Macron promete devolver la confianza a Francia para reforzarla en el mundo
El nuevo presidente env¨ªa un mensaje de continuidad institucional al suceder a Fran?ois Hollande
Emmanuel Macron, el exbanquero que gan¨® las elecciones francesas con la bandera del cambio generacional, comenz¨® el domingo el quinquenato con un mensaje de continuidad respecto a sus antecesores. El centrista Macron, que a los 39 a?os es el presidente m¨¢s joven de la V Rep¨²blica, cree que Francia necesita recobrar la confianza para hacer o¨ªr su voz y desarrollar su papel secular: ¡°corregir", dijo, "los excesos del curso del mundo, y velar por la defensa de la libertad¡±. El presidente nombrar¨¢ el lunes a su primer ministro, ante de volar a Berl¨ªn, en su primer viaje oficial.
Macron quiso que su llegada al poder fuese sobria y contenida. Multiplic¨® los gestos. Un traje de 450 euros para ¨¦l; otro prestado para su esposa, Brigitte. Tres veh¨ªculos made in France para los desplazamientos del d¨ªa: uno militar, un Renault y un Citro?n. Unos trescientos invitados en el sal¨®n de fiestas del Palacio del El¨ªseo. Un discurso breve, lejos de la ret¨®rica rupturista de la campa?a y los primeros d¨ªas tras la victoria electoral el 7 de mayo. Y una voluntad expresa de revestirse del ropaje presidencial, m¨¢s cerca de la solemnidad mon¨¢rquica que encarn¨® el general De Gaulle o Mitterrand que del estilo disruptivo de start-up californiana que le llev¨® al poder
El vac¨ªo del rey
Emmanuel Macron regres¨® a los salones del El¨ªseo que pis¨® como joven miembro del equipo del presidente saliente, Fran?ois Hollande, para asumir la jefatura del Estado en un ritual que se repite desde que el general De Gaulle fund¨® la V Rep¨²blica en 1958. Despu¨¦s se recogi¨® ante la tumba al soldado desconocido, en el Arco del Triunfo, visit¨® a soldados heridos en combate en un hospital militar y se dio un ba?o de masas ante el Ayuntamiento de Par¨ªs.
El traspaso de poderes es el s¨ªmbolo de la continuidad del Estado, fundamento y expresi¨®n de la naci¨®n francesa. Una entronizaci¨®n republicana: en vez de la corona el presidente recibe el collar de Gran Maestro de la Orden nacional de la Legi¨®n de Honor. El elegido entra en el palacio como ciudadano y ¡ªvoil¨¤!¡ª sale rey.
Macron sostiene que la democracia francesa est¨¢ marcada por un vac¨ªo en su centro, una figura ausente: precisamente el rey. ¡°Hemos intentado colmar este vac¨ªo, colocar otras figuras: son los momentos napole¨®nicos y gaullistas, especialmente¡±, dice en el libro Macron por Macron. El nuevo presidente cree que al normalizar el cargo ¡ªuna normalizaci¨®n que con Hollande lleg¨® a su paroxismo¡ª se ha ahondado el vac¨ªo. ¡°Lo que se espera de un presidente de la Rep¨²blica es que ocupe esta funci¨®n¡±. ?l empezar¨¢ a hacerlo ya.
¡°Mi primera exigencia ser¨¢ devolver a los franceses esta confianza que lleva demasiado tiempo debilit¨¢ndose¡±, dijo el nuevo presidente. Fue una carga contra el declivismo que atenaza el pa¨ªs: la impresi¨®n de que su decadencia es irremediable y que el mundo conspira para hundirlo. En la campa?a, Marine Le Pen, l¨ªder del Frente Nacional, supo hablar mejor que nadie a esta Francia ¡°que se siente amenazada en su cultural, en su modelo social, en sus creencias profunda¡±. Macron quiere recuperarla.
S¨®lo volviendo a confiar en s¨ª misma, sostiene, s¨®lo liberando las fuerzas creativas y la capacidad de innovaci¨®n, s¨®lo rompiendo los candados corporativistas y reformando una econom¨ªa estancada para crecer de nuevo y crear empleo, podr¨¢ Francia recobrar su influencia global. Porque este pa¨ªs, dijo, ¡°s¨®lo es fuerte cuando es pr¨®spera, s¨®lo es un modelo para el mundo si es ejemplar¡±.
Y ah¨ª llega lo que el presidente llam¨® su ¡°segunda exigencia¡±. Si Francia reencuentra ¡°el gusto por el futuro y el orgullo de lo que es, el mundo entero prestar¨¢ atenci¨®n a la palabra de Francia¡±. Sin mencionar a Le Pen y a las fuerzas del populismo de izquierdas y derechas, Macron roba a estos la bandera del patriotismo para proyectarla hacia el mundo. S¨®lo europeizada y globalizada ¡ªs¨®lo liberalizada¡ª Francia puede resucitar la grandeur, seg¨²n la doctrina Macron.
Ni rastro de las promesas de echar patas arriba el sistema. Ni de la novedad que supone este presidente: un hombre que ha llegado a la c¨²spide del poder franc¨¦s sin experiencia electoral, sin partido, y con un perfil ideol¨®gico ¡ªni izquierdas ni derechas: todo lo contrario¡ª heterodoxo. Ni rastro del esp¨ªritu de Juana de Arco, de quien precisamente se celebraba la festividad. Hace un a?o Macron glos¨® a la hero¨ªna nacional casi como un precedente lejano, alguien que ¡°sabe que no ha nacido para vivir, sino para tentar lo imposible¡±, porque, ¡°como una flecha, su trayectoria fue neta: Juana perfor¨® el sistema¡±.
Macron hizo lo contrario: se inscribi¨® de lleno en el sistema, en la cadena que, eslab¨®n a eslab¨®n, mantiene en pie el Estado y, con ¨¦l, Francia. Uno a uno, de De Gaulle a Hollande, homenaje¨® a sus siete antecesores en la V Rep¨²blica: parad¨®jicamente los arquitectos de la Francia deprimida que ¨¦l quiere cambiar. Al reclamar una Francia no encerrada con sus obsesiones sino con vocaci¨®n universal, se afirma como heredero de unos principios que tambi¨¦n sus defensores mantuvieron. E intenta ocupar un espacio que la otra naci¨®n con una vocaci¨®n universal, Estados Unidos, repudia a diario con el presidente Donald Trump.
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