roosebeke, investigador jefe del Centrum f¨¹r Europ?ische Politik de Friburgo. ¡°Los alemanes son muy esc¨¦pticos de que Francia vaya realmente a llevar a cabo las reformas que Berl¨ªn quiere y probablemente es poco realista pensar que Francia vaya a aplicar la austeridad que defiende Alemania¡±, piensa Carsten Nickel, analista pol¨ªtico de Teneo. ¡°Es muy dif¨ªcil que haya cambios reales hacia una mayor interacci¨®n en la eurozona sin una presi¨®n fuerte de los mercados¡±, concluye.
Macron es la nueva esperanza para Bruselas, que ve en el nuevo presidente franc¨¦s una oportunidad para tratar de rehacer el eje francoalem¨¢n, desaparecido en los ¨²ltimos a?os: desde que empez¨® la crisis, Alemania hace las propuestas y Francia les pone las comas. Bruselas ve con buenos ojos sus propuestas para el euro, pero asume que ninguna de ellas es posible hasta despu¨¦s de las elecciones alemanas. E incluso despu¨¦s: Berl¨ªn solo estudiar¨¢ esas medidas si Macron consigue sacar adelante las reformas prometidas, algo que no ser¨¢ nada f¨¢cil si no consigue un apoyo amplio en la Asamblea Nacional.
El euro necesita una reforma. Pero Alemania quiere m¨¢s disciplina y nuevos mecanismos que hagan que los Estados miembros (b¨¢sicamente, la propia Francia e Italia) hagan reformas dolorosas, mientras que Francia quiere instrumentos comunes como los eurobonos, una uni¨®n de transferencias que Berl¨ªn no va a permitir. Macron ha prometido hacer las reformas y reducir sutilmente el gasto p¨²blico, al estilo N¨®rdico, para despu¨¦s buscar un nuevo frente francoalem¨¢n sobre el euro. Lo normal es que en Berl¨ªn se encuentre una negativa a casi todo, sea cual sea el nuevo Gobierno, con o sin el rocoso ministro de Finanzas alem¨¢n, Wolfgang Sch?uble. ¡°El resto de Europa no deber¨ªa pagar por lo que es bueno para Francia¡±, vienen a decir los alemanes, pese a que los socialdem¨®cratas son m¨¢s receptivos.
El nein alem¨¢n se da por seguro. Pero Berl¨ªn lo tendr¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que en el pasado: hasta ahora, su primera excusa para decir que no a todo era que Francia se negaba a reformarse. Si Macron saca adelante sus medidas en Francia, tendr¨¢ que buscarse una excusa nueva. Aunque ya casi la tiene: Italia tiene graves problemas en sus bancos y una econom¨ªa estancada desde hace tres lustros, y aun as¨ª se resiste a reformarse. M¨¢s presi¨®n para Italia, que no va a tener donde esconderse. El mantra en Berl¨ªn, y en todos los pa¨ªses acreedores, es que antes de que haya cualquier tipo de mutualizaci¨®n de riesgos (risk sharing, en la jerga bruselense) tiene que haber reducci¨®n de riesgos: limitar, por ejemplo, la deuda p¨²blica que pueden comprar los bancos de cada pa¨ªs. Con la crisis de deuda a¨²n fresca y un abultado endeudamiento en la periferia, media Europa no quiere o¨ªr hablar de eso ni en pintura. Al menos por ahora.
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