Adi¨®s a los traidores
Hollande se despide como el l¨ªder m¨¢s impopular y el m¨¢s traicionado
De Fran?ois Hollande se ha dicho miles de veces que ha traicionado a su electorado, pero casi nunca que a ¨¦l le han traicionado todos aquellos en quienes confi¨®. Con su despedida del El¨ªseo, el ya expresidente de la Rep¨²blica inicia ese camino hacia el reconocimiento que esperan los mandatarios exageradamente denostados. El proceso, por el contrario, se desarrolla en paralelo al desgaste y reprobaci¨®n de quienes le hundieron. La larga lista la encabezan aquellos en quienes ¨¦l confi¨® en su vida p¨²blica y privada.
Hollande no tuvo ni un d¨ªa de tregua, porque su liderazgo se puso en entredicho desde sus propias filas en el minuto uno. La exministra Martine Aubry, a la que derrot¨® en las primarias de 2011, actu¨® como fuerza de oposici¨®n a distancia. Lo demostr¨® al crear en el grupo parlamentario socialista un sector de 40 rebeldes liderados entre otros por su hombre de confianza, Jean-Marc Germain.
Fue solo el comienzo de la cadena de traiciones. En 2014, sus protegidos ministros Beno?t Hamon y Arnaud Montebourg le dieron con la puerta en las narices para engrosar esa oposici¨®n interna, la ¨²nica eficaz en la ¨¦poca. Solo unas semanas despu¨¦s, la vanidosa ex primera dama Val¨¦rie Trierweiler le dio la pu?alada personal con su rid¨ªculo libro Merci pour ce moment (Gracias por ese momento), convertido en todo un manual de la indignidad.
Un pr¨¦sident ne devrait pas dire ?a (Un presidente no debiera decir eso) fue el otro libro que contribuy¨® a su degradaci¨®n. Est¨¢ claro que ¨¦l fue un irresponsable al contar durante a?os todo tipo de confidencias a dos periodistas. Pero tambi¨¦n es cierto que ¨¦l les demostr¨® confianza y ellos le pagaron publicando el libro -nada criticable- exactamente en los d¨ªas de octubre de 2016 en que el entonces presidente deshojaba entre presiones la margarita de presentarse o no a su propia reelecci¨®n. Nadie duda de que ese libro influy¨® decisivamente en su renuncia al reto.
A¨²n le faltaban las dos grandes pu?aladas. Si Hollande hab¨ªa beneficiado a dos pol¨ªticos durante su mandato, sus nombres eran Manuel Valls y Emmanuel Macron. Pues bien, los dos dejaron claro en p¨²blico que aspiraban al sill¨®n del El¨ªseo antes de que su jefe arrancara la ¨²ltima hoja. El inquilino del palacio presidencial desde este domingo fue bautizado enseguida como ¡°Bruto¡±, el del ¨²ltimo navajazo al C¨¦sar padre.
Para entonces, medio centenar de dirigentes socialistas se hab¨ªan apuntado al carro de Macron. En el otro ej¨¦rcito de desleales, Hamon, heredero de la escuadra de Aubry, gan¨® las primarias de la izquierda con una sola idea matriz: estoy en contra de todo lo que ha hecho Hollande. Y eso le llev¨® al triunfo en la recta final contra Valls. Dicen los hollandistas que, a esas alturas, su l¨ªder no quer¨ªa ya que ganaran ninguno de los dos y que, al final se alegr¨® de tener que dar el relevo a Macron. Un peque?o consuelo entre tanta traici¨®n.
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